Capítulo 19

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Me desperté un poco a adormilada, y confusa. Era el primer día, desde hacía tiempo, que no me despertaba helada o gritando por una pesadilla, y por eso tarde un poco en ser consciente de todo.

Abrí los ojos, al sentir como mi cara se elevaba un poco y volví a bajar y me sonrojé, al darme cuenta de que estaba durmiendo sobre el pecho de alguien. Aunque estaba claro de quien era el pecho, alcé mi mirada y mi sonrojo aumentó al verme reflejada en los zafiros que amaba.

- Buenos días, mi Odango perezosilla - dijo Fighter con una sonrisa, mientras empujaba suavemente mi nariz con su dedo.

- Buenos días, Seiya - dije mientras me acercaba más a su cuerpo, y escondía mi cara en su pecho. - ¿Puedo quedarme aquí para siempre?

- Me encantaría, Odango - dijo Fighter, y sentí como sus brazos se apretaban a mi alrededor - Pero ahí gente ahí fuera que te quiere, y está preocupada por ti. Y no creo que quieras dejarlos a oscuras.

- ¿Cuánto he dormido, Fighter? - pregunté, pero sabía que era mucho más de lo que normalmente dormiría.

- Casi 8 horas, Odango - dijo Fighter con una sonrisa - Es medio día, y sé que si no han tocado a la puerta es por qué saben que tienes que estar agotada. O por qué simplemente están esperando a que salgas por ti misma.

- Te debo algunas explicaciones... - dije avergonzada nuevamente - Yo...

- No me debes nada, Odango - dijo ella, haciendo que levantara mi cara para mirarla - No hay nada de qué preocuparse conmigo, estaré aquí a cada paso que des. Y esperaré, a que tú hables. Pero jamás me deberás nada. En todo caso, te lo debo yo a ti. Te dije que siempre te protegería, y aunque fuera en desconocimiento, no cumplí mi promesa.

- No, no me debes nada - dije alzándome y alcanzando sus labios. - Nunca podría permitir que te pasará nada, a ninguna de las chicas... pero a ti, sobre todo. Nunca te hubiera dicho nada, aunque hubieras estado cerca, no te pondría en peligro.

- Odango... - dijo Fighter - Tienes que saber que Endymion...

Me puse pálida y me aleje, no sé qué me iba a decir, pero solo escuchar su nombre me daba miedo. Me levanté y me acerqué a la ventana, estaba temblando, pero no quería.

- ¡Tranquila, Odango! - susurró Fighter mientras me rodeaba con sus brazos - Está muerto, no te volverá a tocar.

- ¿Lo maté? - pregunté pálida mientras me volvía hacia mi amiga.

- No, Odango - dijo Fighter - Fue ejecutado por las Outer, ellas saben. Saturn está buscando a la pequeña Dama, y Uranus se culpa por no haber sabido antes que pasada. Tokio de Cristal ya no existe, la Tierra ya no está bajo el Reinado del Rey de la Tierra. Por lo que me contaron Eliot es el próximo Rey, pero no está interesado en formar un Reino visible para el mundo. Ha vuelto a Elysion o algo así.

- ¿Ellas saben todo? - pregunté con miedo y vergüenza.

- Odango... no hay nada de qué avergonzarse - susurró Fighter - Solo agradezco en parte al hecho de que no acudí a ti en mi forma masculina, por qué sé que te hubiera asustado, aunque eso me hubiera permitido saber lo que te sucedía antes.

- Nunca me asustaría de ti, Fighter - dije con un susurró mientras la abrazaba fuerte - Seas Fighter o Seiya, tu luz siempre me alcanza. Siempre te reconocería.

Sentí el cambio, y sentí como los brazos que me rodeaban se volvían más fuertes. Pero a pesar de mis palabras me sorprendí a mí misma. No sentía miedo, solo cariño y protección.

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