Capítulo 29

2.5K 428 43
                                    

La tarde siguiente no fue mejor para Bonnie, que no se le había quitado de la cabeza a lord Rhett y sus besos. El hecho de que no fuera Adam, de quien había creído que le había dado esos dichosos besos, empeoraba más la situación. No le estaba siendo fácil de asimilar. Era como sustituir un hombre por otro. Una imagen de la que tenía grabada con fuego por otra que le estaba costando aceptar. 

Y por más que mirara la taza de té, no le iba a solucionar el lío que tenía en la mente, tampoco el peso que tenía el corazón. Porque desde que salió de la residencia de dicho caballero, no estaba precisamente bien. Casi no había transcurrido un día de ello. Aun así, el ánimo no mejoró a lo largo del día.  Afortunadamente, no había planeado una salida, había rechazado a acompañar a su madre, por lo que estaba sola con sus pensamientos revueltos. Tomó un sorbo, reprimiendo el suspiro que quería soltar o más bien la nostalgia de recordar. 

¿Qué estaba esperando?, se preguntó mientras su mirada se deslizaba por las ventanas, cuyas cortinas estaban corridas; no había mucho que mirar, solo el cielo plomizo, los carruajes pasando de un lado para otro, alguna pareja caminando. 

¿Qué estaría haciendo él? ¿Estaría tratando de olvidarla? ¿Por qué lo haría, si probablemente no había sido memorable para él?

Al darse cuenta de la dirección que estaban tomando sus pensamientos, cabeceó enfadada, queriendo despejarlos de su mente como si se trataran de mosquitos molestos. ¿Y a ella qué le importaba? Porque realmente no le importaba la vida de dicha persona. Seguramente, estaría con lady Greenwood. Su boca se torció en una mueca. 

La había besado, pero eso no quería decir nada. Como tampoco lo fue para ella. 

No fue nada, se dijo una vez más, convenciéndose de una mentira.

— Siempre te pillo pensativa o taciturna, Bonnie. ¿No quieres que llame al médico para que te vea?

Dio un respingo y abrió los ojos como platos. No se movió desde su sitio.

— ¡Adam! — el caballero como si anduviera por su propia casa, se sentó a su lado, en el sofá —. Entras sin avisar. Algún día le darás un gran susto a Jeckins. ¿Por qué has dicho eso? No estaba pensando en nadie.

Otra mentira más.

— Entonces, no era yo — cogió sin su permiso una pasta de la bandeja, que a la vista estaba, no había cogido ni una —. Me decepcionas, creía que tendrías la plena confianza en contármelo.

Cambió de tema, no fue muy sutil.

— ¿Te vas a quedar, por si te pido una taza más?

— Sí, no tengo otra cosa que hacer. Me imagino que tu hermano ya se ha ido al campo — Bonnie asintió mientras fue a tocar la campanilla para pedir más té y otro juego —. No he llegado a hablar con él.

— No te preocupes, él por ahora no quiere hablar con nadie. Es mejor dejarle para que se habitué en la situación que está viviendo, que de por sí, no es fácil — frunció el ceño, al ser consciente de que ella estaba casi en lo mismo —. Aún no tenemos noticias de mi cuñada.

¿Estaba pensando en tonterías? Volvió a cabecear, y se sentó con un nudo en el estómago, y no fue porque tenía cerca a Adam.

— ¿No? Nunca comprenderé cómo pudo hacerle eso. Al menos, podría dar una señal de vida o de que están bien, así tranquilizar a su familia o a tu hermano. 

— No es nuestro tema, Adam — le cortó —. Mi cuñada tuvo sus motivos; al igual que mi hermano hizo mal las cosas desde un principio, es el asunto de ellos.

— Perdona, me he aventurado. 

— No tienes que disculparte. Aún el tema nos pone alterados. ¿A qué viene tu visita?

Su pregunta, que no había otra intención tras ella, pilló desprevenido a Adam o este no se supo qué decir en un principio.

— Verás — carraspeó y la miró, para luego apartarla —, quería preguntarte si estás bien.

— Creo que sí.

— No me refiero a eso, sino... hablaba de tus sentimientos. 

— ¿Mis sentimientos? — el corazón se le paralizó —. No, Adam. Fue una locura de mi parte, no quiero indagar más en ello. Me dijiste que no me veías como otra cosa que no fuera tu hermana, y te respeté.

— ¿Y si me precipité?

— ¿Qué? ¿Estás hablando en serio?— abrió la boca sorprendida y la cerró para luego decir con claridad —. Tú no me quieres, Adam. Ni me deseas — no evitó sonrojarse. 

Adam, aguijoneado por las dudas, cogió con suavidad la mano de la joven, que tragó con dificultad, lo miró temerosa.

— No me gustaría hacerte daño, Bonnie.

— ¿Entonces? No es la mejor manera de demostrarlo, preguntándome por mis sentimientos, Adam.

— ¿Sigues enamorada de mí? 

Si hubiera creído que la tarde acabaría así, se habría ido a la cama directamente. Inspiró hondo, notó la calidez de su mano sobre la de ella; era reconfortante. Cálida y firme. Distinto a lord Rhett, cortante y misterioso.

— Si te soy sincera, no lo sé. Días atrás, te habría dicho sí con seguridad; ahora..., estoy confundida.

— ¿Piensas en alguien más?

Lo miró y no dijo una palabra más. 

— No me decepcionarías, Bonnie, si me lo contases.

— No estoy segura de lo que siento, Adam. ¿Acaso algo cambiaría respecto a los tuyos? ¿Te enamorarías de mí?

— No lo sé — le respondió con sus mismas palabras.

Bonnie se mordió el labio, y quiso buscar la respuesta a sus dudas, a sus dudas respecto a lord Rhett. 

— Estabas durante muchos años en mi corazón, Adam. 

— Me da mucho pesar haberte causado un gran daño por no haber sido considerado contigo antes — afirmó su agarre, llevando su mano a sus labios —. Lo que no quiero es equivocarme, otra vez, contigo. Eres una gran persona. 

No lo era porque había mentido, había ido a la casa de un hombre soltero. Intentó zafarse, pero no pudo. No lo dijo, callándoselo. Antes de que pudiera decir algo, lo vio inclinarse sobre ella. Ante la expectativa de que la besaría, no se apartó, queriendo saber si... 

Deséame  #8 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora