Veintitrés

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Poco a poco su mirada se tornó vidriosa. Quiso levantarse inmediatamente de la cama, pero Iruka lo detuvo en apenas un parpadeo.

-Por favor, Naruto. Recuestate, él estará bien.

Naruto atinó a asentir y posteriormente dirigió una larga mirada a la camilla de junto. Jiraiya acababa de ser ingresado.

Y no lucía bien en lo absoluto...

***

Permaneció dos interminables horas oculto entre las sombras, siempre a la expectativa y con el objetivo fijo en mente.

No se oía ruido alguno en el exterior, ni tampoco podía divisar luz alguna proveniente del interior de la residencia. Todo estaba calmo, demasiado.

De un momento a otro, sucedió. La puerta se abrió lentamente para dar paso a la muchacha de larga cabellera negra y pálida tez, quien arrastraba dificultosamente una bolsa de basura hasta la acera contraria.

Sasuke aprovechó la mínima distracción para escabullirse al interior. Un descuido, dos segundos, tres parpadeos.

Y ya estaba dentro.

***

-Ero Sennin...- caminó tambaleante hacia la camilla con los ojos rasos de lágrimas. Era real, no era un sueño ni mucho menos, verdaderamente su padrino estaba allí, herido pero a salvo.

Se sujetó de los barrotes laterales del colchón y gimió quedito al ver como su ancho pecho subía y bajaba entre cada inhalación y exhalación que hacía.

¿Cómo había podido escapar? ¿Toneri lo habría liberado?

Naruto guiñó para aclararse los ojos y se aferró con delicadeza al cuerpo de su tutor, ansiando que despertara cuánto antes para pedirle disculpas por no haberlo ayudado. Todo era culpa suya después de todo.

-¿Naruto?

Se apartó despacio de la camilla. Aquella voz no era la de Jiraiya. Poco a poco se volvió hacia la puerta, desde dónde Iruka Umino le había llamado. Naruto se incorporó de su sitio, la sorpresa, la incertidumbre y el temor hicieron mella en conjunto cuando vio al hombre uniformado, alto, fornido y de tez extraña. Junto a ellos y esbozando una sonrisa tenue (y forzada), estaba Itachi.

***

El soplo del viento susurraba constantemente a su costado. Torbellinos de tierra y hojarasca se levantaban por el caminillo de grava frente a la fuente de mármol.

Y Sasuke se vio forzado a agacharse cuando la muchacha de ojos perlas regresó de su corta travesía. La vio perderse en uno de los pasillos, rápida y ligera, pero terriblemente despistada.

Pensó por un momento el camino a tomar. El lugar era amplio en demasía y tiempo era lo último de lo que disponía. No podía, por tanto, inspeccionar habitación por habitación. Corría el riesgo de ser pillado a la mínima oportunidad posible, un diminuto descuido y todo se iba a la basura.

"¿Hacía dónde?"- miró consternado en derredor. Habían unas diez puertas tan solo en el primer pasillo, sin embargo, y cuando pretendía observar más de cerca, la tercera se abrió...

Y salió Hiashi Hyuuga.

***

-Debe ser esta- Iruka tomó la pequeña grabadora que yacía oculta bajo la computadora pórtatil. Estaba tan nervioso, que le temblaban las manos.

Había costado mucho convencer a Naruto de que hablara, de que confiara en que todo iría bien y no lastimarían a nadie. Naruto estaba tan trastornado con ello que se mostró renuente a hablar en un comienzo, a delatar a quién le había hecho tanto daño.

Bullying.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora