Capítulo 22

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Departamento de policía, precinto 25,

Martes 18 de febrero de 2020.

El precinto 25 se quedó en silencio cuando Orion Frye entró con Thomas Anderson arrestado. Otros dos policías se acercaron y se lo llevaron a otra sala para tomarle sus huellas digitales y las fotografías correspondientes. Isabel Garza, que había esperado en la estación a tener noticias buenas del arresto, se acercó al detective.

—¿Es el asesino?

—Sí —Orion colocó sus brazos en jarra y suspiró—. Corrió 12 calles hasta que logramos atraparlo.

La abogada sonrió y alzó el dedo pulgar.

—Buen trabajo, detective —le dijo halagándolo—. Ahora podremos procesarlo después de sacarle una confesión.

Orion asintió y se quitó el chaleco antibalas para dejarlo en su cubículo.

—Creo que el capitán Thompson querrá saber las buenas noticias del día —comentó mientras se arremangaba la camisa—. Después de usted. — señaló con la mano hacia la oficina de su jefe.

Anthony Thompson se sintió muy aliviado de tener por fin al asesino bajo custodia de la policía. Isabel comentó que quiere encerrarlo en la correccional Shapher sin derecho a fianza para que la fiscalía lo mantenga vigilado en lo que se presentan los cargos.

—Las familias de las víctimas serán notificadas para presentar los cargos contra Thomas Anderson, los cuales me encargaré de llevar ante la corte de la jueza Naomi Warren.

—¿Qué necesita, abogada? — preguntó Orion cruzándose de brazos.

—Antes de que pida un abogado, interrogar a Anderson mientras este aquí, porque en dos días será trasladado a Rikers. Solo espero que la defensa no solicite un regateo declinatorio a la fiscalía.

Los tres salieron de la oficina de Thompson para ir a la sala de interrogatorios donde estaba Anderson. El sujeto estaba sentado en una mesa, esposado y con el ceño fruncido.

—Se le ve molesto. — comentó Isabel.

—¿Hubo problemas para atraparlo? — preguntó Thompson.

—Cuando llegamos a su domicilio, salió de su habitación con una mujer como rehén. Eso nos retrasó.

—¿La mujer lo conocía?

Orion se encogió de hombros y se quedó mirando a Anderson.

—Iré a ver qué le puedo sacar.

Antes de entrar a la sala, recogió la carpeta con la evidencia impresa de lo que encontraron con Henry: la lista, los mensajes que se mandó con el número desconocido y la foto de ambas víctimas. Abrió la puerta gris y entró. Anderson alzó la vista, pero rápidamente la bajó al ver que era el detective que lo arrestó.

—Se le ve incómodo. ¿Le recuerda a su pasado?

Anderson no dijo nada. Orion se sentó frente a él, dejando la carpeta sobre la mesa. La abrió y le enseñó la foto de los dos chicos.

—¿Reconoce a estos jóvenes? —le preguntó—. Mire las fotografías.

Gruñendo, Anderson miró las fotografías. Negó lentamente con la cabeza y apartó la mirada.

—No.

—¿No? —sacó de la carpeta la impresión del mensaje que mandó al número con la foto de Alexis muerto—. ¿No me diga que usted no hizo esto?

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