Quedaba poco menos de un mes para el inicio de vacaciones. Lo que era mejor, estaba muy cerca de entrar a la primaria, por fin terminaba la densa étapa del jardín de niños, lo que equivalía a futuros retos escolares. No que a Sasuke le interesara mucho, no con los constantes problemas que tenía en casa. Solo era un paso más hacia su meta, uno de varios que tenía por delante.
Desde pequeño Sasuke se había caracterizado por ser diferente del resto. Era serio, callado, antipático y algo uraño con aquel que osara irrumpir en su espacio personal. Sobre todo si se trataba del sexo femenino. Y es que, siendo él varón ¿para que querría relacionarse con las féminas?
Nunca había hallado el sentido a rodearse de mujeres. No las odiaba, solo le causaban aburrimiento y enfado con sus múltiples preguntas bobas sobre quién era la más bonita o cómo le gustaban a él las mujeres. La última vez que Sasuke respondió una interrogante, lo hizo al azar. Le habían cuestionado por su gusto en el cabello, y no dudó un solo instante en responder que le gustaba largo. No porque fuera verdad, en realidad apenas si prestó atención a lo dicho, tan solo recordó que en su familia tanto Itachi como su madre llevaban el cabello largo, y era gracioso porque a Sasuke no le gustaba para nada.
Después de aquella vez, las niñas (tontas, bobas, descerebradas) habían hecho una especie de concurso sobre quién llevaba el cabello más largo, y que la ganadora se casaría con él.
No podían ser más ingenuas. ¿O si?
Rara vez había algo que llamara la atención de Sasuke lo suficiente para querer acercarse. Pero aquella ocasión hubo algo "alguien" que captó toda su atención y escasa curiosidad. Se trataba del salón de juegos. Sasuke siempre lo había aborrecido, porque él se encontraba en tercer año ya, y esa sección era para los niños de primer ingreso. Sin embargo no fue el entorno lo que le instó a entrar allí, no. Había un niño, un pequeño rubio de piel canela y ojos azules que se balanceaba en uno de los columpios.
Sasuke lo observó largos minutos impulsarse con los pies. El niño (sol) mantenía la mirada baja y parecía estar a punto de llorar. No era de extrañarse, pues los de primer ingreso tendían a hacerlo a menudo. Sasuke jamás lo había hecho, por supuesto, él nunca dejaba que le vieran de ese modo porque su padre decía frecuentemente que eso te hacía ver débil y patético. Pero aquel niño no lucía ni lo uno, ni lo otro. Al contrario, se veía adorable, lindo.
Y si a Sasuke le hubieran preguntado con quién se casaría, no habría dudado en responder que con el sol. Porque eso le había parecido el niño en un primer momento.
-¿Por qué quieres llorar?- preguntó al sentarse en el columpio de junto. Por vez primera era él quien se entrometía en el espacio personal de alguien más.
El niño, parpadeando repetitivamente, lo miró asombrado.
-¿Tú eres de tercer año?
Las ganas de ironizar al respecto no le faltaron a Sasuke, sin embargo, supo componerse a tiempo.
-Lo soy. Pronto saldré y estaré en primer año de primaria- respondió orgulloso de su próximo logro, lo que ocasionó mayor alicaimiento en el pequeño.
-Yo no creo poder, de verás.
-¿Por qué no?
El rubio se encogió de hombros y retomó el balanceo con los pies.
-Dicen que es muy díficil y yo no soy inteligente. Además no tengo mamá ni papá- de nuevo los labios le temblaron en reprimidos deseos de llanto. Sasuke suspiró profundamente y lo encaró con seriedad y altivez.
-¿Y eso que tiene que ver?, Mi hermano dice que el éxito proviene de uno mismo. Si te esfuerzas seguro que lo logras.
Los ojos opacos del niño brillaron esperanzados.