Prólogo

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Aún podía sentir las lágrimas y toda aquella desesperación que le consumía. Había pasado por muchas situaciones increíblemente dolorosas en su estadía en la milicia, había sostenido la mano ensangrentada de su amigo Jesse hasta que murió ahogado en su propia sangre, había visto cómo de un disparo en la cabeza, James caía muerto; había visto a tantos de sus compañeros y amigos morir, ser torturados; pero nunca sintió esta tristeza desgarradora que lo tenía ahogado en sollozos que le quebraban y hacían doler el pecho.

La sangre bañaba las paredes, la nota en la mesa era clara: "Te lo dije", en aquella letra descuidada, su próximo objetivo.

Se dejó caer de rodillas mientras abrazaba al cuerpo lleno de balas de su madre, quien no tenía la culpa de nada de lo sucedido.

"Juro vengarte, juro hacer esto por ti".

Besó su frente y se levantó, en el camino a la puerta, pateó el cuerpo de su padre, el responsable de todo aquello.

El Guardaespaldas (Adam Levine) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora