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La alarma de mesa sonó, Edric se quitó la pereza de encima y giró por la cama hasta la esquina para apagarla. Eran las diez de la mañana y el sol pasaba a travez de las persianas, calentando las sábanas y tiñiendo todo de cascadas de oro.
Volvió a girar hasta su lugar y se abrazó a la espalda de su novio. Había estado contando los días. Cuatrocientos veintitres días y contando. Cuatrocientos veintitrés días en los que había despertado de igual manera, una mañana mejor que lo otra, era como vivir un sueño.
Ni siquiera podía describir la felicidad, la paz, la dicha que tenía cada vez que despertaba y el mundo lo saludaba así.
— Amor... - susurró al cuello de Jerbo.
— NOOoooo... - la exclamación del castaño fue acallada cuando el solito hundió su cabeza en la amohada.
— Hay que despertarse, Jer.
— Mmmfgkh... - se quejó él haciéndose un ovillo bajo las sábanas, Edric rió mientras lo abrazaba.
— Es día de semana, Jer ¿Qué habíamos acordado? - su novio no le respondió, por lo que lo levantó con sábana y todo y lo subió sobre él —. ¿Qué habíamos acordado?
— No vamos a holgazanear los días de semana. — soltó el chico, asomando su cabeza y dejándole un beso sobre los labios —. Ya entendí.
Ambos se levantaron y comenzaron a cambiarse. Jerbo se desperezó haciendo crujir su espalda, Edric se sonó los dedos de las manos. Ambos soltaron un suspiro y el peliverde se metió en la cocina.
— ¿Lo de siempre?
— Por favor... - Jerbo se dejó caer en la silla con cara de devastado. Llevaba unos elephants y una musculosa gris, sus pies descalzos resonaban contra el suelo.
— Un café negro fuerte para mi bebé, y una tostada.- le sonrió poniendo la taza y el plato frente a él.
— Gracias .- sonrió el menor atacando la comida. Edric se preparó una chocolatada.
— Nos hacen falta vegetales, iré a la feria. - comentó estirándose debajo de su camiseta blanca.
— Te acompaño.
— ¿Seguro? Tu odias esos lugares.
— Será como una cita. - sonrió Jerbo apoyándose en la mesa —. Nuestra cita número treinta y dos.
A ambos les gustaba contar, eso era algo que tenían en común.
— Me gusta ese número.- sonrió Edric mientras le daba un beso y se levantaba —. Iré a ponerme unos pantalones, enciende la moto ¿Quieres?
— Deja que me pongo zapatos...
Tardaron más de lo esperado, pero ambos salieron rumbo a la feria, y entre puestos de verduras y frutas, el peliverde vió a alguien.
— Jer ¿te me adelantas y dejas las cosas en casa? .- murmuró entrelazando sus manos y pasándole las llaves.
— ¿Qué? ¿Por qué? .- Edric le dió un beso en la mejilla, Jerbo lo miraba como un niño perdido.
— Un compañero de trabajo quiere hablar conmigo. - sonrió, ante eso el menor asintió más calmado.
— Ten cuidado.- dijo dejándole un beso en los labios.
— Siempre, ten el almuerzo listo, ¿Quieres? .- sonrió.
— No se cocinar. - rió alejándose, Edric rodó los ojos, vivir con Jerbo era como mantener a un niño.
Miró a los costados y se acercó al chico del barbijo negro, ambos caminaron en silencio hasta una plaza.
— Habla ahora.
— Yo también te extrañé, Ed-B.
— No estoy para juegos, King. - gruñó serio —. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo nos encontraste? ¿Quien... ?
— Sssh, ssh... - lo calló cubriendo su boca —. Cálmate, tranquilo, estoy aquí porque tenemos trabajo.
— ¿Tenemos? .- inquirió él —. Yo ni siquiera...
— Tenemos, porque los convencí de hablar personalmente contigo.- lo calló —. Agradeceme, porque si no fuera por mí, hubieran irrumpido a tu apartamento esta mañana.
— ¡¿Qué?!
— ¡SSSHH! .- agitó sus manos King. Edric se acercó a él, miró hacia todos lados.
— ¿De quiénes estamos hablando, King?
— El gobierno Ruso.- murmuró él apuntando a una camioneta.
Edirc los observó, luego negó.
— No voy a entrar ahí.
— No hay opción, o entramos a las buenas o a las malas.
— No, no lo entiendes, King, amo mi vida ¿Si? Por favor amigo... - se quejó.
— No hagas que me maten, andando.
Tiró de él hasta la camioneta, ambos subieron. Dentro, había un hombre de uniforme negro, y varios agentes.
— ¿... Bonjour? —soltó Edric al ver que nadie hablaba.
— Él es el Embajador de Rusia, está aquí para llevarnos a con las Fuerzas Especiales.
— Es un placer, Edric Blight.
— Mire, yo debería estar almorzando, o como mínimo, comprando repollos, hable rápido.
El hombre le tendió un portafolios.
— Mañana en la mañana sale un vuelo a Rusia, tres pasajes. - habló.
— ¿Qué? ¿Usted a mi me ve cara de idiota?
— Escúcheme, señor Blight ¡El futuro de la Nación está en juego! .- el hombre se inclinó —. Necesitamos de usted, el país lo...
— Edric tomará el vuelo, Embajador.- interrumpió el estratega. El hombre asintió.
El peliverde no supo si tomarlo como educación o una amenaza, pero la camioneta los dejó en la puerta de su casa.
— King, me explicas en este puto instante o te juro que mañana en vez de estar en Rusia estaremos en tu funeral. - amenazó en cuanto el vehículo arrancó.
— Okey, okey, mira, Estados Unidos esta a punto de declararle la guerra formal a Rusia, y eso no es bueno.- informó él —. El gobierno y las fuerzas especiales quieren poner... Espías... En el territorio.
— ¡¿Qué?! A ver, a ver... ¿Nos quieren de espías? .- exclamó tomándose el cabello —. King... No quiero meter a Jerbo en esto, yo... Él...
— Tranquilo, no saben de J. Tampoco de Skara ¿Si? Esto es entre nosotros.
— Alto ¿Entonces porqué hay tres pasajes?
— ¡Edric! ¡Mira quien vino a visitar! .- Jerbo abrió la puerta, el mencionado empujó a King contra un arbusto, haciendo que este tropezara y cayera de espaldas, quedando oculto a los ojos del castaño.
Detrás de Jerbo, asomó una chica, de cabello rosa platinado, llevaba en sus manos una taza de café.
— Hola Ed-B.- sonrió Boscha —. Linda casa.
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Nuevo Plan || TOH Adaptación
FanfictionCreyeron que su vida en la delincuencia había terminado, pero ahora, los ocho mas buscados criminales tendrán que tomar partido para lograr algo mas grande que todos ellos; acabar con la guerra fría. __________________________________ ✨ Segunda tem...