Capítulo 26

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     —No... no, no, no.

Orion pisó el acelerador, haciendo que algunos conductores sonaran la bocina, y tal vez, insultándolo. Maldijo en voz baja y encendió la sirena de su auto para que se hicieran a un lado de una vez por todas.

Antes de que Sally le llamara, Orion recibió de Isabel la orden de arresto contra William Baker. Estaba por ir al penthouse cuando la chica le marcó. Incluso optó por no contestarle; ahora agradece haberle contestado. No parecía que estuviera fingiendo, y no la cree capaz de asustarlo así. Su corazón se detuvo cuando dijo que William la estaba persiguiendo, armado. «Si le pasa algo... no me lo perdonaré jamás...»

Trató de marcarle, pero lo mandó directamente a la contestadora.

—¡Maldita sea!

Después de que se cortara la llamada, alcanzó a ver en la ubicación que estaba en la calle 44 este, en un estacionamiento público. Apretaba el volante con mucha fuerza, sus nudillos estaban blancos y su corazón latía rápidamente. Temía por la seguridad de la chica, ajena a todo lo que él representa y por lo que arriesga su vida todos los días.

Estacionó su auto en la 44, se bajó y cerró de un portazo. En ese instante no le preocupó que la puerta se fuera a dañar; su única preocupación era saber si Sally estaba a salvo.

—¡Sally! — la llamó cuando entró al estacionamiento público.

Le marcó de nuevo, pero la voz de la mujer hablando monótonamente hicieron que insultara y maldijera a las compañías de teléfono. Buscó entre los autos, pero no había señal de la chica. Pasó las manos por su cabello, frustrado.

—¡SALLY!

Miró en derredor. Sus ojos se fijaron en una puerta gris detrás de una camioneta. Corrió hacia ella y la abrió rápidamente. Sally estaba echa un ovillo, pero viva.

—¡Sally! —se arrodilló junto a ella y la levantó con cuidado, quitándole la mochila de la espalda—. ¿Estás bien?

La chica murmuró algo ininteligible. Orion la inclinó hacia él con delicadeza y vio que una mancha de sangre estaba en la parte posterior de su cabeza. Agarró su barbilla y le examinó el rostro; sus párpados trataban de abrirse.

—Watson...

Orion no pudo evitar sonreír del alivio que sintió. La estrechó contra su pecho y la chica soltó un quejido.

—Lo siento, ¿dónde te duele? — le preguntó preocupado.

—Las costillas... —se tocó el costado e hizo una mueca—. ¿Y William?

—No lo sé. No estaba cuando llegué.

—¿Y mi celular? — Sally miró hacia todos lados, pero no vio su aparato.

—Traté de marcarte de vuelta. Tal vez y ese chico se lo llevó.

—Puede ser... —Sally se tocó la cabeza y chilló de dolor—. Tiene que ir por él.

Orion sacó su celular y entró a la conversación con Sally. El punto azul se estaba moviendo muy cerca de ellos; el celular estaba en la Estación Grand Central, y seguramente, William también.

—No lo apagó. Tengo la ubicación de celular. Seguramente ese tarado aún lo tiene. Vamos.

Sally se incorporó con la ayuda de Orion, quien tenía la mochila de la chica en su mano. Salieron del estacionamiento y la ayudó a subirse al asiento del copiloto.

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