Capítulo 19

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Sintió a alguien removerla un poco, la mirada le pesaba, le costó trabajo enfocar bien a la persona frente a ella, al verlo sintió alivio, se incorporó de repente, mas éste la detuvo de hacer algún movimiento, le observó curiosa.

—¿Qué fue lo que pasó? —quiso saber—. ¿Dónde estamos?

—En una de las bodegas viejas de tu padre —contestó tranquilamente—. Dame tus manos.

Lía extendió sus manos dubitativa y un momento después Adam le colocó unas esposas, la había tomado por sorpresa, pero él había sido tan ágil en ponérselas que no le dio tiempo de retirarlas. Algo ya no le comenzaba a pintar del todo bien.

—¿Para qué es esto? —le consultó con miedo, él la miró directamente y después se apartó de ella sin dar explicación.

Al hacerlo, vio frente a sus ojos a un par de metros, a su padre inconsciente, aterrada, buscó con la mirada a su madre, quien estaba de la misma forma, pero más cercana a ella, casi a un costado.

—Adam, ¿qué carajos es esto? —preguntó ya alterada. Él estaba cerca de su madre, también intentando que despertara mientras esposaba sus manos—. ¡Suéltala!

—Tranquila, no pienso hacer nada —respondió mientras ella abría los ojos y éste se levantaba de su lado—. No a ustedes dos.

Caminó por la habitación hasta donde se encontraba su papá, quien ya tenía las manos sujetadas con fuerza, Adam le propinó una patada en la cadera para que comenzara a reaccionar.

—¿Qué está pasando? —preguntó Meredith desconcertada y se giró a ver a Lía—. ¿Hija, estás bien?

—Sí, mamá —respondió e intentó acercarse hasta donde se encontraba, mas se dio cuenta que uno de sus pies estaba amarrado, impidiéndole llegar a ella.

Escucharon un pequeño quejido, era de su padre que empezaba a despertar, Adam estaba de cuclillas junto a él.

—¿Qué mierda? —dijo apenas logró levantar sus parpados—. ¿Adam?

—Qué bueno que despiertas, Jeremy, ya me comenzaba a preocupar que estuvieras muerto. —Sonrió de medio lado con malicia.

—¿Tú...? ¿Tú hiciste todo esto? —preguntó con dificultad. Adam le guiñó un ojo sonriente y caminó hasta el centro de la habitación bajo la mirada expectante de todos.

//Horas antes//

—Claro que sí, va justo a mi lado, vamos él, el conductor y...

Vio como Adam se abalanzaba contra el conductor clavándole una jeringa en el cuello, todo el líquido siendo presionado rápidamente, éste por inercia soltó el volante tratando de sacárselo de encima, pero solo pudo atinar a pisar el acelerador más de lo esperado, quedando con los ojos inertes en el camino.

—¿QUÉ CARAJOS? ¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO?

Jeremy trató de abrir la puerta con el auto aun en movimiento, se dio valor y ya iba a saltar al momento que escuchó un disparo dentro del vehículo, pero una mano lo tomó del cuello, haciendo que se tumbara de espaldas. Adam podía escuchar los gritos desesperados de Lía por el celular, pero poco le importaba, cuando justo tenía al bastardo que tanto ansiaba en sus manos, sin temerle le clavó una jeringa con un líquido diferente.

Aferró a Jeremy al asiento y suspiró cuando por fin éste se quedó quieto, se acomodó en su lugar viendo al frente y cerró los ojos, relajándose mientras éste se estrellaba con un árbol que había por ahí.

La camioneta quedó hecha mierda, por lo que tuvo que hablar a uno de sus cómplices para que le hiciera un último favor y cada quien podría seguir con sus negocios, haciendo que nunca se conocieron. Le ayudaron a subir a Jeremy a la camioneta, mientras se le informaba que ya tenían a la chica y a su madre, todo marchaba bien. Sonrió satisfecho.

El Guardaespaldas (Adam Levine) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora