7. Rusos y gasolina

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Boscha estaba casi segura de que hace un momento estaba en el aeropuerto, pero no, comprobó con amargura que estaba atada a una silla de madera, junto con sus "queridos" camaradas.

— Edric, o te calmas, o te pateo los huevos, tú elige. - amenazó por tercera vez.

No es que estar atada de manos no le molestara, es solo que estaba acostumbrada a estas situaciones. Al igual que King, ambos se mantenían tranquilos, solo estaban irritados por la situación.

Edric, en cambio, si estaba impotente, insistía en que había que soltarse, y daba uno que otro tirón a sus mordazas. Boscha recordó vagamente que Willow le tenía miedo a la oscuridad y que, estando en su situación, ya hubiera envenenado al responsable de todo esto.

— A ver, mente maestra ¿Para qué carajo nos vamos a soltar si ellos nos quieren atados? .- se exasperó King.

— ¡Por esa misma razón! .- exclamó Edric —. ¡Tu simplemente no vas y te metes dentro de la boca del lobo!

— Claro, el prefiere meterse en las pantis de...

— ¡Boscha! .- la callaron los dos.

— Sólo decía. - se encogió de hombros —. Pero King tiene razón, Edric, es mejor si te calmas.

— ¿Por qué no mejor te vas a la mierda, Boscha? .- murmuró tironeando de sus ataduras.

— Bueno, eso estuvo de mas. - reprochó King como si fuera una madre.

— Tu cara de perro está de mas. - agregó Boscha.

— ¡¿Ahora los dos están en mi contra?!.- preguntó indignado.

— ¿Saben? En un par de años toda esta situación nos parecerá graciosa, pero deberán pasar muchos años.- comento la pelirosa.

— ¡¿Pueden callarse ustedes dos?! ¡¿Qué no se dan cuenta?! Estamos atados, en medio de la oscuridad, y quien sabe si... ¡Lmgfhjk...! .- los dos se quedaron callados al oír eso.

— ¿Blight? .- llamó King, ambos oían el sonido de sus forcejeos, y luego se oyeron gotas de agua. Boscha oyó como King comenzaba a tirar de sus ataduras —. ¡Edric!

De repente, alguien empujó la silla de Boscha al suelo, esta cayó de costado y sintió como sus costillas se hacían mierda, más aprovechó la oportunidad para soltarse de la silla; con un movimiento rápido pasó sus manos atadas por debajo de sus piernas y se incorporó.

— Edric, me cago en todo ¡¿Dónde carajo estas?! .- gritó tanteando en la oscuridad, entonces, las luces se encendieron.

Boscha captó primero una cosa, a King tirando de sus ataduras hasta romperlas, y levantándose de la silla a gran velocidad, y luego, a dos hombres sobre un Edric aún atado, tirándole agua por sobre un pañuelo que cubría su rostro.

— ¡Oigan! .- gruñó Boscha sin saber muy bien qué hacer, luego el olor nauseabundo y familiar de la gasolina le llegó a la nariz, y supo que lo que le estaba vaciando encima no era agua.

— Ya déjenlo. - dijo alguien en un acento tosco, los dos tipos obedecieron al instante, dejando al peliverde medio ahogado aún atado en su silla.

King se apuró a desatarlo, y Edric comenzó a toser con ganas.

— Supongo que se pregunataran porqué los traje aquí. - al oír eso, Boscha se volteó a ver a un hombre de unos sesenta años de edad, con los brazos cruzados detras de la espalda.

— Intuyo que nos quiere matar. - soltó Edric.

— Si, quiero, pero lamentablemente, no estoy autorizado para usar fuerzas letales, aunque si me hicieran el favor de matarse solitos... - comentó mirando alrededor.

— ¿Nos va a decir o tenemos que responder a una adivinanza primero?

— Muy valiente, considerando que podría mandarte a ahogar un rato mas.-  sonrió el hombre.

Entonces Edric, de inmaduro, orgulloso y bravucón que era, caminó hasta pararse frente al hombre y le dió una cachetada llena de gasolina.

Al instante, se vió reducido a la misma situación de hace segundos, King negó, esta vez no se molestó en ayudarlo.

— Usted ha de ser el jefe de las Fuerzas Especiales ¿O me equivoco? .- probó suerte.

— No te equivocas.

— Y estamos aquí para hacer su trabajo ¿Verdad? .- acertó Boscha mirando incómoda cómo Edric se desvivía intentando liberarse y respirar.

— Algo así.- el hombre balanceó su cabeza de un lado al otro. Edric logró manotear el pauñelo lleno de gasolina de su cara, cuando se lo iban a volver a poner, el ruso negó.

Los dos hombres se alejaron.

— ¡Eso es! ¡Aléjense si saben lo que les conviene! .- gritó el peliverde entre toses, mientras se acercaba a sus compañeros —. Manga de gorilas entrenados...

— Vengan por aquí, los llevaré a mi oficina. - dijo apuntando a la puerta.

King  y Boscha lo siguieron, Edric intentó quitarse un poco de la gasolina con el trapo, más le fue imposible. Se lo lanzó a uno de los soldados con rabia antes de escurrirse rápidamente por la puerta.

La oficina era... Bastante profesional, quitando un patito de hule, color amarillo chillón que había en el escritorio. El hombre se sentó dejándolos parados en el centro del lugar.

— Señor Blight, abstengase de entrar, no quiero que mi oficina huela a gasolina otra vez. - reprochó cuando Edric se disponía a dar un paso dentro.

El peliverde gruñó irritado y se quedó afuera, entonces Boscha, que era una perra, le cerró la puerta en la cara.

— ¡Por el amor de dios! .- exclamó ofendido.

Más nadie le respondió, miró a su alrededor, era un pasillo vacío, sonrió.

— Bueno, si la vida te da limones...- murmuró antes de comenzar a caminar hacia la derecha.

Dobló a la izquierda y se topó con unas escaleras con destino hacia abajo.

Ya hora es cuando hay que preguntarse ¿Qué haría Jesús?

Jesús probablemente jamás estuvo en esta situación.

Buen punto. Y comenzó a bajar la escalera.

Llegó a un nivel más bajo, curiosamente vacío, con un olor extraño, parecido a el de una biblioteca o un almacén.

— Dijo que no dirá nada. - una voz lo puso alerta, se inclinó para espiar a un hombre que hablaba por teléfono —. Ya no, dijo que abandona el puesto.

Vestía un traje, Edric identificó rápidamente quien era; el jefe del Escuadrón Especial, se había cruzado varias veces con sus soldados.

— No, no la contactes, sería peor, déjala en su puesto, puede que la hagamos cambiar de opinión.- dijo antes de colgar la llamada y dejar un portafolio en su escritorio de mala gana.

Edric se escondió detrás de unas cajas cuando el hombre salió al pasillo, y se metió a la oficina cuando este desapareció. Tomó el folio sin pensarlo.

— Veamos... Lilith MClean. - murmuró abriendo el expediente.

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Nuevo Plan || TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora