Capítulo 20: Su caballero andante

546 39 2
                                    

MARATÓN 2/3

Advertencia n°1: puede haber contenido de tipo sexual en este capitulo. O sea, que hay sexo en este capi

No pude dormir tranquilo en toda la noche. Ya no era por mis terribles pesadillas, sino por Sam. No podía quitarme de la mente la idea de que ese cabrón hubiese ido más allá si yo no hubiese llegado a tiempo. Ella estaría peor de lo que había estado en estos dos días. Y tampoco podía quitarme de la cabeza la cara de ese maldito hijo de puta al que me hubiera gustado mucho terminar de rematarlo por haber tocado a mi dulce Sam. Ese rostro cínico y narcisista lleno de moratones. Maldito cabrón... Pero ya había terminado y ya se encontraba mejor, ya estaba fuera del shock de todo esto. Al menos, esa fue la sensación que tuve cuando le llevé la cena anoche. No quería salir del cuarto, pero creo que se alegró de verme. O eran suposiciones mías. No lo sé

De pronto, cuando mis ojos ya se estaban cerrando por el cansancio, oí unos gritos que venían de la habitación de Sam. Pero no eran unos gritos cualesquiera, estaba diciendo mi nombre. Salí de mi cuarto como una flecha y entré en el suyo. Me costó bastante poder forzar la maldita cerradura, pero al final pude entrar y verla de esa forma. Sam estaba moviendo el cuerpo de un lado a otro y sus brazos estaban luchando contra un enemigo invisible. Algo en sus sueños la perturbaba demasiado, tanto como para gritar mi nombre. Me recordó a la vez que yo tuve mi pesadilla. Me pregunté si así fue como yo estuve antes de que ella viniese a despertarme, cosa que yo haría también. La agarré por los hombros y la zarandeé lo más delicadamente que podía hacer en esos momentos

-¡Sam! ¡Sam! ¡Sam, por favor!

Me asustó un poco cuando Sam abrió sus ojos de forma brusca. Estaba asustada y sus ojos estaban muy abiertos, mirando a todas partes, como si estuviese en alerta. La cogí de las mejillas para que me mirase y se tranquilizase. Y lo hizo

-Sam, ¿estás mejor? Dime algo

-Mi caballero andante...

"¿Su caballero andante?"

-Creo que tienes fiebre -dije comprobando su frente, pero estaba bien, sólo un poco sudada

-Colin... eres real

No, definitivamente, Sam no estaba en buenas condiciones. ¿Tan horrible había sido su pesadilla que la había dejado así de aturdida?

-Sam, creo que debería llamar a tus abuelos

-No quiero a mis abuelos. Te quiero a ti -si sus palabras me dejaron patidifuso, cuando me agarró del cuello para que pudiese besarme mejor me dejó sin aliento

Yo no sabía muy bien qué hacer. Seguía correspondiendo ese beso porque, para ser sincero, era lo que yo quería hacer desde que la vi, pero no sabía si ir más allá o simplemente dejarla hacer. Pero ella me dejó bien clara su opinión sobre esto cuando me agarró fuertemente de la camiseta y tiró hacia ella, hacia su pecho. Entonces, supe que ella quería hacer esto de verdad, sin confusión alguna como en las otras ocasiones. Quería que la besase. Y lo haría con mucho gusto

No opuse resistencia cuando hizo que me pusiese encima de ella, pero sin dejar mi cuerpo caer sobre ella, no quería aplastarla, además de darle un poco de espacio por si se arrepentía de esto. Pero no lo hizo y lo demostró cuando me hizo gemir de placer al mordisquear mi labio inferior. En ese instante, dejé la razón a un lado y me dejé llevar por el placer y la atracción sexual que Sam me había provocado durante todas estas semanas. La iba a amar como nunca lo hicieron

Con una mano, sujeté su cuello para atraerlo más a mi cara y besarla con más pasión, saboreando su lengua tan deliciosa. Sam reaccionó a mis besos e intentó subir la camiseta para quitármela, pero ella sola no podía hacerlo, así que me la quité yo solo mientras sentía las caricias de Sam en mi torso y esos ojos tan azules como el mar puestos en mí. Sus manos llegaron hasta la parte superior del borde del pantalón del pijama, haciéndome cosquillas con sus dedos tan pequeñitos en señal de que quería que me lo quitase, así que me levanté y me lo quité, quedándome sólo con los boxers. Su mirada a mis partes era intensa y deseosa. Deseaba esto más que a nada, igual que yo, y lo iba a conseguir. Volví a acercarme a la cama y levanté suavemente su pie izquierdo. Empecé a besar sus deditos, su planta, su tobillo y así iba más y más arriba, subiendo por su pierna, acariciando ambos muslos, besando el interior de éstos y aspirando el delicioso olor de su piel. Era algo que me estaba excitando cada vez más y más

SIN IDENTIDAD: La otra caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora