𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟓

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Al día siguiente las chicas habían despertado ese día con un sabor amargo en sus bocas. A pesar de lo molestas que habían llegado a estar la una con la otra, Rosaline y Agnes se miraron y ambas sintieron la culpa que la otra cargaba por haber dejado que todo se les escapara de las manos.

—Lo siento Agnes —dijo Rosaline al mismo tiempo en que su amiga abrió la boca, seguramente para decir lo mismo—. Fue un verano difícil, con la mudanza y lo de Ronald. Lo que menos necesito ahora es estar peleada con mis mejores amigas.

—Está bien —respondió Agnes con comprensión—. Yo también sé que puedo llegar a ser pesada, lo siento, no quería ofenderte.

—No lo hiciste —contestó Rosaline sonriendo—, está todo bien. Estará todo bien chicas —añadió mirando también a Alena.

Sus amigas le brindaron una sonrisa que bastaba para que supieran que todo estaría bien entre ellas.

Durante el almuerzo Regulus pidió hablar en privado con Agnes, dándole varios sermones sobre no volver al colegio, según la menor de los Black creía que Sirius y todos los de la orden le habían lavado el cerebro a su hermano favorito y ahora también creía en el regresó de Voldemort.

Ese mismo día un poco más tarde, las chicas iban de camino a la estación para dirigirse a Hogwarts. El camino se hizo más largo de lo normal, a pesar de que habían solucionado los problemas del día anterior, la tensión estaba en el aire. Alena y Agnes apenas habían cambiado palabra, estaban hundidas en sus libros de Encantamientos y Pociones. Rosaline había tenido que ir al compartimento donde estaban el resto de prefectos de las otras casas. Cuando vio a Malfoy reunido con los otros chicos sintió que alguien le había tirado un Petrificus Totalus, sin embargo intentó quedarse cerca de Ronald mientras les daban indicaciones y simplemente intentaba olvidar la presencia del platinado, que la miraba de vez en cuando con el ceño fruncido.

Cuando el expreso al fin llegó a la estación de Hogsmeade las chicas se dispusieron a hacer sus cosas de manera separada. Agnes guardó de nuevo a Artemis en su jaula y le pidió a Blaise que llevara su mochila, aunque él no quería, siempre terminaba cediendo a lo que pedía su mejor amiga. Por otro lado, Alena iba caminando junto a Theo, que se había acercado a ella a penas el tren se detuvo, ofreciéndose a llevar sus cosas y acompañarla hasta los carruajes, ella había aceptado con amabilidad, habían muchas cosas y malos entendidos que Alena quería solucionar con él y lo mejor era empezar con el pie derecho.

Un poco más adelante, Rosaline y Draco se ocupaban de guiar a los de cursos menores y sobre todo los de primero a seguir al pie de la letra todo lo que debían hacer. Iban camino a los botes cuando se cruzaron con Potter, Weasley y Granger, estos últimos dos también encargados de los recién llegados de sus casas.

Rosaline miró a Ron sobre las cabezas de los pequeños y le sonrió. Draco, que no se perdía ni un segundo de lo que ella hacía siguió con la mirada a lo que ella estaba prestando atención y no lo pensó dos veces, dio largos pasos con aires de ganador. Agnes y el resto de sus amigos iban pasando por ahí cuando el platinado se paró frente al trío de oro.

—Me sorprende que el Ministerio te haya dejado libre, Potter. Pero no te preocupes, Azkaban ya tiene una celda con tu nombre en ella.

Harry lo miró por un segundo y enseguida se abalanzó sobre él mientras Ronald lo detenía por los hombros. Draco, que no esperaba esta reacción, dio rápidos pasos hacia atrás y chocó con el cuerpo de Rosaline, quien no dudó en tomarlo por la mano escondiendola detrás de la espalda del platinado. Blaise y Theo también se acercaron a respaldar a su amigo, pero el momento pasó tan rápido que se sintió como si casi no hubiese existido, incluso los de primero ya estaban lejos del lugar. Los de Gryffindor continuaron su camino, pero Rosaline sintió la culpa sobre sus hombros al notar la mirada de odio de Ronald hacia ella y el chico que estaba a su lado.

𝑺𝒍𝒚𝒕𝒉𝒆𝒓𝒊𝒏 𝑴𝒂𝒍𝒆𝒇𝒊𝒄𝒊𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora