Capítulo 2

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Se removió incomodo entre las sabanas, completamente desnudo y con un ligero dolor en los brazos. Sentándose en la cama pudo ver el completo desastre que llenaba el suelo de su habitación con papeles y toallitas húmedas que había empleado para deshacerse de los restos del lubricante que Harry le había hecho usar para masturbarse. Ni si quiera había tenido que comprar el lubricante, un día simplemente apareció un empleado de mensajería con un paquete del tamaño de una caja de zapatos a su nombre, al abrirlo se encontró con varios botes de lubricante e instrucciones muy precisas de Harry escritas a máquina en un papel. El lubricante ofrecía un efecto tedioso para la erección, pero satisfactorio para el orgasmo. A Louis cada vez le sorprendía más el conocimiento sexual de Harry y las ganas de hacer físicamente todo lo que se imaginaba mientras escuchaba su voz al otro lado del teléfono que lo volvían completamente loco.

El problema no era del lubricante, sino que Louis no sabía aplicarlo en condiciones todavía porque era la primera vez que hacía uso de él y haber aplicado demasiada cantidad, los restos habían empezado a resultar pegajoso cuando se vio obligado a limpiarse con lo que tenía a la mano para evitar que Edward pudiese verle. No es que el chico extraño saliese a menudo de su habitación, pero Louis no quería arriesgarse a que la única vez que saliese de su cuarto lo viera de aquella manera.

Un escalofrío recorrió su espalda al imaginarse los fríos ojos de Edward mirándole con odio a través de los cristales de sus gafas. Poniéndose ropa cómoda salió al salón preparando para desayunar sus típicos cereales con leche de los sábados, siempre con el móvil en la mano atento a cualquier mensaje o llamada de Harry.

Mientras vertía la leche en el tazón sobre los cereales la puerta de la habitación de Edward crujió dejando salir al chico vestido de negro y cubierto por la capucha. ¿Quién se creía que era? ¿La parca? Si Louis no lo hubiese escuchado ducharse pensaría que es un guarro que no se ducha, pero el chico además siempre desprendía un olor agradable a melocotón gracias a los productos de aseo.

– Buenos días – dijo Louis con voz cansada por el sueño.

El menor alzo la mirada un instante mirándole por encima de la montura de las gafas, se las coloco mejor empujando la unión del centro con su dedo índice y paso por su lado cogiendo su caja de cereales del estante, dando media vuelta y adentrándose en su habitación mientras masticaba los cereales que iba sacando del envase.

– Capullo maleducado – mascullo Louis introduciendo de mala manera la cuchara dentro de sus cereales mientras se sentaba en uno de los taburetes de la zona del desayuno de la pequeña cocina del apartamento. – ¿Qué le costaba contestar? Siempre igual. Menudo imbécil.

* * *

– ¡Louis! ¡Louis, mira! – se lanzó sobre él un niño de catorce años con su Nintendo DS y sus ojos entusiasmados mientras él trataba de leer 'La Divina Comedia' de Dante, tal y como le habían pedido en el instituto – Mira. He capturado a Mew. ¡Por fin he completado a Pokédex! – Louis bufo poniendo los ojos en blanco. – Louis, no estas mirando...

– Styles, estoy ocupado – levanto su cara delante de la cara del niño. – ¿Por qué no te vas a jugar a otra parte?

– Joder, Louis. Mira que eres rancio. ¿Por qué vienes a mi casa si no vas a jugar conmigo? – frunció el ceño dejando la Nintendo DS sobre la mesa de café.

– Para cobrar. El Sheriff me paga por hacer de canguro, no por hacer de amigo.

– Eres un imbécil. Tú antes molabas, Louis. ¿Qué mierda te ha pasado?

– ¿Otra vez con lo mismo? – se apretó el puente de la nariz con cansancio – Edwardimbecil, a ver si te queda claro, que tú y yo nunca hemos sido amigos. Me molesta tu voz, tu cara... Tu sola presencia me perturba. Sal. De. Mi. Vista.

CONTROL - L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora