Capitulo 12.

54 17 1
                                    


Tres rostros distintos.


Jamás se me había echo tan difícil menospreciar algo, y mucho menos cuando se trata de un uniforme tan bonito. Puede que aún no me lo hayan entregado, pero al ver el de Alan puedo imaginar lo bien que se me verá el mío.

Porque estos uniformes son los más bonitos que he visto en el Sistema, son atractivos y realzan la silueta de los Soldados, y prontamente la mía.

No obstante, el Capitán Roger acabó con las ganas que pude haber tenido de entrenar como Soldado, sé que en algún momento lo tendría que hacer ya que es algo obligatorio, pero no esperaba que formara parte de un castigo. 

Me tomo unos minutos en silencio. Estoy sentada en uno de los pasillos sin saber qué hacer, Dina decidió ir a clases sin perder más tiempo, pero yo prefiero quedarme aquí y pensar en la pelea que tuve hace unas horas, en la expulsión, en la bofetada.

Sin embargo, no siento empatía por Kendall, ni lastima o pena, no me preocupa que se haya ido por algo que ella misma provoco, pero he de admitir que me remueve sentir un poco satisfacción.

Pero solo un poco.

Lo que sí me preocupa es no saber cómo reaccionara Alan a todo esto. Puede que se enfade por la expulsión y luego se vea forzado el que tengamos que convivir juntos en una misma cabaña, o tal vez no se enfade pero luego me trate con indiferencia, despues de todo, es su ex novia de quién estamos hablando.

Por lo tanto, evitarlo será la mejor opción, y es lo que hago esos próximos dos días.

Espero a que Alan se haya ido para levantarme y darme una ducha rápida, me cepillo el cabello, los dientes y me lavo con cuidado la cara, pasando por alto el moretón de mí mejilla y el dolor que siento al tocarlo, ya que verlo solo me hace pensar en lo que ocurrió ayer, aunque tampoco es que haya dejado de pensar en ello.

Tres rostros distintos.

El primero me miraba con superioridad, el segundo con burla, y el tercero con pena.

No necesito que me miren con lastima, como lo hizo lo Merry, desde hace mucho he intentado evitar ese tipo de miradas. Tampoco entiendo qué le causaba gracia a Scott, pues parecía satisfecho al ver que Roger me golpeó. Pero lo que más me irrita por sobre todas las cosas, es la autoridad que emanaba el Capitán Roger, esa demanda en su voz que me hacía creer que él estaba a cargo. Eso era intimidante, se creía superior a los demás, como si él fuera el jefe.

Y eso de cierto modo me asusta.

Salgo de la cabaña. Ignoro al grupo de soldados que desayunan en la cafetería y paso directo a las áreas científicas.

Me pongo al tanto de la clase que me perdí y luego de una hora viendo teoría nos llevan a un laboratorio diferente para hacer las prácticas.

Nos dictan las fórmulas y nos entregan ácidos con los cuales debemos hacer un explosivo que se iguale a la similitud de una bomba.

—Los estudiantes nuevos deberán ponerle más esfuerzo a esos explosivos —dice uno de los Superiores—. Las pruebas comienzan después de esta semana y todo lo que hagan está siendo evaluado desde ayer...

Las perlas de sudor se acumulan en mi frente, siento que el pulso me tiembla y el estómago me ruge por no haber desayunado. Releo la teoría, me guío de los ejemplos y observo las indicaciones que la señorita Bruce escribe en el pizarrón.

—Y es muy probable que al momento de las pruebas escojamos la clase más complicada que se les haya dado —finaliza el hombre.

Hago uso de las cápsulas para colocar las mezclas, puede que algunas sean más fuertes que otras, pero ningún explosivo es peligroso, solo creamos detonantes bajos para practicar.

EXTINCTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora