Estaba hecho un asco. Sentado sobre el pasto y tosiendo freneticamente, Naruto pidió que pararan...pero no lo hicieron.
Nunca lo hacían.
-¿Más ponche para el oficial?- inquirió Kiba con mofa, afilando progresivamente su sonrisa al verter un nuevo vaso del líquido rosaceo sobre la cabeza del rubio.
Sai aplaudió la ridícula pero entretenida hazaña de su compañero.
-Tal vez iba a prostituirse antes de que llegaras, Kiba- sonrió en regocijo por la mirada recriminatoria del Uzumaki, quien a duras penas se sujetaba de la mesa como medio de soporte. -Eso explica el traje- señaló impasible el atuendo marino.
-No es así- murmuró Naruto a la defensiva, tenía la lengua trabada y cada vez le costaba más enfocar cualquier cosa. -Yo no...- hipó, aferrando trozos de cesped entre los dedos. -No haría algo asi.
-Preguntemosle a uno de los dueños...¡Oye, Neji!
El Hyuga se hallaba en otra de las mesas, ajeno a una conversación entre su prima y otro de los invitados. Se giró ante el llamado del ruidoso Inuzuka y entornó los ojos con hestío al vislumbrar a Naruto.
Poco a poco se acercó hacia ellos.
-¿Qué haces tú aqui?- farfulló molesto, obligando a sus compañeros a hacerse a un lado para tomar a Naruto del cuello del uniforme y levantarlo con suma simpleza en vilo.
-Neji, ayúdame- Naruto le sostuvo las manos en un intento por zafarse del brutal agarre en que lo tenía. Los bordes de la tela lo estaban asfixiando. -Por ...favor.
Ante la súplica, Neji se detuvo, repentinamente lo soltó y miró angustiado a los ahí presentes, esperando alguna reprimenda de sus parientes. Sin embargo, todo mundo estaba ocupado en actividades nimias, relacionadas con la fiesta.
-Vete- empujó a Naruto del pecho, haciéndolo perder el equilibrio y caer nuevamente, esta vez sobre la mesa del ponche. Naruto derribó todo a su paso en su fútil desespero por mantenerse de pie.
Kiba aprovechó la situación, poniéndose de cuclillas junto al rubio para estar a la par de él. Sonrió burlón y lo tomó ferozmente del cabello de la nuca, acercando lentamente los labios a su oído para susurrarle cuánta palabra obscena se le vino a la mente.
-Idiota, prostituto, pobretón de cuarta, estúpido- a cada nuevo insulto, Naruto se removía, haciendo uso de la escasa fuerza y coordinación fisica que tenía.
Pronto Sai lo imitó, exhibiendo una amplia sonrisa inexpresiva en tanto se aproximaba al otro oído de Naruto.
-Débil, inútil, maricón, no tienes aquello que te define como hombre- finalizó, tocándole descaradamente la entrepierna sobre el pantalón.
Naruto había dejado de moverse hacía poco. Las curvaturas de sus labios estaban totalmente alineadas en una mueca de perpetuo dolor, a la vez que resignación.
***
Lo había buscado por el lapso de veinte minutos. Y había estado a nada de rendirse, de ceder al impulso y largarse, cuando lo vio.
De pie entre la multitud, arrastrando los pies y aferrandose de cada columna a su paso para no caer.
-¡Naruto!- se abrió paso hasta él, empujando a todo aquel que entorpecía su pronto acercamiento.
Naruto estaba empapado de pies a cabeza, andaba cabizbajo y con los labios comprimidos para retener cualquier atisbo de dolo, pero igualmente lloraba.
-Naruto- extendió a tiempo los brazos para atraparlo antes de que cayera.
-Ya no quiero- sollozó Naruto al no reconocer a quien lo tenía en brazos. Todos lo lastimaban por igual, todos se burlaban, lo señalaban, lo humillaban. -Ya no- lloró con renovadas fuerzas, apartandose todo lo que le era posible de su captor, pero todo era inútil, no lo soltaba.