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Salió del baño dispuesto a hacerse un desayuno y vio a su hermanita en la cocina de la cual salía un agradable aroma a café, se acercó lentamente y la oyó tarareando una canción. La vio de muy buen humor y eso le gustó.

–¿Qué estás cantando? –ella giró la cabeza y le sonrió

–Cream, de Prince. –canto un pedacito al tiempo movía los hombros al compás.

–Nunca te escuché cantar. –comentó apoyándose en la encimera.

–Digamos que estoy de buen humor. Toma, lleva esto a la mesa que está el desayuno. –le puso en las manos un plato con tostadas y un queso untable.

–Ok. –ella servía el café y lo llevaba– ¿Y a qué se debe el buen humor?

–Digamos que me pone muy contenta cerrar tratos que me benefician de una u otra manera. –él se atragantó con la tostada haciendo que tosiera levemente y ella río.

–Manipuladora.

–Pervertido.

–Atrevida.

–¿Que? ¿Ya no querés saber qué ropa interior tengo? 

–No gracias, paso. –contestó sonrojado.

–Menos mal, no quería mentir inventando un color. –él la miró alzando una ceja– por qué no tengo.

–Ah, que incómodo. 

–No, de hecho es muy cómodo, se siente como libre. –ella reía y terminaba su café– Hablando de libre, hoy voy a ir a comprar unas cosas que necesito.

–Esta bien ¿Y?

–Que como no tengo llave necesito que me abras la puerta pero si querés me quedo con…

–Vos decime cuando y yo encantado te abro la puerta. –Amina lo miró achinando los ojos y abriendo apenas la boca.

–Que cruel, me vas a extrañar las horas que me vaya, vas a ver. –llevó la taza al fregadero y al volver lo vio tan concentrado que aprovechó a sujetarle el rostro apenas con una mano para robarle un beso pasándole la lengua por el labio inferior y él al sentirla se corrió hacia atrás dando un brinco. 

–¡Amina! 

–¿Que? Seguro te encantó. Me voy a cambiar. 

 Al salir ya lista lo vio sumido en su portátil hurgueteando en los moldes de documentos, se acercó lentamente y lo abrazó por los hombros desde atrás, él suspiro fuerte.

–Ya me voy ¿me abrís la puerta? –preguntó oliendo y besando de manera leve su cuello.

–Si, dale. –contestó parándose y deshaciéndose del abrazo de su hermanita y caminando salieron rumbo al ascensor

–¿No te gusto mi abrazo?

–Mientras no lo vuelvas a hacer… –no quería conseguir una erección y mucho menos que ella lo note.

–Bueno, pero te gustó así que no te descuides. 

 Ya contenta con lo que había conseguido camino las pocas cuadras que estaba del centro, sus padres le habían girado dinero a su cuenta para que compre sus útiles escolares del último año, y claramente no era la chica de plumones pero sí la de la ropa.

 Después de comprar los útiles, horas de caminar viendo si algo le llamaba la atención y un chocolate volvió al edificio, afuera vio al portero barriendo la vereda como todas las tardes y aprovechó a entrar así no molestaba a Marcus, solamente golpeó la puerta. Abrió volviendo a su portátil sin prestarle mucha atención. 

–¡Buenas! -entró feliz y él la miró apenas sobre los lentes.

–¿Que no ibas a llegar tarde?

–Pero si tarde como cinco horas. –le contestó metiendo las bolsas en la habitación que ya no iba a dormir– espera, mira lo que me compré.

–¿Que no ibas a una librería? –preguntó levantando la voz sin perder la concentración en su pc ¿concentración? ¿Qué concentración? Y si tenía la perdió cuando Amina salió de la pieza.

–Si, fui pero lo vi y no me pude resistir –decía mientras caminaba hacia él y se sentó en sus piernas– ¿Qué tal? ¿Bonito, no? 

–¿Que no tenías uno igual? –él sabía que no pero no quería demostrar interés, carajo era su hermana, no podía solamente tener una aventura, este capricho se le iría una vez que se vaya a su casa y no arruinaria… bueno eso…

–Tengo uno de margaritas pero estas están bordadas, ¿Ves? –le agarró la mano y la hizo pasar por la tela y el no la quitó– además hace mucho calor afuera.  –le robó un beso rápido y continuo como si nada– después me compre otras cosas, pero seguro ya las vas a ver. –se levantó pero sin dar a entender nada iba logrando lo que poco a poco quería, a él.

 Ya se había desconcentrado asique se cambió a algo más deportivo y se fue a correr, necesitaba tranquilizarse, tener más control. No supo ni cuánto tardó cuando decidió volver y ponerse a trabajar, si era de los que llevaba trabajo a casa. Al entrar no vio a Amina y creyendo que estaría en la habitación de invitados se dio una ducha y se fue a la suya a trabajar. 

 Ella había llamado al portero tanto para entrar como para salir, fue al súper dónde compro para hacer la cena. Compro todo para hacer carne al horno con papas, "a él me lo comería con papas" pensaba mientras cocinaba, rió de manera leve al oírlo en su habitación maldiciendo sabiendo que su humor de perros es algo regular. Por su parte cocinar en su casa había sido una manera de hacer catarsis y tremendas reflexiones se mandaba mientras lo hacía, estando con Marcus se dio cuenta que no tenía nada que la haga querer cocinar para liberar tensiones, sino que más bien lo hacía porque le gustaba además al que más le gustaba su comida era a su hermano que no lo decía pero se le notaba.

Al estar la cena abrió la puerta sin llamar y lo vio masajeandose las sienes. Entró como si nada.

-Quizás pueda ayudarte con eso. -el la miro casi sorprendido.

-¿Con mi trabajo?

-No, con esto. -masajeo como sabiendo que puntos tocar.

-Mmm… -gimió ante la sensación de alivio, abrió los ojos al ver que se había detenido y ella plantaba un beso dulce en sus labios.

-Deja de renegar, la cena está lista. 

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Ella hacía ya alrededor de una hora que se había acostado, tenía sueño pero no podía dormirse. Él no quería ir a la cama mientras ella esté despierta, hasta que se cansó de hacer zapping en la tv y fue con toda su pereza sabiendo que lo va a tentar consciente o inconscientemente. Entró y la vio boca abajo inmóvil y se puso su pijama pensando que estaba dormida, se acostó dándole la espalda y sintió como ella se desplazaba para terminar abrazando.

–Pensé que dormías.

–No puedo, tu cama es cómoda y tengo sueño pero no me puedo dormir. ¿Me abrazas? –entonces lo tocó con sus pies e hizo que se sobresalte y la mire.

–¡Ay, pendeja! ¡Tenés hielo en los pies! –ella le saco la lengua apenas divirtiéndose de sus reacciones exageradas.

–Dale abrázame, no seas malo. 

–Bueno veni. –se dio media vuelta y la abrazo.

–Buenas noches. –lo beso en los labios suavemente y sintió que le correspondía  de manera leve por lo que continuó el beso.

–Buenas noches. –corto el beso de manera esquiva.

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Buenas! Perdón por la tardanza y espero que hayan disfrutado de esta parte como yo de escribirla. ✨✨✨

Deseos ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora