Capitulo 7

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Cuando SeokJin le ordenó a Hoseok por segunda vez que bajara, el eunuco siguió las instrucciones al pie de la letra.

Encontró a Rose merodeando en el vestíbulo, espiando los sonidos que venían del piso de arriba y riendo tontamente tapándose la boca con las manos.

-¡Por fin! ¡El amo está con la princesa! ¡Qué bien se lo va a pasar mi Señora en su primera vez!

Furioso, Hoseok se volvió hacia ella y le soltó que se debería quedar en la cocina si no había un corral cerca; allí se encontraría en su propio elemento. Preferiblemente, podía hacer compañía a los cerdos en la pocilga. Rose era muy comprensiva y no se ofendía con facilidad.

-Eso es lo normal cuando una muchacha es pura y tan hermosa como la princesa, desata a la bestia en el mejor de los hombres. La has servido durante mucho tiempo, pero no debes preocuparte. Es joven y puede aguantar un buen meneo. - Rose hizo el símbolo de follar con las dos manos juntas y apretó dejando escapar un ruido grosero cuando el aire salió con fuerza
- Es afortunado para esta casa que al fin esté entre sus muslos. ¿Me pregunto por qué ha retrasado el momento tanto tiempo?. Es tan jugosa como un melocotón maduro.

-¡Eres repugnante! - soltó Hoseok.

-¡No seáis tonto! Aquí somos robustos y disfrutamos del sexo como un regalo de los dioses.

El sonido de un mueble al caer la interrumpió. Hoseok hizo ademán de ir hacia las escaleras pero Rose le atrapó por la manga

- Con vuestro permiso, Hoseok xiānsheng. No sois quién para entrometeros entre el amo y su concubina.

Se oyó un débil grito y las líneas de expresión de Rose se marcaron con una risita alegre.

-¡Ah! La princesa tiene un poco más de chispa de lo que había pensado. Es una dama en la sala de estar pero un tigre en la alcoba. A los hombres siempre les gusta eso. Está haciendo que la cace antes de dejar que la tome.

-¿Y qué pasa si le hace daño?

-No le hará daño...No mucho. Un hombre siempre disfruta más de la matanza después de una buena caza.

Hoseok cerró los ojos horrorizado. Rose no sabía lo cierto que podía resultar lo que decía.

En aquellos momentos, Jungkook podía estar clavando la afilada hoja de su espada en el cuerpo de SeokJin y mirando cómo se escapaba su vida con una marea carmesí. Él sería el siguiente. Jungkook no podía dejarle vivir conociendo el secreto que él mismo guardaba celosamente en el fondo de su mente.

Una risita aguda le hizo abrir los ojos y mirar con furia a Rose

-Aunque sea virgen, la princesa parece saber cómo excitar a un hombre. Seguramente necesitará un día o dos para recuperarse de la buena cabalgada que el amo le va a dar. ¡Oh, bueno! Pronto le gustara.

-¡Apártate de mi vista antes de que haga algo que los dos lamentemos! -
dijo entre dientes Hoseok.

Con otra risita Rose siguió la indicación de Hobi y regresó a la cocina, aunque era posible que lo hiciera más rápidamente por la mano levantada de Hoseok y la furia reflejada en sus ojos que por su orden.

No había pensado que hubiera algo peor que permanecer allí sin poder hacer nada, escuchando a su adorada SeokJin ser asesinada por aquel encolerizado soldado, y la maldita Rose había conseguido incrementar el tormento que sufría.

Jeon Jungkook era mucho más corpulento y fuerte que la esbelta princesa; Hoseok no dejaba de imaginarse la violencia que podía estar sufriendo su persona. Saber manejar una espada no garantizaba ganar. SeokJin no tenía mucha experiencia en un enfrentamiento de verdad ya que sólo se había entrenado con él.

La Concubina del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora