CONTROL - L.S

Capítulo 13

¡Hola! Soy la Barbie Guía, mantengan manos y dedos en el teléfono, "accesorios" fuera. Y no tomen comenten con una sola mano por su seguridad ¡Por faa! ¡Mil besos! 

A finales de marzo seguía haciendo algo de frio en Nueva York, pero ese frío se concentraba en las horas de oscuridad sobre todo ya que el sol empezaba a sentirse cálido y reconfortante. El proyecto de fin de carrera lo tenía casi terminado, solo necesitaba una buena presentación y el visto bueno de su tutor. El equipo de lacrosse de Nueva York estaba en los cinco primeros de la liga universitaria, incluso el trabajo le costaba menos esfuerzo.

Todo iba bien.

O eso quería creer.

Poco a poco estaba cayendo en algo que no entendía, sus sentimientos estaban hechos un lio y era incapaz de controlarlos. A veces estaba realmente excitado y al segundo siguiente estaba mosqueado, sabía que el motivo se concentraba en Harry y la extraña relación que tenían. Tenía miedo de que cuando llegase mayo y él abandonase la universidad, Harry le dejase. Tenía miedo de que encontrase otro chico con el que divertirse. Y ese miedo se apoderaba de él.

Habían mejorado mucho en esa incomodidad de las actividades cotidianas como ir a la compra juntos, pasear, ver televisión o comer. Y hablaban. Le encantaba hablar con Harry, pero se sentía incompleto de alguna manera porque no llegaba a ser el Edward de sus recuerdos y sabía que eso se debía a él.

Adoraba esas manos frías por su cuerpo, ese olor a melocotones inundando sus sentidos sus gemidos retumbando en su cerebro... El sexo era la mejor experiencia con Styles y someterse a sus deseos era lo que más le excitaba.

En momentos como ese se arrepentía.

Le hubiese gustado poder decir que se arrepentía, pero eso sería mentir de manera descarada.

Edward llegaba de dar clases así que todavía llevaba puesta la ropa de profesor, con su camisa blanca remangada hasta los codos y las gafas de pasta resbalándose por el puente de su nariz mientras le miraba con tranquilidad sentado en una de las sillas que utilizaban para sentarse a comer, esos ojos hambrientos y dominantes decorando su rostro junto a una lujuriosa sonrisa de suficiencia. En la mano sostenía el puñetero mando del vibrador – o estimulador de próstata, como a Harry le gustaba llamarlo –y jugaba con las intensidades del aparato como si estuviese buscando descifrar una clase de código mientras él, en calzoncillos, se retorcía apoyándose en la barra americana que dividía la zona de la cocina de la zona del salón del apartamento.

–Fizzy dice que no está nada contenta con su profesor de imagen. Claro, yo le he dicho que hay veces que para sacarse la carrera que nos gusta tenemos que pelear las clases con profesores gilipollas. Desde el instituto. Pero es normal que ella no lo haya experimentado hasta ahora porque en el instituto siempre le ha ido bien y los profesores no han sido malos del todo. Menos Harris, obvio –habla Lottie con Louis por el teléfono móvil de este.

–Claro, tienes razón. –articuló con mucho esfuerzo.

Habían empezado a jugar cuando Lottie había llamado, y el pervertido de Harry le había ordenado contestar la llamada y no cortarla hasta que su hermana dejase de hablar o él se lo permitiese. Pero, joder... ¿Harry era consciente de lo que estaba haciendo?

No registraba nada de lo que su hermana estaba contándole, solo podía sentir la manera en que ese aparato vibraba de manera intermitente en su interior cambiando de intensidades obligándole a veces a morder su propio antebrazo apartando el móvil de su rostro para que su hermana no le escuchase gemir.