Introducción

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Aparqué el coche justo en la esquina del edificio donde ella trabajaba en las prácticas. Me puse en un lugar en el que no me viese bien y esperé paciente. Bueno, si la palabra "paciente" se pudiese definir como alguien que mira cada dos por tres el reloj, contando los minutos desesperadamente. Y es que no podía remediarlo. Necesitaba verla de nuevo y saber cómo estaba. Aunque fuese así, en la lejanía. No podía acercarme a ella hasta que hubiese solucionado las cosas y estuviese todo atado y apretado. No quería arriesgarme a ponerla en peligro en mitad de todo esto. Una llamada hizo que apartase la mirada de la entrada

-¿Sí? -ni siquiera miré el número

-Soy Nathan

-Ah, hola. ¿Qué pasa?

-Ya está todo arreglado

-¿En serio? -abrí los ojos ante la buena noticia

-Sí. Oficialmente eres Colin Edward Sanders Miller

-¿Y con todo lo que conlleva eso? Seguridad social, tarjeta sanitaria, carnet de conducir...

-Exacto. Hasta te he hecho un seguro contraincendios y antirobos en tu casa

-¿Qué? ¿Por qué has hecho eso? -no me lo creía

-¿Por qué no? Eso es lo que hacen las personas normales. Y era un dos por uno. Y además la garantía de que...

-Gracias, Nathan -me adelanté a decir antes de que Nathan me soltase el rollo en plan aseguradora- Te debo mucho, tio

-No hay de qué. Te enviaré todos los documentos a tu casa -oí cómo suspiró a través del móvil- Te voy a echar de menos, Paul. Mierda, Colin. Aún no me acostumbro a tu nuevo nombre

-Yo también te echaré de menos -y era cierto. Nathan era mi amigo. De hecho, el único que tenía. En mi antigua vida no era muy sociable, no podía serlo, pero Nathan era el único que podía formar parte de ella

-Espero que merezca la pena. Cambiar toda una vida por una mujer... Hay que echarle muchos huevos para hacerlo

-Nathan, estoy estúpidamente enamorado. Sam es la mujer de mi vida y quiero empezar esta nueva vida a su lado. Así que sí, merecerá la pena

-¿Y si ya es demasiado tarde y no quiere volver a verte? ¿Y si te ha olvidado y está con otro tipo? ¿Qué harás entonces?

-Pues entonces me dejaré esta nueva vida que tengo intentando que vuelva a estar conmigo

-Suenas como un acosador psicópata, ¿sabes?

-El amor vuelve loco a cualquiera, Nathan -me removí nervioso en el asiento en cuanto Sam salió del edificio con paso firme- Oye, tengo que irme

-Vale, pero tenemos que salir juntos por última vez y... -le colgué sin avisar

Volví a prestar atención a la salida. Dios, no podría estar más guapa. El tenue sol de la primavera le daba en el rostro, iluminando sus preciosos ojos y sonrojando levemente sus mejillas por el poco viento fresco y algunos de los mechones de su pelo castaño se escaparon de su recogido formal, haciéndolos caer de forma graciosa y sensual. Su figura era mucho más esbelta y delgada desde la última vez que la vi. Me pregunté si era por el traje de falda y chaqueta negra que llevaba o porque había perdido peso. Me decantaba más por la segunda opción. Más que nada porque yo también lo hice

Irme del lado de Sam fue lo más difícil que pude hacer en mi vida. Y eso me afectó tremendamente. No volver a ver sus ojos, tocar su piel, oír su risa, oler su perfume y besar sus labios fue un suplicio y una tortura para mí. Mis cinco sentidos la necesitaban desesperadamente. Supongo que fue por eso por lo que ,aun queriendo alejarme de ella, seguía vigilándola y protegiéndola de cualquiera que le hiciera daño. De cualquiera que se sobrepasase con ella. Como el cabrón de su antiguo jefe. Ese puto acosador sexual se llevó una buena paliza merecida por intentar aprovecharse de Sam en el trabajo. Espero que disfrutase de su larga estancia en la zona de urgencias del hospital

SIN IDENTIDAD: La otra caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora