Un trozo

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— Si no fuera porque le considero un hombre inteligente, diría que está interesado en otra persona que no soy yo — dijo con un mohín mientras andaba al compás de sus pasos.

Habían salido de la patissaire y, aunque no llevaba mucho recorrido, le soltó el comentario. Para lord Rhett, que no estaba acostumbrado a dar explicaciones, se quedó pillado con su pregunta inesperada. Enarcó una ceja a su dirección que la señorita Greenwood perfectamente vio, pero no reculó en su postura.

— Cuestiona mi inteligencia con quienes entrego mi confianza.

— No lo he hecho, sir. ¿Cómo podía hacerlo? Entonces, no estaría con su compañía. Si es así, ¿le tiene confianza a la hija del mayor enemigo de su padrino?

Si ella supiera la mitad de la historia, pensó, y con la mano libre se rascó una ceja. Era complicado. Se percató de que "aquello", que había tenido con la señorita Darian, lo quería guardar para sí solo. 

— Es mi asunto si hablo o no, con la señorita.

No le replicó, sino que dejó que el sonido de los transeúntes y de los cascos de los caballos reinase entre ellos.

— Su padrino me dijo que no había mujer que le haya persuadido aún en asentar la cabeza.

—  Lord Bottom le ha dicho la verdad. No lo he considerado o no he encontrado la candidata adecuada para tal fin. Le diría que la señorita Darian no lo es.

Una pequeña y minúscula parte protestó con decirlo, como si no estuviera de acuerdo. Frunció el ceño, a la vez, que intentaba caminar. 

— ¿Ni siquiera yo, sir? No le estoy obligando a que me dé una respuesta ahora, ya que me considero paciente, pero si no veo que usted no tiene el mismo interés, le diría que busque a otra paloma.  Aunque sería una pena porque disfruto de su compañía.

Ella no se andaba por las ramas y le gustaba que fuera franca y directa. Sin embargo, no eran dos rasgos que le hicieran perder el sentido. 

— Es demasiado pronto para decidir.

Se detuvieron porque llegaron a su destino y, antes de despedirse, le dijo con determinación.

— Espero que con el tiempo que estemos tratándonos, le ayude a aclarar sus ideas — una vez dicho, se impulsó hacia él y le depositó un beso delicado, lleno de intenciones, en su mejilla rasurada —. A lo contrario de usted, a mí me interesáis. 


Deséame  #8 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora