Capítulo 3

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Permanecieron en silencio durante el trayecto. Adam se encontraba lo suficientemente disgustado como para intentar reprocharle algo ahora. Lía esperó al llegar a casa para finalmente hablar con él. Tenían que aclarar la situación y lo que sucedería de una vez por todas.

—Me puedes explicar ya, ¿por qué has golpeado así a Chris? —exclamó, apenas Adam cerraba la puerta principal tras de ellos.

—El mocoso me ha retado primero, ha sido en defensa propia —respondió, restándole importancia al asunto del chico—. No tendrías por qué haber ido a la fiesta, en primer lugar.

—No pareció importarte mucho que yo estuviera ahí cuando llegaste —bufó—. ¿Cómo has sabido a dónde he ido?

—Tu padre ha vinculado mi móvil con el GPS de tu teléfono, no fue muy difícil rastrearte —explicó—. Y corrección, claro que me importaba que estuvieras ahí, por eso he ido a vigilarte.

—¿A vigilarme? —cuestionó burlona—. Lo único que has ido a hacer es a coquetear con mi amiga y causarme problemas con Chris. ¿A eso llamas tú vigilar?

—Oh vamos, deja tu estúpida escenita de celos para otro momento. No ha sucedido nada y tú no eres más que mi responsabilidad. Simplemente eso —recalcó y esas sencillas palabras hicieron encolerizar a Lía—. Ahora sube. Hablaré con tu padre de esto y él me dirá qué hacer, si es necesario un castigo o qué sé yo. Posiblemente pueda contactarlo hasta el lunes, así que pasarás el fin de semana aquí, sin ninguna salida de casa, hasta que hable con él. No quiero discutir más por esto.

Sin reprocharle ya nada, se limitó a subir hasta su cuarto. Lía no podía estar más furiosa en ese momento. Por un lado, las palabras dichas por Adam que, aunque sabía que su relación con él no estaba siquiera cerca de una amistad, le molestaba que la viera sólo como eso, como su trabajo o una niña de la que cuidar. Y por el otro, el hecho de lo que había sucedido en la fiesta con Chris, al que tendría que buscar hasta el lunes, pues ahora no respondía a sus mensajes y llamadas. Encima que en cuanto Adam contactara a su padre y se enterara de lo sucedido, se veía encerrada en casa por lo menos un mes. Las cosas no podían estar más difíciles para ella y sólo en dos días podría encontrar una solución a todo.

Pasó el fin de semana encerrada en su habitación. Quería evitar a Adam lo más que fuera posible, en primer lugar, para tratar de dejar de lado esos sentimientos confusos que habían aparecido al verlo coquetear con Charlotte y en segundo, porque seguía molesta por lo sucedido con Chris. Éste aún no le había atendido ninguna llamada. Estaba casi segura que él ya no estaba interesado en ella, después de todo, lo suyo apenas estaba comenzando y parecía que ya había terminado, y todo por culpa del idiota de su guardaespaldas. Sus amigos no dejaban de preguntarle por lo ocurrido y ella les prometió que el lunes les contaría todo apenas tuviera tiempo, y ese día había llegado.

Se levantó con algo de pereza y se dirigió al sanitario, para después comenzar a vestirse para el colegio. Una vez lista, salió de su habitación junto con su mochila, dispuesta a bajar para tomar el desayuno.

Tomó asiento y la cocinera le sirvió un par de waffles con miel y licuado de vainilla a un lado. Adam bajó unos minutos después.

—Buenos días —les saludó a ambas.

—Buenos días —respondieron al unísono, la señora Elina con alegría y Lía con desgano.

—Apúrate, que nos iremos en unos minutos —le informó Adam a Lía y ella sólo asintió.

—¿Tú no desayunarás nada, Adam? —le consultó la cocinera.

—Cuando vuelva, Elina, muchas gracias. Ahora por el tiempo no puedo —le explicó.

El Guardaespaldas (Adam Levine) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora