Cuando ingresó a la sala de chat, la lista de usuarios conectados se desplegó automáticamente en la pantalla. Atento, Toneri repasó uno a uno los nombres, sonriendo para sus adentros al ubicar a Naruto entre ellos.
Oh, grata satisfacción.
Era la vigésima vez del día que revisaba y actualizaba la página. Ya habían transcurrido diez días desde que se hubo aislado a orillas de la ciudad, en un modesto apartamento que le permitía vivir en la comodidad del anonimato. La policía seguiría buscándolo hasta entonces, pero no importaba. Nada más importaba ya. Pronto todo terminaría. En poco tiempo dejaría de ocultarse.
Había creado una cuenta alternativa. Pese a haber hackeado la de Naruto, sabía que esta última no le sería más de utilidad. La contraseña del Uzumaki seguía siendo la misma, y, hasta cierto punto, Toneri había dudado de que su plan tendría éxito. Podría haberse hecho con el número telefónico, pero sería más complicado cubrir sus propias huellas más adelante, cuando el momento lo ameritara.
"Hola, Naruto" escribió el mensaje, dudando por escasos segundos antes de enviarlo.
Lastimosamente, Naruto tenía que morir.
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Naruto apenas tuvo tiempo de pestañear al ver a Kiba pasar cautelosamente a su lado, sujetándose el cabestrillo del brazo. Lo vio de soslayo tomar un par de libretas de uno de los casilleros antes de que el Inuzuka saliera corriendo.
Seguían repeliéndolo. Todos lo hacían, pero en esta ocasión era diferente. Y si bien antes lo amedrentaban, ahora más bien pareciera que huían de su presencia. No lo repelían por disgusto o desprecio, sino más bien por miedo.
Era rídiculo. Carecía totalmente de sentido. Y sin embargo, así era. Naruto lo venía notando desde varios días atrás. Había pasado de ser molestado y golpeado, a ser rotundamente ignorado por todos.
Las cosas eran mejor así ¿cierto?
Viró el cuerpo hacia el frente y tomó su bento del almuerzo. Hoy no comería en la cafetería.
El resto del día, Naruto presenció algunas situaciones que rayaban entre lo absurdo y alarmante. Varios de sus compañeros habían faltado en días pasados a causa de una extraña gripa que se había propagado. O al menos eso habían anunciado los profesores. Lo cierto era que la ingenuidad de Naruto lo había orillado a tragarse la mentira, hasta ese momento.
Primero fueron Sakura e Ino. Ambas caminaban a la par de la otra. Llevaban gafas de sol. Y Naruto no necesitó ser adivino para saber la causa. Tenían los párpados hinchados, ya fuera por haber estado llorado previamente, o por haber sido...golpeadas.
Pero la cosa no acababa allí, ni de lejos, Neji seguía sin presentarse, lo mismo que Hinata. Sai se había enclaustrado en sí mismo. De vez en cuando salía a los jardines para pintar algo en su cuaderno de dibujo, pero nadie lo había oído pronunciar una sola palabra. Era como si hubiera hecho un voto de silencio, o como si le hubieran amenazado por algo.
El último, pero no menos importante, era Chouji. Naruto se lo había topado algunas ocasiones en el lavabo, devolviendo el estómago. Al principio había creído que se encontraba enfermo, pero resultaba incoherente que una enfermedad estomacal durara más de una semana. Lo que le había llevado a pensar que el Akimichi vomitaba por voluntad propia, se inducía a sí mismo el vómito. Pero, ¿Por qué?
Naruto había empezado a sospechar que era por la misma razón que provocaba aquellas miradas de tristeza en el resto de sus compañeros.
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