32. El precio de la muerte

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Durante un lapso de tiempo, Boscha temió más por su vida que en todo el transcurso de esas semanas. Willow se acercaba a paso rápido hacia ella, y sólo atinó a levantarse y retroceder.

La más baja empuñaba sus manos con tanta tensión que estaba segura de que venía a golpearla, todos observaban con creciente inseguridad como la jardinera aceleraba el paso hasta estar frente a Boscha.

Sin embargo, casi suelta un grito al sentir los brazos de Willow Park rodearla con desespero y hundirse en su pecho sin dejar de temblar.

— Por favor, no me dejes, si me dejas me voy a morir, Boscha, y por primera vez en mi vida no quiero hacerlo.- soltó sólo para que ella oyera.

Esas palabras bastaron para que la pelirosa tomara su rostro entre sus manos y le destruyera la boca en un beso apasionado lleno de desesperación y amor.

— Te amo. - volvió a soltar Willow casi con miedo. Entonces Boscha empezó a llorar, porque por más que ella le hubiera demostrado millones de millones de veces el universo que era esa chica para ella, recién en ese mismo instante se dió cuenta de lo mucho que Willow la amaba.

— Te amo.

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— ¿Familiares de Edric Blight?

Amity se levantó con cierto aire agresivo y se detuvo frente a la enfermera.

— Si.

— ¿Quién eres? .- preguntó la mujer observándola.

— Soy su sobrina. - respondió sin un atisbo de duda —. Dígame cómo se encuentra.

Estaba actuando con una autoridad que no tenía, pero si decidían investigarla, encontrarían los archivos que el gobierno ruso llevaba guardados en su base de datos, y entonces las cosas se complicarían.

— Está estable, pero perdió mucha sangre y necesita una transfusión.-  terminó por decir la enfermera achicandose bajo su mirada.

— ¿Y qué esperan? .- masculló poniendo sus brazos en jarra. La enfermera le mostró una planilla entre manos temblorosas.

— El señor Blight es cero negativo, por lo que no puede recibir una transfusión de otro tipo sanguíneo, y no tenemos sangre que sea segura de proporcionarle.

La cabeza de Amity comenzó a calentarse, si Edric no recibía esa transfusión no iba a mejorar, necesitaba sacarlo de ese hospital cuanto antes. Edric tenía sus registros limpios, sólo debían darle el alta y todo estaría cerrado.

Sangre cero negativo, necesitaba un donante, ¿Pero quién?

Sus engranajes dieron un giro más y bajo la vista a sus brazos. Tuvo un pequeño flashback de las miles de transfusiones que se había hecho en su vida y recordó casi con dolor en el alma que ella era cero negativo.

— Yo soy cero negativo. - informó con rapidez antes de arrepentirse.

La enfermera asintió.

— Pase, por favor.- dijo haciéndose a un lado de la puerta.

A medida que ella entraba, observó la habitación, toda blanca e higenizada, su corazón dió un vuelco al notar la semejanza con ese cuarto de hospital en el que había permanecido dormida durante meses.

Le daba nauseas pensar en quedarse tan solo un día en ese lugar, y realmente sintió pena por Edric.

— Ojalá despiertes, estar en coma es un suplicio. - le comentó al chico dormido en la camilla.

— Por favor, siéntese, le bajará la presión cuando...

— Si, si, ya sé como funciona. - la interrumpió arrastrando una silla y sentándose junto a la camilla, extendió su mano desde debajo del abrigo que le había prestado el personal para evitar que se paseara en ropa interior por el pasillo —. Sólo apúrese.

La enfermera se puso a trabajar, y mientras Confirmación se sentía deshacer, la mujer le explicaba que primero debía hacer unos pequeños análisis y su cabeza se sentía fría y liviana nuevamente.

Dió una gran bocanada de aire y miró como le retiraba el elástico que hacía presion en su brazo, su mano se sentía acalambrada. La enfermera se alejó con las bolsas de un color rojizo y Confirmación se recostó en la silla.

— Edric, si no te despiertas te va a caer una grande. - amenazó mientras veía como por el pasillo la enfermera caminaba a paso rápido.

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King y Lucia observaban como estatuas ese abrazo lleno de susurros en el que se fusionaba la pareja.

El estratega estaba a punto de romper una sonrisa, le recordaba a Skara, ella era así de efusiva, cada vez que se reencontraban era una pelea de abrazos y besos eufóricos.

Su pecho aleteaba de tan solo pensar en verla y asfixiarla entre sus brazos y besar sus dulces labios. Suspiró cambiando el peso de una pierna a otra y palmeo el hombro de Lucia.

— ¿Dónde está Skar?

La menor apretó los labios, evitando su mirada con los ojos cristalizados, pero antes de verse en la obligación de responder, Jerbo llegó corriendo.

Las lágrimas surcaban su piel blanca, dirigió una mirada hacia Lucia, cargada de entendimiento y dolor, antes de observar a todos.

— E-encontre a Codicy.

Esas palabras y una mirada que duró segundos bastaron para que King saliera corriendo en la dirección de la que había venido el hacker. Willow miró a Lucia con seriedad antes de seguir al estratega.

— ¿Qué sucede? .- preguntó Boscha.

— A la jefa Skara la mató la coronela. - soltó Lucia, y dicho esto, enfiló hacia el resto de sus compañeros, con un nudo en la garganta.

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Nuevo Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora