Un trozo

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Si creyó que se iba a librar de ellos, se equivocó de pleno. 

Aunque no les hubiera hecho ninguna ofensa (salvo el caballero que iba a su lado), no pudo evitar tensarse cuando los vio hacer acto de presencia en la patisserie, donde estaba tomando una deliciosa merienda con sus amigas, las hermanas Werrington, que desconocían el trato, el poco y desagradable trato con lord Rhett. Este no se percató de su presencia, lo que le permitió cierto sosiego que era cogido por pinzas. Porque ese sosiego no le impidió que les echara un vistazo, de vez en cuando, a esa dirección. 

No se podía creer que estaba tejiendo sus malas artes con aquella dama. No le cabría la menor de las dudas que lo hiciera, ya que lo había intentado con ella y no funcionó. ¿Pero con qué propósito era con esa señorita? Si no había ningún Adam de por medio en su vida. Excepto que hubiera sido una conquista que no había conocido. No podía ser...

¿Se habría cansado de ella?

Tal pregunta le creó un nudo en el estómago que trató de destensarlo con un trago de té. Sophie y Angelique hablaban por los codos, distrayéndola. No del todo, porque al parecía ser fue consciente de que se quedaron, cogiendo una de las mesas del lugar, situándose detrás de ella, impidiéndole que tuviera una visión completa de ellos.

— ¿Creéis que van en serio? — preguntó Angelique con disimulo —. No es la primera vez que aparecen juntos en público. En la fiesta estuvieron bailando, ¿los visteis? 

— Cierto — convino su hermana —, y la dama no parecía disgustada con el caballero, pese a que no tiene ningún título.

— Ella tampoco lo tiene, lady Greenwood es hija de un burgués.

— Entonces se entienden — dijo Bonnie finalmente en voz baja — son del mismo estatus. 

— Lord Bottom aprueba la dama para su ahijado...

— ¿Lord Bottom? — con razón le había sonado el apellido —. ¿Qué relación tienen?

— ¿No te lo contamos? Pensé que sí— Angelique se inclinó y bajó más la voz —. Es su padrino, lo acogió cuando era un niño, aunque nadie conoce sus orígenes, pagó los mejores tutores e institutrices para que tuviera una educación digna de un príncipe. Ahí está, como un perfecto caballero después de haber estado disfrutando de una largo viaje por el extranjero. Nadie saca relucir su pasado desconocido por temor a que lord Bottom se enfade. Quiere demasiado a su ahijado.

— Ammmm — sin venir a cuento, su corazón se le aceleró al preguntarse qué misterios ocultarían, ¿un pasado oscuro? Pero eso no fue lo importante —. Por eso me advertiste de él, de que posiblemente haría lo que estuviera en sus manos para desprestigiar al banco de mi padre.

— Sí, pero a la vista está que no ha hecho nada en contra de vosotros.

— No, por parte de él, no. Aunque su padrino se ha jactado bien de nuestra suerte.

— ¿Cómo está tu hermano?

El cambio de tema lo agradeció, porque no estaba tranquila hablando de su persona. Encima, a pocos metros de donde estaban él y su dama.

— Mi hermano ha tenido días mejores. Piensa en irse al campo a despejar la mente, ya que aquí está rodeado de los chismes. Si no es suficiente, se sigue sintiendo culpable por la mala situación que está pasando el banco. 

— Es una mala racha; saldrá adelante.

Asintió y movió la cucharilla en la taza de té. Era extraño, pero no había pensado en el beso que se dio con Adam en todo el día. O más bien, no pensó en él y, aunque no participó en el siguiente tema de conversación que las chicas sacaron, disimuló que estaba atenta a ellas. 

Deséame  #8 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora