Capítulo 8 (mini)

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Nos leemos muy pronto

Estoy muy espesa 🙊🙈🙈🙈🙈

❤❤❤❤❤❤

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El regreso a la mesa fue especialmente extraordinario si se pudiera tildar con esa palabra por la expectación que había generado tras su salida. Salvo que alguien no estaba contenta con su vuelta.

No era que con su gesto le hiciera estar pendiente de ella, como si fuera este el agua que le daba la vida a la planta, no, cuando más había sido la causante de que su chaqueta se perdiera. Más de uno, por no decir que todos, se fijó que no la llevaba puesta.

Pudiera haber pecado de ser un orgulloso por no haber aceptado la ayuda de los Robison o del propio Darian, no obstante, no siempre iba con las normas. Iba en camisa con el chaleco puesto. No era la vestimenta adecuada para una cena formal. Aun así, el haber creado una repentina atención sobre él, no le iba a quitar el sueño más tarde. Solo que no iba a dejar que cierta señorita saliera indemne. Por ahora, la iba a dejar tranquila, haciéndola creer que la había olvidado.

Se acomodó en su silla y, como no era de dejar nada en el plato aunque estuviera frío, se dispuso a continuar con la cena. No estaba tan mal

¿Pudiera ser la mayor ofensa que la indiferencia?

- ¿Ha podido arreglar su chaqueta? - no le preguntó la señorita Darian, ignorándolo por completo, hasta voltear su rostro en un giro de noventa grados.

Amablemente le respondió a la señora Robison, más que una anfitriona, parecía una madre preocupada por uno de sus polluelos.

- Lamentablemente no se ha podido quitar la mancha.

- ¿Dónde la he dejado para que mis criados se encarguen de ello?

- No se molesten; no tiene importancia.

El hecho de que él le quitara importancia, perdonando la vida a la señorita Darian, provocó más de un suspiro de admiración por parte de las féminas que no le afectó en absoluto. No era de esos tipos que se llenaban el buche con los suspiros de las mujeres.

- Insisto, ha sido un accidente que seguro tiene solución.

Se encontró con la mirada de lord Darian, recordándole la conversación que había tenido. Inconsciente apretó la mano en un puño encima del mantel.

¿Lo soluciona todo con el dinero?

¿Por qué había sido tan burdo en soltarse esa pregunta, dejándole a él en una posición indefensa, demostrándole que le ofendía enormemente su disposición de generosidad hacia él?

Estaba claro que había tenido una pequeña debilidad que no debía tener más.

- Está en la habitación de invitados, gracias.

- Lo ve, no era tan difícil.

Tampoco le gustaba que le tratara con condescendía. Escondió una media sonrisa y una media mueca tras beber de su copa, que por suerte divina alguien se le había rellenado. No era por su compañera de lado, que iba a tener tortícolis por negarse a mirarlo. No le afectaba que lo ignorase. Solo que...

- Creo que por el bienestar de su cuello, trataría de mirar al frente, no vaya ser que le produzca alergia al mirar.

Lady Darian frunció los labios e intentó componer una sonrisa a su otro compañero de mesa, del cual había iniciado una conversación.

- Discúlpame - se giró hacia él -. ¿Qué me decía?

Pestañeó inocentemente. No era nada inocente.

- Su cuello - le señaló sin llegar a tocarla -, aunque no debería preocuparme por alguien que tiene cero educación en modales y haber dañado mi chaqueta. ¿Sabía que su padre se ha disculpado en su nombre? No esperaba que tuviera que salir en su rescate y sacarle las castañas del asador. ¿Cuántos años tiene? ¿Tres? ¿Diez? Uy, aún eres demasiado pequeña para que saquen la cara por usted.

Los ojos que estaban ya chispados por el vino se encendieron con sus palabras.

- No tiene ningún derecho...

- Usted, menos, señorita Darian - se inclinó hacia ella sin rozar el atrevimiento de ser osado -. No ha dudado en vengarse, manchándome una chaqueta que ni a usted ni a otro le importaría comprar porque lo ha tenido todo. ¿Qué importancia ha de tener una piedra cuando puede tener mil diamantes en la palma de su mano?

- ¿Cómo se atreve? - preguntó casi alzando la voz, afortunadamente había más gente hablando que no se la escuchó.

- Me atrevo porque no es más que una dama mimada y consentida que espera que su príncipe venga a rescatarla para casarse y vivir con el final feliz de un cuento de hadas.

Si no había tenido suficiente con el vino de antes, ahora lady Darian, lo bañó con el suyo. Un silencio sepulcral se creó en la mesa cuando observaron que se levantaba la señorita y volcó todo el contenido de la copa sobre la cabeza de su compañero.

- ¡¡ Bonnie!! - le gritó su madre al ver el estropicio -. ¿Qué has hecho?

- Discúlpate.

¿De qué le servía explicarse de que él había sido el culpable de todo? Inspiró hondo y para sorpresa de muchos, ella salió de la mesa y del comedor.

- ¡Bonnie!

Lord Rhett levantó la mano para quitarle hierro el asunto.

- No hay que preocuparse; estoy bien.

¿Por qué no había cerrado la boca?, se preguntó llevándose la servilleta a la cara, bañada de vino. No podía decir que no lo había catado.

Deséame  #8 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora