Capitulo 13

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—¡SeokJin!

—¿Qué pasa, Hobi? — Jin levantó la vista del libro que estaba leyendo.

—El General ha enviado a su criado. Tu farol está encendido.

SeokJin dejó el libro y corrió a la ventana para mirar hacia la puerta, pero el tejado se lo ocultaba la vista.

—¿De verdad? 

Hoseok se interpuso entre Jin y la salida y sonrió.

—No traiciones tu entusiasmo bajando para comprobarlo. No te engañaría con esas cosas. Rose ya me hace sufrir bastante con sus bromas vulgares sobre la primera visita de Jeon. Si bajas corriendo como un niño a punto de subir por primera vez a un caballo, tendré que amordazarla.

—¿Qué me pongo? ¡Mi pelo! ¡Está muy desaliñado! Y Jungkook dijo... — Jin se interrumpió al darse cuenta de la infeliz naturaleza de la admisión que por poco hizo.

—¡Ejem!, considerando el reciente deterioro de tus ropas, te sugiero el hànfú de damasco azul pálido con grullas bordadas en turquesa y verde en las faldas. Por lo menos está de una pieza. — Hoseok se dirigió al armario y abrió la puerta —. Esperemos que el general se acuerde de enviarte algunos vestidos nuevos.

—¡Cállate, Hobi.! —SeokJin se apretó con las manos las mejillas, que le ardían. Sin duda, su amigo tenía razón y no quería darle al ama de llaves nada más sobre lo que hacer comentarios

— Todavía tengo vestidos bonitos. 

Hoseok se acercó al cajón y seleccionó el corselete rosa pálido, la ropa interior bordada con flores de manzano y una túnica interior de un azul más oscuro a juego con el forro del cerúleo hànfú. Cuando Jin se puso todas las prendas, Hoseok le colocó el ceñidor en la delgada cintura, lo ató y se echó a reír como un loco.

—¿Qué te hace tanta gracia, diablillo?— preguntó SeokJin , aunque tenía el presentimiento de estar cometiendo un error al hacerlo.

—Estaba pensando en cómo de ajustado poner esto. Puede que no lo lleves lo bastante como para que compense el esfuerzo.

—Rose no es la única a la que le gusta divertirse a mis expensas — protestó Jin de mal humor — Hacéis una buena pareja. Dame los pendientes de plata y turquesa y los agujones de plata con aves fénix.

—Ojalá tuvieras más joyas— se lamentó Hoseok , al tiempo que abría el joyero, que naturalmente no estaba muy lleno — Nuestro Señor ya ha visto todo lo que tienes, aunque me atrevo a decir que no viene a hacer inventario de tus joyas.

—Es todo lo que pude salvar del baúl de mi madre cuando murió— dijo SeokJin con tristeza. — Para mí significan más que las joyas más valiosas.

—Pero no tienes nada nuevo con lo que alardear cuando ves a las otras esposas y pronto se darán cuenta de que siempre llevas los mismos pendientes— se quejó Hoseok — ¿Cómo van a saber que eres la nueva favorita? 

SeokJin no le dijo que la segunda esposa ya lo había hecho.

Se puso los pendientes e inclinó la cabeza para verlos oscilar. Se sentía contento y pensó que aquel vestido le sentaba bastante bien.

—Comparado con la muerte, no tener muchas joyas no es duro. Vamos, Hobi. Deja de suspirar y arréglame el pelo.

Hoseok se puso de pie detrás de SeokJin.

Hábilmente peinó los rebeldes mechones y con los pasadores recogió el pelo en lo alto.

—Deberías adoptar el fénix como amuleto de buena suerte. Has renacido de las llamas a una nueva vida. Te deseo que sea larga.

La Concubina del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora