Capitulo 29

664 42 3
                                    

Capitulo 29

Estoy furiosa cuando entro en mi departamento. Son las siete de la tarde de uno de los peores días de mi vida.

-          ¡Idiota! Soy una idiota… - grito y tiro mi bolso contra la pared- ¡Para que fui!

Pateo la mesa del recibidor y me revuelvo el pelo para ver si puedo quitarme un poco de frustración. Okey, tranquila Emma. Fuiste a ver a Mingus. Él estaba contento. Hizo un gol y te lo dedicó señalándote y tirándote un beso. Eso es bueno. Es el gesto más lindo que has tenido de un hombre en bastante tiempo, aunque tenga doce años.

Que su padre sea un imbécil engreído que casi no te miro en dos horas y media, es otro tema.

-          ¡Mierda! – vuelvo a gritar a la soledad de mi departamento - ¿Qué esperabas, Emma? ¿Qué corra a abrazarte y besarte después de todo lo que hiciste? Cada día te vuelves más y más estúpida…

Me siento en el piso con mi espalda apoyada en la puerta. No puedo creer que estuve toda la tarde sentada frente a Norman, viendo como mimaba a su nueva novia y le hablaba al oído mientras ella reía como idiota. Bueno, yo también reiría así en su lugar. ¿Están juntos desde que él se peleo con Cecilia? ¿Desde antes? No lo sé y necesito respuestas…

Dios, voy a volverme loca. Golpeo mi cabeza contra la puerta a ver si se me acomodan las ideas. Me estiro y saco de mi bolso que quedó tirado en el piso,  un frasco de calmantes. Tomo uno y lo trago de golpe, sin agua. Si no logro tranquilizarme, terminare por destrozar mi departamento.  

No sé que esperaba de él, pero seguro que no era verlo tan cariñoso con otra mujer. ¡Ni siquiera se acerco a saludarme! Solo me miró algunas veces y cuando mis ojos encontraban los suyos, volteaba su cabeza y volvía a su chica.

Vuelvo a golpear mi cabeza con la puerta y un golpe del otro lado me responde. No entiendo y me quedo en silencio, hasta que vuelven a golpear. Sí, hay alguien en la puerta de mi casa.

Me levanto y abro la puerta para encontrarme con un Paul que me mira con un gesto extraño. Tiene una botella de vino en la mano y su expresión de sorpresa me confunde. ¡Oh, claro! Ya recordé mi pelo. Me peino un poco con los dedos y lo miro. No ha dicho una sola palabra.

-          ¿Estas… bien? – Murmura y sonríe un poco.

-          Si, bien… - le respondo cortante mientras arreglo un poco mi remera - ¿Qué haces aquí, Paul?

-          Creo que necesitamos hablar… He dejado pasar los días, trate de darte tu espacio… Pero tienes que escucharme, Emma…

¡Y justo cuando pensé que mi día no podía empeorar!  Tengo muchas ganas de decirle que se vaya, pero sé que no puedo seguir ignorándolo. Ni a él ni a esta conversación que siempre supe que debíamos tener. Lo miro por casi un minuto decidiendo y solo espera.

-          Por favor… - murmura con su cara de nene pequeño con la que conseguía todo lo que quería de mí en el pasado.

-          Mira, Paul… Solo dejo que pases para poder aclarar todo entre nosotros. Pero te pido que sea rápido… Tuve un día horrible que no hace más que empeorar…

-          ¿Yo lo empeoro? – pregunta con una sonrisa sexy.

Lo miro y me cruzo de brazos, arqueando mis cejas. Ser oportuno y gracioso nunca fue el punto fuerte de Paul.

-          Ok, entiendo que no estás de humor… - me dice al tiempo que entra por la puerta – Tal vez el vino te anime un poco…

Lo veo ir a la cocina como si estuviera en su casa. Me molesta pero no me quedan ganas de pelear, ni con él ni con nadie. Me siento en la sala y lo espero. A los pocos minutos se une a mí con dos copas y la botella, dejando todo sobre la mesa de café.

-          Emma… - dice mientras se sienta a mi lado y sirve el vino – Se que la última vez que estuvimos aquí me comporte de forma extraña…

-          No, Paul…  No fue “extraña”. Obsesiva, paranoica y violenta sería una descripción más acertada… - murmuro enojada.

Me mira directo a los ojos y me tiende una copa, al tiempo que bebe un sorbo de la suya. Doy un trago largo a mi vino, esperando que relaje un poco la tensión que tengo luego de este espantoso día. Me quedo mirando el líquido rojo oscuro en mi copa.

-          Tienes que entenderme, Amor… - susurra y apoya su mano en mi rodilla - Tener a ese tipo Reedus alrededor me pone así. No es fácil para mí. Sus llamadas, sus mensajes, que aparezca en la puerta de tu casa. Yo solo quiero que seamos felices juntos.

-          ¿Qué sabe de ti, Paul? – espeto. Directo al grano – Él quiere contarme algo y no sé que es…

Me mira nuevamente y se pone pálido. Puedo ver el miedo en su mirada. Ahora estoy segura de que algo está pasando entre ellos dos. Sus ojos abandonan los míos y fija la vista en la botella de vino.

-          Hablaste con él… - susurra con los dientes apretados.

-          No, Paul… Tú has interceptado todas sus llamadas y mensajes, puedes estar tranquilo con eso – le respondo, destilando sarcasmo – Norman se encontró con Kaley, y le dijo a ella que quería hablar conmigo sobre ti.

Veo como se tranquiliza. Es como si su alma volviera a su cuerpo. Me sonríe y me doy cuenta de que está punto de mentirme. Apuro lo que queda en mi copa y me sirvo un poco más. ¡Al diablo con todo! Si tengo que soportar esto, por lo menos que sea con un poco de alcohol en mi sangre.

-          No tengo idea de que puede querer decirte, Emma…  - me dice aun sonriendo – Seguramente debe querer inventar alguna mentira para separarnos. No puede resistir que un don nadie como yo tenga a la chica que el perdió por idiota.

-          No, Paul… - balbuceo – Dime la verdad…

Mi cabeza da vueltas, y no coordino bien mis pensamientos… Dios, ¿Tan rápido me afectó el vino? Mis parpados pesan demasiado y entre la confusión recuerdo que tomé un calmante justo ates de la llegada de Paul… ¡Mierda! Lo escucho como si estuviera muy lejos de mí.

-          Emma, ¿Qué te sucede?

Por Esos Ojos... (Those Eyes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora