Capítulo 24. Cuatro días de obscuridad

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Dia 1.

A la mañana me desperté temprano y baje las maletas que había empacado en la noche, iba a irme en cuanto escuché el audio de Thiago, pero tenía cosas que resolver con Víctor y con Bia, ya huí una vez, no quería hacerlo de nuevo, me senté en la mesa de la cocina mientras me tomaba un té

Bia llegó y puso unos papeles en la mesa de muy mala gana y golpeando la mesa, mire los papeles y luego la mire a ella

–¿Qué te pasa Bia? – dije mientras me levantaba de dónde estaba

–Mira – dijo mientras me miraba con unos ojos intimidantes, la mire algo confundida y tome los papeles que había dejado en la mesa

Al verlos mis manos comenzaron a temblar, empecé a sentir mucho miedo –¿De dónde sacaste esto?

–Chiara los tenía entre sus cosas

–¿Estabas revisando las cosas de Chiara?

–¿Qué importa lo que hacía? – dijo levantando un poco la voz y me arrebato los papeles de la mano, unas lágrimas salieron de sus ojos

–Cálmate, déjame explicarte – dije tratando de acercarme a ella pero ella se alejaba a cada paso que daba

–¿Qué me vas a explicar? ¿Qué eres una ladrona? – dijo, agache la mirada mientras unas lágrimas corrían por mi mejilla

–No, no es lo que crees, si me dejas explicarte... – dije entrecortando las palabras, sentía un gran nudo en la garganta, Bia me interrumpió antes de que pudiera decir otra cosa

–No solo eso, si no que ni siquiera puedes volver a Brasil – dijo mientras caminaba de un lado a otro

–Bia...

–Por eso que mis papás nunca querían llevarnos, todas esas excusas del trabajo, era todo mentira ¿no?, no podíamos ir a Brasil por tu culpa

–Tu aun eras muy chica para entender esas cosas, pero no es como crees

–Es como es, y aquí lo dice claramente – dijo mientras lanzaba los papeles a la mesa

–Solo escúchame ¿si?, si mis padres estuvieran acá...

–Pero no están, y eso también es tu culpa

Me quedé en silencio en cuanto escuché eso, sentía el corazón muy acelerado y las palabras no me salían, empecé a sentir todo lejano, como si de la nada hubiera dejado de ser yo, comencé a caminar lentamente hacia atrás hasta que tropecé con las maletas que había empacado, tome una de ellas y salí corriendo del lugar

Corrí por toda la calle hasta llegar a una carretera, solté la maleta y me senté sobre ella. Había tenido discusiones con Bia antes, pero jamás me había dicho algo así, las lágrimas ni siquiera me salían, no podía sentir ni tristeza, ni impotencia, ni rabia, nada

Comencé a caminar por toda la carretera hasta que llegue a una parada de autobuses, me senté ahí esperando a que pasará alguno que me llevará hasta la ciudad. Estuve ahí un tiempo, ni siquiera sé cuánto, hasta que pasó un autobús, llegué a la ciudad cuando el sol ya se había metido

Fui directamente a casa y me encerré en mi habitación, me acosté sobre mi cama y comencé a llorar, llore hasta quedarme dormida

Día 2.

Desperté y me quedé acostada viendo hacia el techo, me sentía vacía, no podía ver nada con claridad, como si estuviera en un pozo oscuro que te impide ver la luz, luego de un rato me levanté y me quedé sentada en la orilla de la cama, en mi cabeza solo se repetían las palabras de Bia una y otra vez, me levanté de la cama y mi cabeza se sintió pesada, inconscientemente me fui hacia un lado chocando con el escritorio que estaba al lado cerré los ojos un momento hasta que me calme un poco, mire el escritorio y vi las partituras que había dejado encima

Tome las partituras y las puse sobre la cama, saque del armario mi piano portátil y lo puse sobre la cama también, creí que la música me ayudaría en este momento

Estendi todas las partituras sobre la cama, mire cada una de ellas, trate de tocar alguna pero era inútil, ni siquiera podía sentir la música, me comencé a desesperar y en un arranque tome las partituras y comencé a romperlas, simplemente no podía verlas más, tome el piano y lo lance hacia la pared haciendo que varias teclas cayeran al suelo

Me recargue sobre la pared y me deslice hacía el suelo, puse mis manos en la cara y comencé a llorar, me comencé a sentir tan pequeña, realmente quería dejar de sentirme así, pero no tenía idea de que hacer

Día 3.

Entre al baño y me dispuse a tomar una ducha, entre a la regadera y me quedé debajo del chorro de agua un buen rato. Al salir entre a la habitación enredada en una toalla, saque ropa del closet y me cambié, al mirar de nuevo ví una caja dentro del closet, era una caja que tenía de cuando era más chica y que jamás volví a abrir

Saque la caja y la puse encima de la cama, mire al suelo y vi las partituras tiradas por todos lados y el piano portátil también, lo levanté y lo puse sobre la cama junto con todas las teclas que habían caído, pensé en repararlo después

Abrí la caja y sentí un vacío enorme al ver todo lo que estaba adentro, lo primero que ví fue una pequeña libreta, donde escribia todo lo que se me ocurría para nuevas composiciones, canciones que empecé y jamás termine, de todas esas solo una logré terminarla, y fue la canción que cantaba para Bia

Había también muchísimas fotos mías con mis papás, con Bia, y con Víctor, incluso algunas con compañeros del colegio que ya ni siquiera recordaba. Luego ví mi pañuelo dorado que usaba en la muñeca todos los días cuando era más chica, lo saqué y lo mire por un rato, al verlo me hizo recordar todo lo que había pasado, todos los recuerdos del accidente vinieron a mi mente

Al final Bia tenía razón, yo era la culpable de que mis papás no estén aquí, y me sentia tan enojada conmigo misma por eso, comencé a sentir muchísima desesperación, apreté el pañuelo con ambas manos muy fuerte y no podía dejar de temblar, tome la caja y la lance de vuelta al clóset, me acerque al clóset y comencé a lanzar toda la ropa que ahí estaba, me sentía tan impotente, enjoada, desesperada. Comencé a sentir que el aire me faltaba, en un momento me caí suelo y empecé a llorar, realmente quería desaparecer

Día 4.

Llega un punto de cuando estás en un pozo, sola, rodeada de obscuridad, que ya ni siquiera tienes noción del tiempo, sentía que la cabeza me pesaba, un dolor insoportable, creo que los dolores de cabeza se estaban volviendo cada vez peor, pero ningún dolor físico se comparaba con el dolor que estaba sintiendo por dentro

Estuve sentada sobre la cama un buen rato, no se cuanto tiempo estuve así, ni siquiera sentía que los minutos o las horas pasaran, de un momento a otro me deslice hacia el suelo quedando a la orilla de la cama, estando ahí ví el pañuelo dorado lo mire durante un rato, lo tome y lo lancé hacia otro lado, puse mi cabeza sobre mis rodillas mientras abrazaba mis piernas y comencé a llorar, estaba tan cansada de sentirme así, pero no podía evitar llorar cada vez

–¡Ana! – escuché la voz de Thiago, ni siquiera me di cuenta en qué momento entro, o cómo supo que estaba aquí, levanté la cabeza y lo mire

–¿Qué haces aquí? – le pregunté como pude, las palabras no me salían bien, sentía un nudo en la garganta

–Estaba preocupado – me dijo, no pude evitar llorar y lo abracé, él no dijo nada y me abrazó también, me sentí un poco mejor de que estuviera aquí, a como me estaba sintiendo en ese momento, no se que hubiera pasado si Thiago no llegaba

Claro de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora