Capitulo 26

724 49 4
                                    

Decidí pasar el resto del fin de semana sola en mi casa. La resaca post margaritas y las dudas que asaltan mi cabeza desde la conversación con las chicas, fueron mi única compañía. Paul quiso verme y le dije que quería pintar. Una burda mentira de una persona que no puede entrar al atelier de su propia casa sin deprimirse completamente.

Todo es extraño. Sigo sin comprender que puede querer decirme Norman acerca de Paul. Ahora puedo estar segura que ellos se conocen de alguna manera, pero por más vueltas que le di en mi cabeza al tema todo el día de ayer, no llegué a ninguna posibilidad que me parezca viable.

También pensé mucho en Paul y sus actitudes de revisar mi teléfono. No tengo dudas que es por Norman, en un intento por evitar que hablemos. Eso hace que me sienta más intrigada. Y aunque no deba ser así, se que ya lo estoy condenando antes de saber que ocurre. Sino tuviera algo que ocultar, no estaría tan nervioso y obsesivo.

Hemos trabajado todo el día juntos y ahora compartimos una botella de vino sentados en el sillón de mi casa. Tengo que preguntar. Tengo que averiguar qué es lo que está sucediendo. No podemos seguir así. Las dudas nunca van a dejarme tranquila.

-          Paul… - murmuro.

-          Dime, Amor… - responde al tiempo que usa el control remoto para buscar una película.

-          Necesitaba preguntarte…

Mi celular, que he dejado sobre la mesa de café comienza a sonar. Logro ver en la pantalla que es Norman. Sé que Paul también lo ha visto. Cuando estiro mi mano para tomarlo, el se adelanta y presiona el botón para rechazar la llamada.

-          ¿Qué estás haciendo Paul? – murmuro tratando de mantener la calma. No quiero pelear, quiero respuestas. 

-          Rechazando la llamada de un ex novio insistente… - me responde apretando los dientes y mirándome fijamente.

Este el tipo de actitudes de él que me asustan. Esa paranoia, esa obsesión… no es algo típico en Paul. O por lo menos no lo era hace dos años. Ambos nos sostenemos la mirada. Sus ojos son fríos, en este momento pareciera que me odia.

-          ¿Tienes muchas ganas de hablar con él, Emma? – pregunta con su voz inundada de sarcasmo - ¿Una semana conmigo y ya no aguantas las ganas de escuchar a ese muñequito de torta que se hace el rebelde? ¿Eh?

-          No se trata de él, Paul… Ya hablamos al respecto. No me gusta que manejes mi celular – me lleva todo mi esfuerzo tratar de mantener la calma - En el trabajo no puedo utilizarlo y cuando estamos aquí, tu contestas por mi y lees mis mensajes… Esto no es normal, y yo…

-          ¿Por eso no quieres tener sexo conmigo, Em? ¿Estás esperándolo a él?

Wow, cambio de tema. Es como si Paul no me escuchara. Se incorpora del sillón, con mi celular todavía en su mano. Se para frente a mi biblioteca.

-          Tú no entiendes que estoy cuidándote. Reedus no es bueno para ti… ¿No ves lo que le hizo a su novia? ¿Quieres terminar igual? – me pregunta, mirado un punto fijo en la pared y apretando mi teléfono en sus manos.

-          Paul… - trato de continuar calmada, aunque cada vez me cuesta más – Yo no necesito que me cuides. No lo hiciste durante dos años, y estoy bien… ¿Lo ves?

Okey, ¿Quien está utilizando el sarcasmo ahora, Señor Inteligente? Yo también me incorporo del sillón. Él no responde y me mira.

-          ¿Puedes devolverme mi teléfono, por favor? – le digo y me acerco un paso hacia donde está, extendiendo mi mano.

-          Tienes muchas ganas de ver lo que te escribe o los mensajes que te deja en tu contestadora, ¿Verdad? – murmura con una media sonrisa, sosteniendo mi teléfono con dos dedos y balanceándolo frente a mi cara.

-          ¡Basta, Paul! ¡Es mi teléfono y lo quiero! – mi calma se rompió y estoy gritando - ¿A qué tienes miedo? ¿Qué va a decirme Norman acerca de ti?

Paul fija su mirada en mis ojos. Los suyos están vidriosos, llenos de ira. En un rápido movimiento, tira mi teléfono, estrellándolo contra el piso y haciéndolo romperse en mil pedazos. Me toma por los codos y me aprieta. Siento que me lastima. Sus ojos esta a la altura de los míos.

-          ¡Mira lo que sucedió! – dice siguiendo con ese sarcasmo idiota - ¡Ya nunca vas a saber lo que ese idiota quería decir! ¿No es una pena?

Me suelta y me empuja. Casi caigo al piso. Se gira hacia la puerta y sale rápido de mi departamento, sin olvidar su chaqueta en el camino.

Me quedo parada en el centro de la habitación, frotando mis brazos que están colorados y con las marcas de las manos de mi novio. No puedo comprender que es lo que acaba de suceder. Solo consigo llorar. Este hombre no es el Paul que yo conocí… y ya no sé quién es.   

Por Esos Ojos... (Those Eyes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora