La lista

Capítulo 15

Calle 80, número 178

Apartamentos Kenilworth

Sábado 15 de febrero, por la madrugada

Dejó de nevar a eso de las once de la noche. En las banquetas de las calles había nieve acumulada, la cual ya era resbaladiza y había que tener cuidado al caminar. Esa semana, Dylan Hunt estuvo muy decaído por la muerte de su mejor amigo Alexis; se la pasaba callado y encerrado en su habitación cada que estaba en su departamento. Fanny Grey, su novia, estaba muy preocupada por él. Hace días que no abre la computadora para jugar y, en general, perdió interés en las cosas que le gustan. El viernes por la mañana, ella le propuso ir al cine para distraerse un poco de todo y hacer algo que les gusta a ambos, aparte para celebrar el día del amor y la amistad. Desde que se hicieron novios, son inseparables y tienen muchas cosas en común, y una de ellas, es ir al cine o a estrenos a media noche. Dylan aceptó la propuesta de Fanny y decidieron ir al cine por la noche, pues era la única función para la película que quería ver la chica. A pesar de su tristeza, Dylan se la pasó bien en el cine. Cuando salieron del cine, acompañó a su novia al lugar donde vive y se despidieron, acordando de verse horas más tarde para dar una vuelta en Central Park e ir a algún lado.

Llegó al edificio de apartamentos Kenilworth. Su mamá debe estar esperándolo despierta. Caminó por la acera y un gato saltó de la nada de uno de los arbustos que están en la entrada del edificio, dándole un susto de muerte. Maldijo en voz baja y aceleró el paso para ya entrar al edificio. Sin embargo, vio una figura reflejada en la puerta de entrada, la cual se acercó a él y lo rodeó del cuello con su brazo.

—¡Eh suéltame!

La misteriosa figura le cubrió la boca con la mano y comenzó a arrastrar al chico hacia la escalera que hay junto al edificio, la cual conduce hacia el sótano. Dylan forcejeaba con el tipo, pero era demasiado fuerte y más alto. Sintió cómo un frío metal se colocaba en su cuello. Con esfuerzo, el chico mordió la mano que aprisionaba su boca y el sujeto soltó un quejido, cortándole un poco el cuello. La sangre empezó a correr por su tráquea y eso lo asustó. En ese instante, le vinieron a la mente sus clases de defensa personal. «Este idiota no me matará.» Inclinó su cabeza hacia delante para luego asestarle un golpe en la cara a su atacante. El brazo que lo sostenía aflojó su agarre y Dylan aprovechó el momento y se soltó, golpeando al tipo en la ingle de una patada. Al voltearse, vio que el hombre tenía un pasamontañas y guantes, sin embargo, su camiseta arremangada dejaba ver un tatuaje. Miles de ideas le pasaron por la mente en lo que lo veía doblarse del dolor. No quería entrar al edificio, pues podría seguirlo y llegar hasta donde esta su mamá; no la pondría en peligro. Sus piernas comenzaron a correr hacia el oeste.

A dos cuadras de distancia, Dylan volteó para ver si aquel tipo lo seguía sin dejar de correr. No distinguió a nadie con pasamontañas siguiéndolo. Soltó un grito cuando al voltearse, chocó contra un teléfono público en la esquina de la 80 y Madison Avenue. Cayó al piso y su chaqueta se mojó por la nieve que había. Se puso de pie ayudándose con las manos y continuó corriendo hacia Central Park.

Se detuvo al llegar a la Quinta Avenida; ya podía ver el Museo de Arte Contemporáneo y los árboles del parque a lo lejos. La sangre seguía brotando de la herida de su cuello. Miró hacia atrás y solo habían un par de transeúntes al otro lado de la calle; nadie que se pareciera al tipo que lo atacó.

—Oye, ¿estás bien?

Dylan soltó un grito ahogado y se alejó de la persona que lo tocó en el hombro. Al verlo gracias a la luz de la farola, se dio cuenta de que era un policía. Tenía la garganta seca y no podía hablar. Se tocó el cuello y soltó un quejido. En ese instante, recordó que el detective que fue a su escuela le proporcionó su tarjeta, pero no se acordaba si la traía encima o no.

—¿Te lastimaste? ¿Cómo te pasó eso? — le preguntó el policía acercándose para ver la herida.

Con mucho esfuerzo, Dylan lo miró a los ojos y balbuceó.

—Me atacaron afuera de mi casa.