Capítulo 8

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Departamento de la familia Jones,

167 de la calle 82

Miércoles 12 de febrero de 2020, por la tarde...

Orion Frye miró el reloj de su muñeca y suspiró. Estaba por entrar al edificio donde viven los Jones. Durante el trayecto hasta ahí, se dijo a sí mismo que no tenía nada de malo preguntar y presionar un poco si el fin es encontrar a un asesino. Lo hace, pero posteriormente le quedan remordimientos de presionar tanto a los familiares de las víctimas. Norman Cooper, su ex compañero, le dijo muchas veces que no debía tener remordimientos por hacer bien su trabajo. Después de todo, es de lo que vive y si lo hace bien, llegará lejos.

Tocó el timbre del apartamento 14 y esperó. Escuchó unos pasos acercarse a la puerta y luego ésta se abrió, dejando ver a una mujer de cabello castaño y muy delgada se asomó por la puerta. Orion nunca había visto a la madre de Alexis.

—Buenas tardes, señora Jones. Lamento la interrupción, soy el detective Frye, investigo el caso de su hijo —la mujer se tensó y sus ojos se humedecieron—. Busco a su hijo Alan, quisiera hacerle unas preguntas.

Elisa Jones abrió la puerta y miró a Orion con una mirada taciturna y algo desorientada.

—Alan no esta. Tampoco mi esposo —la voz de la mujer sonaba cansada y ronca—. George fue a Washington.

—¿Dónde podría encontrar a Alan? — preguntó mirándola a los ojos.

—Suele ir a Central Park... pero... la verdad no sé en dónde esta...

Orion resopló y pasó la mano por su cabello. La mujer no estaba bien. Parece que recientemente consumió pastillas para dormir de más, pues sus efectos como el aturdimiento siguen presentes.

—Gracias por la información. Por favor, descanse.

Dicho eso, se volteó para irse rápidamente y salir a buscar a Alan Jones.

Recorrió la calle 82 a pie hasta llegar a una escuela húngara llamada San Stephen. Miró en derredor y al no tener suerte debido a la multitud de gente, decidió regresar sobre sus pasos hacia el edificio. «Si su madre esta en ese estado, Alan no puede estar muy lejos. O tal vez este en su universidad. Maldita sea... debí preguntar en dónde estudia.» Antes de llegar al cruce de la 82 con la Segunda Avenida, vio salir de un restaurante de ramen que estaba en la esquina a un grupo de personas escandalosas, hablando y riendo muy alto. Las bocinas de los taxis y en general el ruido estaban irritando a Orion. Mientras se acercaba, miró de reojo salir a un joven de cabello castaño claro, igual que el de Alexis. Trotó para llegar al chico antes de que cruzara la avenida. El semáforo se puso en rojo y Frye maldijo en voz baja. Aceleró el paso, haciendo a un lado a las personas que caminaban lentamente en la banqueta.

—¡Alan Jones! — lo llamó en voz alta para que lo escuchara.

El joven se sobresaltó y volteó. Orion le hizo una seña con la mano para que se detuviera. Sin embargo, el chico al reconocer al detective, se volteó rápidamente y se echó a correr para cruzar la avenida.

—Ah no puede ser...

Orion comenzó a correr tras él. Veía claramente al joven empujar a las personas mientras corría y volteaba de vez en cuando para ver si el detective seguía tras él. Corrieron la cuadra y Orion vio los coches de la Tercer Avenida avanzando.

—¡Detente maldita sea!

Alan se aventó hacia la avenida con los carros viniéndole encima. Hubo un tumulto de gente que soltó gritos de horror al ver al chico cruzar como loco la avenida llena de coches que tocaban la bocina y frenaban bruscamente antes de arrollar al chico. Frye lo siguió pero se detuvo cuando un taxi paso frente a él a toda velocidad; el conductor lo insultó de todas las maneras posibles. Siguió su persecución saltando el cofre de un auto que había frenado bruscamente.

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