Capítulo 21

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Hell's Kitchen,

Martes 18 de febrero de 2020, por la mañana.

El día anterior, Orion regresó al precinto, encontrándose con Isabel Garza. Henry ya le había explicado la situación con Thomas Anderson y mostrado la evidencia que lo incrimina en el asesinato de Alexis Jones y la tentativa de homicidio de Dylan Hunt. Orion le explicó que revisó las cámaras de seguridad de un restaurante que esta por donde vive Anderson, y que ya no hay duda, él es el asesino. Orion le pidió a Thompson que diera la orden de cuidar de los chicos que aparecen en la lista, los que aún no ha atacado.

Isabel le entregó a Orion la orden judicial de arresto a primera hora del día siguiente. El detective se dirigió a Hell's Kitchen junto con varias patrullas. Dio órdenes que cerraran el perímetro en un radio de un kilómetro para cerrarle el paso en caso de que escape. Los autos de policía con las sirenas activadas se dirigieron a varios puntos estratégicos de la zona par evitar la posible fuga.

Orion estacionó su auto frente al restaurante Añejo. Las dos patrullas que lo acompañaban se quedaron frente a él. Orion se bajó y abrió la cajuela de su auto. Se quitó el abrigo negro, arremangó su camisa blanca y se puso el chaleco antibalas. Guardó cartuchos de munición en los bolsillos laterales del chaleco y revisó que su arma estuviera cargada. Cerró la cajuela y se reunió con los seis policías que lo acompañarían a arrestar a Thomas Anderson.

—Bien, uno de ustedes se quedará en la entrada principal del edificio, por si acaso, otro irá a la salida de emergencia y los demás me acompañarán al departamento.

Todos asintieron y comenzaron a caminar hacia el edificio. Uno de los policías entró primero y los demás le siguieron. En la orden judicial, se indica que el apartamento de Thomas Anderson es el número 14, en el último piso. Subieron las escaleras rápidamente. El edificio estaba en silencio, pues apenas eran las 6 de la mañana. Llegaron al departamento con el número 14. Orion aporreó la puerta.

—Thomas Anderson, ¡abra la puerta! — dijo en voz alta.

Volvió a aporrear la puerta pero nadie respondió. Se acercó y escuchó ruidos adentro y la voz de una mujer. Frunció el ceño y le indicó al policía que estaba a su lado que abriera la puerta a la fuerza.

—¡Policía de Nueva York!

Orion entró después del policía que abrió la puerta de una patada. El departamento era pequeño, la sala tenía unos muebles viejos y la cocina parecía sucia y descuidada. Los policías comenzaron a registrar el baño y un almacén que había. Orion se acercó al único cuarto que había; dio un respingo al ver que la puerta se abría de un empujón. Se hizo para atrás y alzó al arma.

—Thomas Anderson, salga con las manos en alto.

De la habitación, salió una mujer cubierta apenas con una sábana. Detrás de ella, Thomas Anderson le apuntaba con un revolver a aquella mujer en la cabeza.

—¡Suelte el arma! — le gritó Orion. Los policías se colocaron detrás de él, pero el detective les indicó que no avanzaran más, pues podría dispararle a la rehén.

La joven mujer lloraba y miraba aterrada a Orion. Anderson tenía una mirada de enojo y odio.

—Déjela ir —Orion alzó su mano izquierda—. No se esconda detrás de ella.

Anderson agarró bruscamente el brazo de la mujer y la pegó contra él; comenzó a caminar hacia atrás con la rehén aprisionada en su brazo. La mujer forcejeó pero el frío de la pistola en su sien la hizo chillar y dejar de moverse.

—Vamos, no tiene porqué hacerle daño —Orion dio un paso hacia él, bajando su arma unos centímetros—. Suéltela.

Riéndose maliciosamente, Anderson zarandeó a la mujer.

—¿Quiere a la ramera? Pues aquí la tiene.

Todo sucedió muy rápido. Anderson empujó con fuerza a la mujer hacia Orion, haciendo que la sábana que la cubría se le resbalara al suelo. Orion la sostuvo de la cintura con su brazo libre antes de que cayera; dos disparos al aire penetraron el techo e hicieron que Orion se encogiera, protegiendo a la mujer con su cuerpo para que no se hiciera daño. Los policías igual se habían agachado. Al alzar la cabeza, Orion se dio cuenta de que Anderson ya había roto la ventana y saltado hacia la escalera de incendios.

—¡Síganlo! — les dijo a los policías. Todos salieron disparados hacia la ventana.

Estiró el brazo y agarró la sábana para cubrir el cuerpo desnudo de la mujer, quien estaba recargada contra la pared y muerta de miedo.

—¿Se encuentra bien?

La mujer asintió, asustada.

—Por favor, váyase de aquí.

Orion se levantó y siguió a sus compañeros, saltando hacia la escalera de incendios.

Anderson ya había bajado a tierra firme y echado a correr hacia el jardín comunitario que esta detrás del edificio. Mientras bajaba las escaleras, Orion habló por la radio que tenía en el chaleco

—Atención a todas las unidades, el sospechoso se dirige hacia el norte por la 48. ¡Cierren todas las calles que colinden con la Décima y Novena Avenida hacia el norte!

—¡Entendido!

Saltó al suelo y se incorporó para perseguir a Anderson. Los demás policías le llevaban ventaja, pero los alcanzó rápidamente cuando trataban de cruzar la barda del parque. Orion se impulsó hacia delante y saltó la barda con agilidad. Aterrizó y destruyó unos maceteros que habían en el suelo. Distinguió a Anderson corriendo entre las flores y plantas. Lo persiguió hasta que salieron del jardín comunitario hacia la 48. Anderson cruzó la calle dando zancadas y corrió hacia la izquierda, hacia la Décima Avenida, en la cual ya habían patrullas estacionadas. Orion lo siguió y vio que doblaba a la derecha para correr hacia la 49. Los policías que estaban ahí comenzaron a perseguirlo al igual que Orion, quien los rebasó con facilidad.

—¡Alto!

Anderson estiró el brazo hacia atrás y disparó una vez, haciendo que Orion se detuviera un momento y se agachara unos centímetros. Continuó su persecución hacia el norte con el arma en la mano derecha y el corazón latiéndole rápidamente.

Llegaron a la calle 58 y Orion vio el límite del radio de un kilómetro que ordenó. Se lamentó no haber pedido menos distancia, las piernas le ardían mientras corría. Los policías que estaban en el cruce de la Décima con la 58 salieron de las patrullas y apuntaron con sus armas hacia Anderson, quien redujo la velocidad y miró hacia todos lados, desesperado por buscar una salida. Orion aceleró y disparó al suelo, cerca de donde estaba Anderson. Éste saltó de la impresión y se cayó al suelo. Orion llegó rápidamente y le aplicó una llave en el brazo, colocándolo boca abajo contra el suelo. Le colocó las esposas en las manos y lo levantó de un jalón. Lo empujó para que caminara hacia las patrullas

—Thomas Anderson, queda arrestado por el asesinato de Alexis Jones y la tentativa de homicidio de Dylan Hunt. Tiene derecho a guardar silencio, cualquier cosa que diga será usada en su contra. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagar uno, el Estado le proveerá uno. ¿Ha entendido sus derechos?

Anderson gruñó.

—Tomaré eso como un sí. Bonito tatuaje, por cierto. Eso le compró un ticket de vuelta a prisión, ex marine.

El arrestado forcejeó pero Orion lo sujetaba con fuerza. Era un poco más alto que el detective, pero logró mantenerlo a raya antes de meterlo en la patrulla que lo llevaría al precinto para su interrogación.

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