Capitulo 15.

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Una distorsionada realidad.


—¿Qué problema? —pregunto mientras bajamos las escaleras— ¿Es algo malo?

Sam va unos pasos más adelante, casi corriendo, ignorando a las chicas que salen apresuradamente de la piscina y toman la primera prenda de ropa que ven al alcance. Abordamos el elevador.

—Al parecer, uno de los autos salió del perímetro y nos quieren a todos de vuelta —responde, pero no dice más.

La alarma en su bolsillo nuevamente se oye y éste saca de el un reloj con cadena por el cual habla hasta que llegamos al auto.

Esta vez, la morena va en frente y Lucían conduce. Los grandes y extravagantes autos a nuestro alrededor hacen que el nuestro se vea pequeño y fuera de lugar, con sus llamativos colores y enormes ruedas.

—¿Quién creen que haya sido? —pregunta Lucían con la vista puesta en el espejo retrovisor.

Estoy sentada enmedio de Alan y Sam, y ninguno responde. Mientras uno mira por la ventanilla, el otro recuesta la cabeza del asiento soltando un largo suspiro.

—Nadie importante —alega la morena al ver que ambos guardan silencio—, seguro que fue uno de los nuevos...

—Los nuevos no tienen permitido tomar un auto, no se les prestaría el servicio sin terminar el periodo de prueba. —responde Sam en un tono cansón.

—Cierto —apoya Alan— ¿No se te ocurre algo con más coherencia?

La morena pierde la leve sonrisa que antes traía en el rostro, ya no intercambia miradas con Alan como lo hacía esta mañana. Todos se absorben en un debate al cual no le pongo atención, hasta que alguien dice:

—No aguantarían más de una semana sin ir al pueblo, tal vez lo robaron...

—Eso tiene menos coherencia —le suelta Alan—. Vienen de un pueblo cuyo único medio de transporte son los pies, ninguno ha de conocer un auto hasta ahora, mucho menos sabrán manejarlo.

Todos guardan silencio.

No se necesita de inteligencia para saber lo que pasa. Alguien robó un auto y lo llevó fuera del perímetro, tal vez a Camdreith o a otro lugar sobrepasando el límite.

El punto es que algunos creen que fue un grupo de seleccionados, y puede que eso sea cierto.

—Te equivocas al decir que no conocemos un auto —corrijo a Alan—. Mi tía Lilian tiene uno, y como ella muchos en el pueblo también lo tienen.

Fijo la vista al frente a la vez que siento la mirada de Alan a un lado de mí, pero no distingo si piensa decir algo, por lo que continúo.

—Y que te expreses así se oye, de cierto modo, algo ofensivo...

—Alice, no...

—Porque no somos pobres, y nunca lo fuimos en el pueblo. —concluyo.

Y es la verdad, porque Camdreith pudo haber salido a flote de no ser por la ola de tragedias que nos vimos obligados a pasar.

La morena comienza a darle largas a la conversación hasta llegar al Sistema, donde estacionamos junto a una fila de autos más larga de lo que era esta mañana.

Los guardias que vigilaban la entrada se acercan con rostro serio a verificar la placa del vehículo. Intercambio miradas con Sam mientras bajamos del auto, él con disimulo me hace una seña para que me vaya y eso es lo que hago con la morena siguiéndome el paso.

Cruzo el umbral del pasillo hasta llegar a la cafetería, donde voy directo a una de las mesas con bandejas de comida y tomo dos sandwiches de atún con mayonesa, iguales a los que Sam me llevo al laboratorio hace unos días.

EXTINCTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora