𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏

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1 de septiembre. Regreso a Hogwarts. Cuarto año. Agnes y Alena se reúnen en la plataforma para abordar el expreso a Hogwarts.

—Te diría que te extrañé pero estuvimos juntas prácticamente todo el verano —comentó Agnes al ver a Alena acercarse con su baúl.

—Bla, sólo sé que ya quiero llegar para comer algo delicioso y por supuesto, dormir —respondió Alena subiendo al vagón.

Durante el camino en el tren, estuvieron charlando mediante su celular con su amiga Rosaline, quien volvía a la escuela después de un año de intercambio en Durmstrang, las amigas estaban emocionadas de volver a reencontrarse.

«Llegaré tarde, tuvimos problemas con algunos objetos mágicos que trajo mi padre. Guardenme pastel que seguro no llego a la cena», escribió Rosaline por mensaje.

Siguieron hablando durante horas acerca de su verano y algunos recuerdos vagos que tenían de años atrás.

—Ya llegamos, vamos a bajarnos del tren, Alena —comentó Agnes, quien estaba apunto de dormirse en su asiento.

—Menos mal, ya me estaba doliendo todo aquí —respondió Alena saliendo del vagón.

Las chicas se abrigaron al llegar a la estación de Hogsmeade, el viento estaba helado. Subieron a sus carrozas como de costumbre, evitando que cualquier otro ser humano osara intentar compartir con ellas.

Una vez que llegaron a Hogwarts y luego de escuchar la aburrida charla de bienvenida que Dumbledore hacía cada inicio de año. Alena esperó que comenzara el banquete, atacó un par de pasteles y sándwiches y se marchó a su cuarto cansada. Sin embargo, Agnes se quedó en el comedor.

—¿Cómo estuvo el verano? —preguntó de repente Blaise. Agnes se exaltó, estaba hundida en sus pensamientos.

—¿Qué? —preguntó—. Ah, si. Todo bien, gracias Blaise. ¿Qué tal las tuyas?

—Todo bien también. Mi padrastro nos llevó a Asia. Oye, ese pastel de ahí —dijo apuntando a las manos de Agnes—, ¿te lo vas a comer?

—No —respondió Agnes intentando disimular su incomodidad. Alena la había dejado sola—, no. Puedes comertelo —respondió distraída.

La pelinegra entró a su celular y encontró la salvación que necesitaba al mensajear con sus amigas. Alena estaba en los dormitorios, acostada y Rosaline estaba a media hora de llegar. De pronto, sintió que alguien la observaba y su instinto la llevó directamente un par de mesas allá, donde estaban los Hufflepuff. Desde ahí un chico pálido, de cabello castaño y bastante guapo, la observaba sin disimulo. Pero apenas notó su mirada, desvió la suya y sus mejillas se sonrojaron notoriamente.

—Agnes —dijo nuevamente Zabini sacándola de sus pensamientos—. ¿Podríamos hablar? Sé que no es el lugar, pero de verdad siento que debemos hablar.

—Dejala en paz Zabini —dijo Draco, que acababa de sentarse a su lado.

—No te metas —le respondió molesto Blaise.

—Dale un respiro. Acabamos de llegar a Hogwarts, con eso es suficiente para que sea un completo día de mierda —le recriminó Draco mientras se servía comida.

—Es verdad —respondió Agnes respaldandose en su primo—, no es el momento. Pero, confía en mi palabra, lo haremos.

Agnes se puso de pie y se retiró sin dar ninguna explicación, estaba harta y era el primer día. Caminó hasta las mazmorras, dijo la contraseña y se introdujo en la cálida y tranquila Sala Común de Slytherin, no había nadie y eso le dio gusto. Caminó directamente a los dormitorios y entró dando un brinco en la cama sobre Alena, que estaba dormitando.

—¡Carajo Agnes!, ni que fueras tan ligera como una pluma —se quejó Alena sin tener de otra que hacerse un lado de la cama para que Agnes se acomodara— ¿Ya terminó el banquete?

—No, llegué antes porque Blaise quería hablar.

—Tiene todo el derecho, de verdad le debes una explicación.

—¡Rosaline! —gritó de felicidad Agnes, interrumpiendo a Alena tras ver a su rubia amiga entrar a la habitación que compartían. Encontró oportuna su llegada, no deseaba tocar el tema sobre su relación con Blaise, no por el momento.

Alena no tardó en acercarse y abrazarla también, ambas le dieron la más cálida y cordial bienvenida. Rosaline de inmediato tomó la tarta que Alena le había guardado, moría de hambre, fueron muchas horas de viaje y solo quería probar su deliciosa tarta de calabaza, mientras sus amigas se dedicaban abrir y sacar todos regalos que había traído de su viaje.

—Gracias por esto Rosaline, es el libro de encantamientos que quería— sonrió Alena hojeando el libro de pasta dura que yacía en sus manos.

—No hay de qué —respondió Rosaline llevándose un bocado de tarta a la boca —¿Y? ¿Ya saben quién es el profesor de D.C.A.O?

—No creerán quien es —dijo Agnes sentándose en la cama de en medio—. Hoy se presentó, y fue el mismo Dumbledore quien lo trajo.

—Agnes odio tanto que le des vueltas, solo habla —se quejó Alena.

—¡Fastidiosa! Bien, es Alastor Moody...

—¿El auror? —agregó Alena — ¿De verdad es él?

—Sí, incluso le tomé una foto para que lo vieran —dijo Agnes mientras sacaba su teléfono para mostrar que lo que les contaba era real. En ella se veía a Alastor y Dumbledore conversando amenamente.

—Dicen que ese tipo está loco. Además, un mortigafo le quitó parte de su nariz —dijo Alena asqueada.

—Evan Rosier, para ser exactas —contestó Rosaline con la boca llena, seguía comiendo de su tarta.

—Vi a Diggory en el banquete —dijo Agnes mirándose al espejo mientras afirmaba un vestido que le había enviado la madre de Rosaline—, no está nada mal.

—¿Agnes? —dijo Rosaline sorprendida— ¿Necesitas lentes?

—No estará más guapo que Michael Corner —añadió Alena mientras se estiraba en la cama y hojeaba su nuevo libro de Encantamientos.

—Vamos —dijo Agnes mirando a sus amigas con una sonrisa—, es guapo. Y se ve más alto que hace un año.

—Corner no es mi tipo —respondió Agnes aún sosteniendo el vestido.

—¿Cuál es tu tipo? —preguntó Rosaline— ¿Draco?

Agnes la ignoró, acostumbraba que sus amigas le hicieran ese tipo de bromas. Pero Draco era solo su primo.

—Los de Slytherin este año se quedaron atrás. Los de las otras casas están mucho más atractivos ¿O será porque les veo la cara todos los días?

—¿Sabes quien muere por ti? —preguntó Agnes a Alena—. Theodore Nott. Draco me contó.

—¡Tengo sueño! —gritó Alena ignorando a su amiga. Los chicos de Hogwarts no eran para ella, tenía gustos bastante peculiares que seguramente sus amigas no entenderían.

—¿Juntamos las camas? —preguntó Agnes al fin soltando el vestido y caminando a su baúl.

—Por Merlín, no —respondió Alena buscando su pijama.

—Vamos Lena, las extrañé. Solo por esta noche —pidió Rosaline.

—Solía encantarte —la regañó Agnes tirando una almohada sobre su cabeza.

—Solo si voy en el medio —exigió Alena con tono autoritario.

Sus amigas aceptaron encantadas. Rosaline saltó para unir las camas una vez que tuvo el pijama puesto y las demás la siguieron. Apagaron las luces, se acomodaron entre las mantas y se durmieron para comenzar con un nuevo año escolar. 

𝑺𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆𝒓𝒊𝒏 𝑴𝒂𝒍𝒆𝒇𝒊𝒄𝒊𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora