Día a día, semana a semana, los abusos seguían suscitándose entre la comunidad estudiantil. Útiles robados, casilleros atiborrados de basura, butacas rayadas, vaselina puesta intencionalmente en las baldosas de los corredores. El promedio escolar del grupo se vino abajo.
Miradas de desconcierto, citaciones constantes a los padres de familia, reportes impartidos a quienes figuraban como mejores alumnos. Todo estaba mal en la clase, pero aquellos amargos momentos no se habían limitado ni un poco. Las respectivas sanciones habían sido dadas. Mientras que una parte del grupo era asignado a labores de aseo, el resto debía lidiar con trabajos nimios que, sin embargo, representaban una interminable pesadilla.
-¡Ve por ella, bola de grasa!
Chouji Akimichi sorbió por la nariz segundos antes de correr tras la pelota que uno de los alumnos de tercer grado había arrojado intencionalmente fuera de la línea de la cancha.
En las gradas, Ino Yamamaka cumplía la labor de repartir las toallas, resintiendo en sus adentros los comentarios despectivos de las chicas hacia su "nuevo estilo de cabello".
A Sakura le había tocado limpiar los espejos de los baños. El martirio de ver su propio reflejo, la interrumpía cada tantos minutos. No podía con la situación, con ella, con nada.
Siguió llorando y limpiando por intervalos.
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Neji, Kiba, Sai y Shikamaru, no habían corrido con la misma suerte del resto de la clase. En cambio, debían pintar los contenedores de basura. Y vaya sorpresa se habían llevado cuando "casualmente" pasaron Suigetsu y Juugo. Esta vez no iba Sasuke con ellos, pero si otro par de acompañantes varones que no tardaron en hacer gala de su fuerza física. El fuerte sobre el débil. Ninguno había tenido oportunidad alguna. La paliza fue inminente y prolongada. Los profesores estaban ausentes pero así y todo, nadie se habría atrevido a decir nada por temor a que las cosas empeoraran. Cada uno era esclavo de sus propios temores y debilidades.
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Naruto titubeó al dar vuelta a la página. Se encontraba en la biblioteca, ajeno al bullicio exterior, trataba de centrarse en el tema que encabezaría el próximo examen. Sentía mucho miedo por la ausencia de Toneri. Sabía que había escapado pero...¿y si volvía?
Parpadeó repetitivamente cuando unos dedos rozaron la siguiente página, cambiandola por él.
Levantó la mirada, atemorizado, pero pronto su semblante se llenó de dicha. Era Sasuke.
-Doce minutos leyendo la misma hoja- musitó, impasible. -Curioso- sonrió, contagiando a Naruto con tan simple gesto.
De inmediato el rubio se puso de pie para abrazarlo, lo hizo con tanta fuerza que Sasuke tuvo que sostenerse de la pared lateral para no caer. Estaban solos en la biblioteca, unidos el uno con el otro, ya no solo en presencia, sino tambien en emociones. Compartían un lazo definitivo, un vínculo afectivo que traspasaba toda barrera previamente impuesta, derivada de los prejuicios.
Se observaron en completo silencio. Naruto rompió poco a poco el abrazo y, sus ojos tintinearon en mudo asombro cuando se supo repentinamente besado por Sasuke.
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Despues del almuerzo, ocurrió un hecho insólito que enlazó a todo un grupo. Se trataba de un citatorio que hacía alusión a una reunión en el audiovisual del colegio al término de las clases. Dicho citatorio había sido impreso con el sello de la escuela. Todo indicaba que se realizaría una junta, y aunque los alumnos estaban en mutuo desacuerdo, sabían de antemano que no podían evadir. Los más ilusos llegaron a concebir la errada idea de que los eximirían de sus "injustos" castigos, de las burdas actividades que debían realizar dentro de las instalaciones.