Capitulo 3

890 53 1
                                    

Norman me mira con sus hermosos ojos azules que pueden ser mi perdición. Me produce un calor en el cuerpo que no he sentido en mucho, mucho tiempo… Pero sé que es imposible que un hombre así se fije en una mujer como yo.

-          No pude… ¡Ey! – grita Norman y mira a sus pies.

Betty está afilando sus uñas contra la goma de sus zapatillas. La pobre se sobresalta ante el grito de Norman y al intentar huir, se choca contra la pared. Me acero y la tomo en brazos. Acaricio su cabeza y ronronea contra mi palma.

-          Ella es Betty y yo soy Emma – murmuro. 

-          Hola Emma… Betty… - Murmura y asiente con la cabeza en señal de saludo – Lo siento por el grito. ¿Ella está bien? Es una gata bastante…

-          Fea… - lo interrumpo y él sonríe – Ella no ve y se sobresalta mucho con los sonidos fuertes… pero está bien. Su cabeza se han vuelto más dura a fuerza de los golpes… - sonrío débilmente y dejo a Betty en el suelo, quien balanceando su cola se va a la sala y se acuesta en su almohadón.

-          Yo no encontré mi camiseta… - murmura.

-          ¡Ah, sí! Dame un minuto… - Le digo.

Me dirijo al cuarto de lavado y tomo su camiseta negra de la secadora. Estoy tratando de mantenerme calmada como si está situación fuera aunque sea un poco normal. Cuando vuelvo a la cocina, Norman está en el mismo lugar con los brazos cruzados.

-          Tuviste un accidente anoche… - hago una muesca de asco y le tiendo la camiseta– la lavé para ti…

Me mira unos segundos con desconfianza y toma su camiseta. En un rápido movimiento se la pone, cubriendo ese hermoso torso tatuado.

-          ¿Por qué estoy aquí? Lo siento, pero no recuerdo mucho de lo que pasó anoche… - murmura con los dientes apretados. Parece molesto.

-          Lo sé… estabas muy borracho. Tus amigos se fueron y como no pudiste decirme donde vivías, te traje aquí… hasta que te sintieras mejor… - sonrío.

-          Ah, entiendo… – sonríe y aunque no lo conozco bien, parece una sonrisa sarcástica - ¿Cuánto?

-          ¿Cuánto qué? – pregunto desconcertada.

-          ¿Cuánto dinero quieres para devolverme las fotos, videos o lo que tengas de nosotros y prometerme no ir a las revistas? – sus dientes están apretados.

-          No entiendo… - murmuro desconcertada.

-          Okey, eres lenta… - suspira - quiero que me entregues las fotos o cualquier material que tengas de tu y yo juntos, teniendo sexo o lo que sea… y que firmes los papeles que mi abogado te dé para asegurarme que no iras con ninguna historia a las revistas. Por eso quiero saber cuánto dinero quieres a cambio… ¿Ahora si te queda claro?

Lo miro y me sorprendo con mi autocontrol para no caerle a golpes. No puedo creer las cosas que piensa de mí.

-          Mire, señor “Norman Reedus” – le respondo con toda la ironía que soy capaz – Primero, usted y yo no tuvimos sexo… usted quiso y yo no. Aparte de que no podía mantenerse en pie. Segundo, no sé qué clase de persona piensa que soy, pero si hubiera sucedido no hubiera sacado fotos ni filmado nada y mucho menos iría a las revistas. Si me hubiera acostado con usted, hubiera sido porque me atraía, cosa que no sucede, y no por quien fuera o que provecho podría sacar de eso. Así que le pido que se vaya de mi casa… ¡Ahora!

Me mira a los ojos y ladea la cabeza. Me mira de arriba abajo, estudiándome. Mi pantalón de chándal y mi remera vieja y desgastada no debe ser un atuendo que lleven las mujeres a las que él está acostumbrado. Mucho menos mis pantuflas de Bob Esponja.

-          Y si no era para tener sexo conmigo, ¿Por qué me trajiste aquí?

-          ¡Para ayudarte! – he vuelto a tutearlo, estoy hecha un lio – Porque los gorilas iban a tirarte a la calle y no podías ni estar de pie. Podía pasarte cualquier cosa… Bah, ahora me arrepiento. Debería haberte dejado a tu suerte. Te merecías todo lo que te pase.

Comienzo caminar hacia la puerta y Norman me sigue con la mirada. Me paro cerca de la entrada y le hago una seña con mi mano invitándolo a irse. Él me da la espalda y luego se encamina hacia donde estoy. Lo recorro con la mirada y me lleno de ese hermoso hombre que no voy a volver a ver.

-          Espera… - le hago una seña con mi mano y se detiene.

Entro al tocador y busco un alka- seltzer y lleno un vaso de agua. Vuelvo a la entrada con Norman y pongo la pastilla en el agua y se la entrego.

-          Bebe… - le digo con mi ceño fruncido.

Toma el vaso y me mira unos segundos. Una pequeña sonrisa de lado se dibuja en sus labios.

-          ¿Me echas de tu casa pero me das una pastilla para que me sienta mejor? – Sonríe más ampliamente.

-          Para la resaca… - murmuro y me encojo de hombros, sonriendo también.

-          Bueno… creo que… Gracias… -  susurra.

-          Creo que de nada… - Me burlo y le abro la puerta.

Me mira de nuevo como si tratara de descifrar algo de mí. Me devuelve el vaso vacio y sale por la puerta. Se voltea antes de que la cierre.

-          Adiós, Emma…

-          Adiós, Norman…

Me apoyo en la puerta cerrada y sacudo mi cabeza. Esta situación es irreal… pero se acabó. Voy hacia cocina para terminar de preparar mi café. Sobre la isla encuentro un rollo de dinero con una tarjeta personal encima. ¡Deben ser al menos diez mil dólares! Y la tarjeta de Norman con sus números de teléfono y dirección.

-          ¡Pero qué pedazo de hijo de…!

Por Esos Ojos... (Those Eyes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora