Jeon Songhye estaba esperando junto a la ventana. Cuando la nieve en invierno y las delicadas neblinas de la primavera oscurecían la plaza, imaginaba que en lugar de tener a su alrededor las casas iguales, estaba todavía con sus padres, hermanos y hermanas y la ventana se abría a los campos de arroz con las montañas al fondo.
Hacía tanto tiempo que no había salido de aquellos muros, que la reclusión le hacía sentir vieja.
Songhye suspiró y rió nerviosamente en silencio.
Era "vieja"; por lo menos, más que las otras concubinas.
Y estaba agradecida de serlo.Era la única que había sobrevivido de toda su familia gracias a estar donde ahora estaba cuando las hordas habían invadido su pueblo; lo habían arrasado y habían matado a su familia y a sus amigos.
Habían sido tiempos espantosos de rebelión, pero su Señor Jeon Jungkook había llevado la estabilidad y la paz a la región en nombre del Hijo del Cielo, el emperador de China.
Intentó no mirar su reflejo en la ventana mientras esperaba a la nueva concubina con el corazón apesadumbrado. Incluso antes de ser designada primera esposa, había sabido que su Señor añadiría concubinas al hogar, pero cada vez que lo hacía se le encogía el corazón.
Durante un tiempo, su esposo permanecía distraído o cautivado por su nueva posesión y el farol no se encendía en su casa. Sabía del amor de su señor por la conquista y conociendo a las otras esposas se torturaba imaginando que cada cortejo, y eventual capitulación, había sido muy diferente del suyo.Jeon JungKook era un hombre muy inteligente, conocido por su dominio de la estrategia y su amor por la batalla. Siempre había acabado volviendo a ella, pero Songhye sabía que su corazón nunca había sido suyo.
Habían corrido rumores por el recinto de que la séptima concubina era extremadamente hermosa y Songhye, como correspondía, se alegraba por su amado Jungkook.
Se merecía lo mejor. Además, para él la belleza no era suficiente. Aunque la segunda y sexta esposa eran muy bonitas, no habían conseguido mantener su interés durante mucho tiempo.
Cuando vio el pequeño grupo que se acercaba a su casa, Songhye se separó de la ventana y dio dos palmadas. Su sirvienta fue a abrir la puerta. Mientras oía que cerraban los paraguas y los ponían a escurrir. Después tomaban las prendas de abrigo y las colgaban para que se secaran. Songhye se sentó delante del fuego y serenó su rostro para recibir a su invitada.
Su criada apareció en el umbral y anunció:
—La princesa Kim SeokJin solicita el honor de acompañar a su Señoría.
Songhye no pudo reprimir una leve sonrisa. Su sirvienta siempre se comportaba de forma muy respetuosa cuando había visitas, pero sus modales eran muy distintos cuando estaban solas.
—Será un placer recibirla. Puedes traerla a mi presencia.
La sirvienta hizo una reverencia y se retiró. Songhye ahogó un grito de sorpresa cuando vio a la princesa SeokJin por primera vez.
Si la piel de Songhye era blanca, la de SeokJin era como marfil pulido. Su rostro era exquisito, con pómulos redondeados esculpidos a la perfección. La línea del mentón bajaba trazando un largo y elegante cuello. La nariz era quizás un poco grande, aunque le sentaba bien a su rostro, y sus labios anchos, de color rosa pálido, se curvaban como las alas de un pájaro en vuelo. Mantenía la mirada baja, como era apropiado. Sus ojos estaban velados por pestañas espesas y oscuras.
Se había adornado con unos pendientes de plata con unos largos colgantes piriformes de turquesa y un brazalete de jade verde pálido que rodeaba su muñeca izquierda. Era una muchacha esbelta que cuando andaba se movía con elegancia, como los juncos doblados por el viento, aunque su figura permanecía erguida.
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La Concubina del General
FanfictionDescripcion en la Intoducción #1 Kookjin el 27/01/2023 #2 KookJin el 7/02/2023 #3 KookJin el 17/02/2023