Capítulo 1. Poco a poco

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Hay una melodía que me encanta, la Sonata para piano n.º 14 en do sostenido menor de Beethoven, mejor conocida como Claro de Luna

Desde que escuche esa sonata descubrí mi pasión por el piano, tendría unos 5 años, y se la escuché a un hombre en un restaurante al que fuimos con mis papás, me acerque y le pregunté sobre la canción que tocaba, me dijo algo que aún sigue sonando en mi cabeza: "es lindo ver a personas que se interesan en la música desde tu edad, seguramente llegarás muy lejos, confía y siempre cree en ti misma", obviamente mis papás me regañaron después de eso por hablar con extraños, pero ese día descubrí que quería dedicarme a la música

Mis padres siempre me apoyaron, tome clases de piano un tiempo cuando era más chica, luego comencé a componer mis propias canciones, es cierto eso que dicen que la música es el idioma universal, con ella puedes decir lo que no se puede poner en palabras, o lo que no te atreves a decir en voz alta

Comencé también a hacer música con mi hermana, Bia, ella es 10 años menor que yo, pero tenemos una conexión muy especial, cuando éramos más chicas nos encantaba cantar juntas, siempre la quise enseñar a tocar el piano pero ella se negaba cada vez, aún así me encantaba pasar el tiempo con ella

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–¿En qué estás pensando Helena?

–Ya te he dicho que no me gusta que me digas así

–Esta bien, Ana... – dijo en un tono de ironía

–Estaba pensando en mi hermana, ya se tardó en llegar

–Es verdad, Bia siempre es muy puntual

–Corrección, Bia siempre era muy puntual, me gustaría que las cosas volvieran a ser como antes, ¿sabes? antes del accidente y todo eso... se que extraña a mis papás pero yo también lo hago, todos los días lo hago, a veces pienso que hubiera pasado si yo...

–No pienses en eso ¿si?, todo se va a arreglar con tu hermana, ya verás Helena, confía – dijo y me dió un beso en la frente

–¿Otra vez Helena?

–Perdón – dijo y ambos reímos

–Gracias por apoyarme siempre – dije mientras tomaba su mano y él me sonrió, en eso sonó mi teléfono, tome mis lentes y mire el celular

–¿Bia?

–No, es Thiago...

–Ah, Thiago...

–Es mi amigo Victor, ya te lo había dicho, no quiero tener está conversación contigo otra vez

–Tenés razón, ya no digo más – dijo haciendo un gesto de cierre en la boca y se fue hacia la cocina, mire mi celular de nuevo y conteste

–Oi Thiago

–Ana, ¿como vas? tiene mucho que no se de vos

–Lo se, todo bien, tratando de acercarme a Bia, ya sabes

–Espero que todo se solucione pronto, se lo mucho que quieres a tu hermana

Si, yo también lo espero

–Pietro va a hacer algo por el cumpleaños de Daisy, si querés podés venir y traer a Bia, Víctor también está invitado

–Claro, bueno no sé si Bia quiera ir, pero sea como sea ahí estaré, me hace mucha falta verte

–Y a mi... ¿nos vemos más tarde entonces?

–Nos vemos, adiós – colgué

–¿Nos vemos? – dijo Víctor entrando de nuevo con un vaso de agua

–Es el cumpleaños de Daisy y nos invitaron a la residencia, vos también vas a ir

–Ana...

–Por favor Víctor, nunca quieres ir con mis amigos

–Por eso mismo, por qué son tus amigos, además estará Thiago y...

–Crei que ya habían solucionado las cosas con Thiago

–Eso no quiere decir que ya olvide todo

–¿No puedes hacer un esfuerzo? Hazlo por mí – dije juntando mis manos y poniendo unos ojos de súplica

–No me pongas esa cara... – dijo y me acerque más –Sabes que esa carita tan tierna no va a funcionar conmigo – dijo tocando mi nariz, lo cual me hizo reír un poco

–Es verdad, ya no te puedo chantajear con eso

–Ve tu, de verdad – me dijo y me abrazo, en eso se escuchó la puerta

–Bia – dije y me acerque

–Lo siento por llegar tarde, me quedé hablando con Chiara y Celeste y se me fue el tiempo

–Esta bien, te esperamos para comer

–No se hubieran preocupado, yo comí algo en el colegio – dijo mientras se dirigía a su habitación

–Espera – dije parando a Bia antes de que se fuera –Es el cumpleaños de Daisy y nos invitaron a la residencia, me gustaría mucho que vinieras conmigo

–Esta bien, iré

–¿De verdad? – dije con algo de sopresa y volteé a mirar a Víctor

–Si... Ana, no quiero que pienses que no me importas, tampoco que pienses que no quiero poner de mi parte, es que ha sido muy difícil para mí sobrellevar todo lo que pasó solo... poco a poco

–Si, esta bien, te entiendo perfectamente

–¿Puedo invitar a Chiara y Celeste?

–Claro si, gracias por aceptar venir – asintió y se fue hacia su habitación, mire a Víctor y sonreí –¿La oíste?

–Si – dijo y me sonrió también

–Es la primera vez que acepta salir a algún lugar que no sea al colegio ¿entendés? – dije dando pequeños saltos pero con un tono de voz algo bajo

–Si, te veo la felicidad

–Estoy muy feliz... tengo que ver qué me pondré – dije y Víctor me sonrió

–Tenía mucho que no te veía así, te ves mucho más linda cuando sonríes – dijo y yo torci los ojos mientras seguía sonriendo

El resto del día me la pasé casi saltando de la alegría, habían pasado ya 3 años desde que pasó el accidente, recuerdo que yo estaba muy emocionada, había unas audiciones para un concurso, iba a ser mi oportunidad de mostrarle al mundo mi talento, era cerca de Brasil y mis padres se ofrecieron a llevarme, Bia se quedó en Argentina con una de sus amigas ya que esa semana tenía exámenes en el colegio, pero jamás logramos llegar a la audición, fui la única que sobrevivió ese día, sentí mucha culpa, y durante mucho tiempo creí que Bia me culpaba también, ella tenía solo 13 años, me imagino lo duro que debió ser para ella, tuvimos que seguir adelante las dos solas, pero Bia se cerró en su mundo, no quería ver a nadie, no quería salir, ni siquiera hablaba conmigo, convencerla para ir al colegio cada día era demasiado difícil, poco a poco comenzó a hacelo por su cuenta, pero solo eso, por eso me pone tan feliz que haya aceptado ir a la residencia, y se que poco a poco podrá ir recuperando su vida, y ser la misma de antes

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora