La Huida 1: Operación quirúrgica

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Sasuke abrió los ojos al escuchar el sonido de los pájaros cantando al amanecer, que entraba por la ventana de su celda. Estaba seguro de no haber podido dormir ni tan solo una mísera hora. Los nervios de lo que quisiera que fuera a ocurrir ese día se mezclaban con la sensación de culpabilidad que había sentido el día anterior al ver el rostro de decepción de Kakashi; lo que Shikamaru o Tsunade pensaran de él le daba francamente lo mismo, pero no había sabido prevenir que iba a afectarle de tal forma el rechazo de su sensei; después de todo él había sido prácticamente su único contacto humano durante los últimos tres años. Envuelto en estos confusos pensamientos fue asaltado de pronto por una angustia mayor: ¿y si la reacción de Naruto fuese peor que la de Kakashi? ¿podría perdonarle una segunda vez que se marchase sin siquiera despedirse, pese a que todo formase de un plan? ¿le dolería demasiado que no hubiese confiado en él para contarle nada sobre Orochimaru?

Sintiendo como el corazón le latía en las sienes y una bola caliente de plomo le ardía en el pecho, Sasuke llegó al instituto. Saludó a Naruto forzando una sonrisa y reprimió las ganas de dirigirle la palabra, por miedo a romper a llorar. Y, una vez hubo entrado Iruka en clase, Sasuke comenzó a quejarse de un malestar que solo tuvo que fingir en parte. Pidió permiso para ir a la enfermería y enseguida Naruto se ofreció a acompañarle.

-Como presidente del consejo estudiantil y dada la situación de Sasuke, creo que es mejor que sea yo quien le escolte. -se apresuró a intervenir Shikamaru e Iruka estuvo de acuerdo.

Naruto miró con fastidio a Shikamaru mientras ambos se alejaban hacia la salida y Sasuke no tuvo fuerzas para darse la vuelta en ningún momento. Recorrieron el camino a la enfermería en silencio, ambos conscientes de lo que estaba por venir, y se detuvieron con aire de misterio frente a la puerta.

-Que sepas que hago todo esto por Naruto... a mí tú y tu sharingan me dais igual. -susurró Shikamaru sin enfado ni rencor, encogiéndose de hombros envuelto en una triste seriedad.

Sasuke asintió con solemnidad; esa era la principal razón por la que había decidido acudir a él después de todo. Entonces se dio la vuelta y entró solo en la estancia. Se sorprendió profundamente al encontrar a Kabuto y a Orochimaru dentro, sin disfraz alguno.

-Me alegro de que hayas venido solo, tener que matar a alguien nos hubiera retrasado. -dijo Orochimaru con una sonrisa perversa y Sasuke tragó saliva al imaginarse lo que hubiese ocurrido si Shikamaru hubiera entrado con él.

-Cuánto tiempo, Sasuke-kun... -saludó Kabuto colocándose las gafas con el dedo índice.

Fue entonces cuando Sasuke reparó en la presencia de la mujer del clan Hyuga que le había torturado hacía no demasiadas semanas. Claro que esta vez volvía a encontrarse bajo un jutsu de control mental.

-¿Vamos a hacerlo aquí? -fue lo único que dijo y los otros dos asintieron.

-Quítate la camiseta y túmbate en la camilla. -le ordenó Kabuto, señalándole una de las dos camillas, junto a la cual había una mesilla con toda suerte de material quirúrgico. Sasuke sintió un escalofrío.

Una vez se hubo tumbado, la mujer Hyuga se acercó a él en trance y las venas colindantes a sus ojos se marcaron con fuerza.

-Recuerda que tienes que aguantar los gritos para que no nos descubran. -le advirtió Orochimaru casi divertido y Sasuke le dedicó una mirada de puro odio, que solo le hizo sonreír con mayor intensidad.

La médico llevó con un movimiento monótono la mano hacia la clavícula de Sasuke. De pronto un haz de chakra azul le rodeó la punta de los dedos y comenzó a extenderse por la piel de Sasuke hacia su cuello y su nuca.

Sasuke ahogó un grito y cerró los puños con tanta fuerza que un fino hilo de sangre se deslizó por la palma de sus manos. Conocía la sensación de la tortura del miembro fantasma perfectamente, pero nunca antes la había experimentado en un lugar que no fueran las extremidades. Aquello era horrible; sentía como le ardían todas las venas del cuello en dirección a su cabeza, queriendo hacerla estallar, y empezó temer de veras que los ojos fueran a saltarle de las cuencas. Intentó mantener el control sobre su respiración para no gritar como un poseso, más por el miedo que por el dolor, pero cada vez que el aire entraba en sus pulmones, la sensación de quemazón se hacía más intensa e insoportable.

-La necrosis ha comenzado. -le comentó Kabuto a Orochimaru casi sin interés.

Sasuke comenzó a hiperventilar, no podía soportarlo ni un segundo más. Sintió de pronto una necesidad visceral de arrancarse su propia cabeza para poder dejar de padecer aquella sensación indescriptible, que ya ni siquiera podía llamarse dolor. Fue en ese preciso momento, cuando estaba a punto de rendirse a la agonía, que la mujer Hyuga retiró su mano y se apartó de Sasuke.

-Hay que darse prisa, si se extiende a la carótida, morirá... -fue lo único que Sasuke alcanzó a oír antes de desmayarse.

*

Sasuke se despertó con un fuerte zumbido en la cabeza y un dolor palpitante en el cuello. Tardó unos minutos en recordar todo lo ocurrido y entonces abrió los ojos con fuerza: todavía se encontraba en la enfermería del instituto, Kabuto y Orochimaru estaban de pie junto a él y no había rastro de la médico del clan Hyuga.

-Ya te había dicho que su cuerpo lo aguantaría. -le dijo Orochimaru a Kabuto con una sonrisa de autosuficiencia y en el rostro de Kabuto pudo apreciarse durante un instante una mueca de decepción.

-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? -preguntó Sasuke mientras intentaba incorporarse, pero el dolor se lo impidió.

-Unos cuarenta minutos. -respondió Orochimaru. -Kabuto ha terminado hace apenas quince.

-Orochimaru-sama, no podemos perder tiempo. -Orochimaru asintió.

-¿Puedes levantarte?

Sasuke bajó la mirada: el colchón de la camilla estaba empapado de sangre y descubrió que gran parte de su torso, hasta el cuello, estaba cubierto de vendajes. Intentó incorporarse de nuevo, esta vez haciendo fuerza con el abdomen en lugar de apoyarse sobre los brazos, y de esta forma lo consiguió sin mucha dificultad. Ponerse de pie y caminar no le suponía mayor problema, pues no tenía que forzar en exceso la parte superior de su cuerpo.

-Vamos, Sasuke-kun ¿A qué viene esa cara tan larga? ¿no quieres poner a prueba tu libertad? -Sasuke asintió estoicamente, sintiéndose todavía débil y mareado.

-¿Cómo vamos a sortear a los ambus que vigilan las salidas del instituto?

-Ya están todos muertos. -aclaró Orochimaru como si tal cosa y a Sasuke se le atragantó la saliva en la garganta. -Como muy pronto se darán cuenta a la hora de la comida, pues entonces dejarán de hacer efecto los sellos de invisibilidad que he colocado en los cadáveres, pero para entonces ya les llevaremos dos horas de ventaja y no habrá nada que puedan hacer.

Y sin mediar más palabras, los tres salieron del edificio por la ventana de la enfermería. 

Tormenta de Verano (narusasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora