VI.IV

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Jihoon cayó al suelo justo en el último escalón, estaba cansado y Hoshi se había puesto constantemente más pesado por lo que dio mal el paso y cayó de frente sin poder meter sus manos de por medio. Hoshi rodó apenas unos centímetros lejos de él y soltó un quejido que Jihoon imitó al segundo. Las luces estaban apagadas, o habían fallado, y las ventanas estaban rodas. Había ropa regada y libros junto con zapatos abandonados, pero no había larvas.

Se levantó con dificulta y levantó a Hoshi jadeando. Se miraron por un par de segundos.

—Me siento fatal...— Murmuró Hoshi.

—Lo sé, por eso tenemos que seguir...

Alguien entró al lugar gritando con tanta fuerza que se desgarraba la garganta, Jihoon empujó a Hoshi para que se moviera hacia la cocina y justo antes de entrar una persona apareció, era un alumno que tenía una babosa sobre el hombro, esta mordiéndolo de tal manera que sangraba en todo el brazo, y justo detrás de él la seguían pequeñas babosas más. Jihoon se apresuró a entrar a la cocina y cerró la puerta. No podía ayudarlo...o quizás sí.

Dejó a Hoshi sentado en una esquina y comenzó a buscar en los estantes. No arriesgaría a Hoshi ni a si mismo, pero si podía encontrar lo que buscaba a tiempo entonces salvaría a aquella persona...y si su plan no era correcto entonces perdería toda esperanza. Tiró varias cosas y rompió otras, incluso se llenó la ropa de distintas especias, aun así no se detuvo. Y tan pronto lo encontró tomó el objeto con ambas manos y lo sacó de golpe corriendo hacia la puerta.

—No te muevas.— Le ordenó a Hoshi y este asintió. ¿Qué pasaba si se equivocaba? Estaría jodido. Le dio un beso en la frente seguido de un suave golpe para contrarrestar la acción.

Cuando abrió la puerta de nuevo el chico estaba a varios pasos lejos de él, en el suelo y con las babosas acumulándose y mordiéndolo. Aun se movía. Se acercó tan rápido como pudo rompiendo la bolsa que llevaba en las manos y lanzó su contenido sobre todos los animales. Estaba temblando y apenas estaba dándose cuenta de que había dejado de respirar. Todo en él era confuso y sin duda tenía miedo.

Quería despertar sobre su cama y que todo fuera una pesadilla.

Aquellos animales soltaron gritos agudos mientras se retorcían, sus asquerosos cuerpos soltando una sustancia sobre el chico que lo hacía gritar desesperadamente. Cuando se terminó el contenido de la bolsa no le quedaba más que alejarse. Entonces solo observó con una mano en su boca y nariz para no gritar.

Las babosas se encogieron tal y como lo había hecho el animal que escupió Dino semanas antes. Entonces estaba en lo correcto.

Alguien abrió la puerta de golpe y lo obligó a levantar la cabeza y casi correr, pero no lo hizo, se quedó de pie observándolos.

—Ya te diste cuenta ¿verdad?— Le preguntó Dino mirándolo a los ojos. —Son como babosas. La sal las mata.

Podía salvar a Hoshi.

—Aléjate del líquido, es como acido.— Habló Minghao y justo detrás de él salió Jun con un pie vendado.

Al menos ellos estaban vivos.

Parásito [SoonHoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora