Capitulo 39

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Estoy tratando de seguir adelante con mi vida. Dejar de pensar en Norman, en Paul y en toda esta historia que no hizo más que hacerme sufrir. No soy optimista y sé que decirlo es fácil, pero dejar de amar a ese hombre que me hizo sentir todo con solo una mirada, va a llevar mucho tiempo. Quizás toda mi vida.

Dejé de intentar averiguar qué es lo que Norman sabe sobre Paul. Él está fuera de mi vida… en realidad ambos lo están, y ya no tiene ningún sentido. Hago todo lo posible por evitar los programas de televisión sobre famosos y las revistas en la caja del supermercado. Temo verlo allí, del brazo de su modelito o una nueva novia del mes. No quiero sufrir más.

Me he pedido dos días de licencia en la clínica. Hace años que no tomo vacaciones y mis horas extras alcanzarían para cubrir un año sin trabajar. Y aunque el viaje que he planeado no es exactamente de placer, es algo que necesito hacer. Lo he retrasado por más de cuatro años… pero todo lo que he pasado en este último tiempo me demostró que ha llegado el momento.

Solo existe una forma de cerrar mi historia y guardar los recuerdos donde deben estar para que no puedan volver a lastimarme.  Kaley y Summer no logran entender porque quiero volver a Ohio luego de no haber tenido ningún contacto con mi familia en diez años. Ellas nunca supieron porque yo decidí que las cosas fueran así, ni tampoco saben de la muerte de Christian o que no viajé ni siquiera para enterrar su cuerpo.

Summer insiste en acompañarme, aunque me niego una y otra vez. No quiere que vaya sola y sé que en el fondo ella sabe que si decidí alejarme de mi familia de la manera que lo hice es porque lo que me espera en Ohio no es exactamente un bello y amoroso hogar al que regresar. Solo que lo que viví escapa de su imaginación y la de la mayoría de la gente.

Hace cinco horas que viajo por la Interestatal 80 y tengo más de tres horas antes de llegar a mi destino. Sola en la carretera, mi única compañía es la buena música y mis pensamientos. Varias veces me vi tentada a volver a casa. Olvidar todo y seguir escondiéndome de mi pasado como lo he hecho en los últimos diez años.

Pero sé que muy dentro de mí, estoy cansada de hacerlo. No puedo seguir fingiendo que todo está bien. Y ante cada una pérdida o una desilusión terminar destrozada. Necesito combatir mis demonios de una vez y para siempre.

Cuando llego al cementerio, son apenas las tres de la tarde. Si las costumbres de mi madre no han cambiado en todos estos años, debería de estar aquí… cambiando las flores en la tumba de mi hermanastro. Han pasado cuatro años de su muerte, pero cuando vivía con ella cada jueves visitaba el cementerio.

Nunca he visitado su tumba, pero sé dónde encontrarla. A medida que me acerco, la veo arrodillada, quitando las malas hierbas. Su pelo tiene muchas más canas de las que recordaba. Ha perdido peso y puedo ver las arrugas que cruzan su rostro. Esta demacrada y parece mucho más vieja delo que en verdad es.

Por un segundo me paralizo y siento miedo. Quiero dar la vuelta y volver a mi auto. No creo que pueda ser capaz de hacer esto. Estoy a unos pocos metros de mi madre y solo quisiera correr. Ella voltea y me ve. Parece no reconocerme, hasta que sus ojos encuentran los míos. Veo como las lágrimas empañan su mirada.

-          Emma… - susurra.

-          Hola, mamá… - murmuro, tratando de que el dolor que siento no quiebre mi voz.

Me acerco despacio hasta el otro lado de la sepultura de Christian. Miro todo ese mármol gris cubierto de flores. “Amado hijo”… repaso con las yemas de mis dedos el grabado de la placa debajo de su nombre.  Una lágrima solitaria resbala por mi mejilla.

Busco la mirada de mi madre que no se ha movido y sigue arrodillada, con sus ojos fijos en mí. No sé qué decirle. Pensé en muchas cosas… quería gritarle, quizás hasta golpearla hasta conseguir que me explique porque nunca me creyó o me defendió. Pero no logro encontrar las palabras que necesito.

-          Ha pasado mucho tiempo… - murmura en un sollozo.

-          Creo que no fue el suficiente, mamá… No debería haber venido…

Comienzo mi camino de regreso a mi auto. Esto ha sido un error. No puedo enfrentarla.

-          No te vayas, Emma… Tenemos que hablar - suplica.

Me detengo y me volteo. Mi madre esta parada frente a mí. Miro esos ojos que son exactamente iguales a los míos y puedo ver un inmenso dolor en ellos.

-          Hija… - mira avergonzada hacia el césped debajo de nuestros pies – Nunca pude pedirte perdón. Solo te fuiste y no sabíamos dónde encontrarte…

-          No vine a que me pidas disculpas, Mamá… ya no sirven de nada – le respondo con mi voz ronca por las lagrimas que estoy conteniendo.

-          Pero tengo que hacerlo… Yo… - un sollozo interrumpe sus palabras – yo no te cuidé, no te protegí… - cubre su rostro con ambas manos.

-          No me creíste… - susurro sin fuerzas.

-          Si lo hice… - me responde y su mirada encuentra la mía - Siempre supe que no mentías, Emma. Sabía que Christian tenía problemas pero Robert no quería hacer nada al respecto. Él pensaba que era una etapa, que se le pasaría…

La simple mención del nombre de mi padre me produce escalofríos. Ese hombre que me gritaba todo el tiempo, que me humillaba y me golpeaba mientras mi querida mamá solo se lo permitía.

-          Nunca hiciste nada para detenerlos, Mamá… - le espeto.

-          ¿Y qué podía hacer? Nos hubiera abandonado… A ti y a mí. ¿Y cómo hubiéramos sobrevivido? Yo tenía que pensar en lo mejor para ambas.

-          ¡No, mamá! – grito porque ya no puedo soportarlo más – ¡Hiciste lo mejor para ti! Ni por un segundo pensaste en mí. No pensaste en el daño que me hacías permitiendo que mi hermanastro me tocara cuando era solo una niña, nunca pensaste en lo que cada golpe y humillación de papá producía en mi interior. Porque los golpes sanan, pero las heridas en mi corazón siguen allí… hasta el día de hoy…

Estoy temblando y las lágrimas no dejan de correr por mi rostro. No sé si es lo mejor tener esta charla con mi madre así, de pie enfrente de la tumba de mi hermanastro, pero sé que cuando me vaya de aquí no voy a verla nunca más. He comenzado a dejar salir todo eso que llevo años callando y no puedo parar.      

-          Solo querías seguir disfrutando del dinero y el status que de daba tu matrimonio con Robert – la reprendo con furia y la señalo –. Tú querías seguir siendo la señora bien, con la familia perfecta y que nunca nadie supiera lo podridos que estábamos por dentro. ¡Y mira que bien terminó todo! Yo huí de ustedes en cuanto tuve la oportunidad y Christian fue asesinado por hacerle a otra mujer lo mismo que le hizo durante años a su pequeña hermanita. Supongo que ahora Robert y tu deben ser muy felices…

La mirada de mi madre mira hacia la tumba detrás de ella y se limpia las lagrimas de su rostro.

-          Robert me abandonó luego de la muerte de Christian. Ya no está conmigo… - murmura – Y yo estoy sola…

Agacha su cabeza y de verdad siento pena por ella. Pero no puedo perdonar lo que sus años de indiferencia hicieron en mí.

-          Realmente lo siento, mamá… pero eso no cambia nada entre nosotras…

Volteo para irme y escucho su voz susurrante.

-          ¿Voy a volver a verte, Emmy? 

No respondo, ya no tengo más fuerzas. Necesitaba verla y decirle todo, pero no estoy lista para volver a acercarme a ella. Y quizás nunca lo esté…

  

           

           

       

Por Esos Ojos... (Those Eyes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora