LAS PRUEBAS

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Quedé con Isabel y Chus la tarde del viernes.

Fuimos al PUB de Carlo, tenía algo que contarme.

Me mostró una cinta que su amigo del “Ristorante La Piazza” le había dado.

En el video salían los dos comiendo, por lo visto lo hacían casi todos los días allí.

La clínica de Jaime estaba cerca y esa zona estaba en auge.

Pero en otro de los videos, las palabras dejaron paso a las caricias y a los besos y

así continuaron. Me quedó bastante claro lo que ocurría desde hacía tiempo.

Carlo hizo sus averiguaciones con respecto a la rubia. Tenía muchos amigos allí que le debían favores.

¿Se hizo detective además de empresario?, o eso pensé yo por su investigación.

Lo cierto es que averiguó quien era casi sin querer, una clienta asidua la reconoció y la llamó doctora Ramos. A lo que Carlo interrogó a esa cliente concienzudamente.

_Pues bien, decía Carlo. Se llama Olimpia Ramos. Es doctora cardiovascular en

la clínica de tu marido. Esta soltera y tiene 35 años. Vive en las Encinas, una

zona residencial de alto standing, tiene un nivel de vida muy alto y no es la primera vez que los ven juntos por aquí. De hecho si ves uno de los videos, verás que hay gente comiendo con ellos uno de esos días y que ella se refiere a tu marido como _mi chico_ y viceversa.

Isabel y Chus no salían de su asombro.

-Siempre quiso una rubia en su vida, dije yo. Pero yo me crucé en su camino.

¡Lástima!

Mi voz apagada lo decía todo.

Rompí a llorar y esta vez sin ninguna vergüenza.

Mis hipos llegaron a ser tan contagiosos que ellas también lloraron.

Menudo show montamos.

Era mi triste realidad. Ya no había marcha atrás.

Carlo me dio ánimos, que guardara todas las pruebas de las que Jaime jamás sospecharía.

Que buscara un buen abogado, pero que hasta que ese letrado no tuviera todas las pruebas, siguiera con mi vida como si tal cosa.

Seguir el engaño me iba a costar Dios y ayuda. Ahora sabía lo que ocurría de verdad.

Jaime llegaba sobre las nueve de la clínica, y siempre parecía atento, no denotaba cambios sustanciales en su forma de actuar. Pero yo si cambié, empezó a darme asco el estar cerca de él y casi no le hablaba o al menos lo hacía poco. Ya no le preguntaba porque llegaba tarde o porque seguía yendo los fines de semana al golf cuando estaba nevando o lloviendo. Me daba igual, sabía que seguiría mintiendo.

Menudo cobarde. Pero con este tema tenía que tener cautela y que no pudiera notar nada en mí que le hiciera sospechar. A mis hijos de momento, al margen.

Ya habría tiempo.

Recordé que la madre de un compañero de mi hijo Rodrigo, Marina, era abogada dedicada a divorcios y que por lo que investigué era muy buena, era una auténtica depredadora. Averigüé su teléfono y la llamé.

_¿Marina?

_ ¿SI?

_Hola, mira soy la mama de Rodrigo Sandoval, el compi de tu hijo Samuel.

No nos vemos desde hace tiempo y necesito un abogado con urgencia. Tengo problemas con mi marido.

_Escucha, ahora mismo no caigo quien eres. ¿Puedes venir a mi despacho?

_Dame la dirección y el horario y en cuanto pueda ahí estoy.

_Mi secretaria te dará lo que necesites y aquí estoy a tu disposición.

_Gracias Marina, un saludo.

Y así fue como empezó mi periplo.

Carlo seguía recogiendo información. Para mi fue mas que un amigo. Me decía que lo hacía por Isabel porque era mi amiga. Y tuve que reconocer que en cuestión de amigos tuve mucha suerte.

Llegó el jueves y me dirigí al despacho de abogados de Marina Cifuentes.

Me presenté a su secretaria y me hizo pasar.

Al vernos nos recordamos y hablamos y hablamos de nuestros hijos hasta que

frené esa conversación para contarle las verdades del barquero.

Le conté todo lo que sabía y las pruebas que tenía en mi poder y que quería que se hiciera lo más rápido posible. No quería que mis hijos sufrieran lo más mínimo.

Me dijo que estudiaría mi caso y en cuanto atara los cabos necesarios para

comenzar el litigio me avisaría. Y que me daría algunas pautas a seguir.

Que siguiera actuando como hasta ahora. Y que de los honorarios hablaríamos al final.

Le agradecí las formas con las que abordamos mi problema, me veía en una espiral de caída libre sin ver el final, me dijo que era lógico, que a ella le pasó lo mismo.

No sabía que era divorciada, que luchó mucho contra su marido por las mismas razones que yo, pero que no se dejó arrastrar por sus mentiras y maquinaciones, que fue fuerte hasta el final, así que eso me dio mas fuerza a mi también. Pero que mis hijos sufrirían porque no entenderán lo que pasa y porque pasó, que tendría que estar preparada para ello. Eso es lo que mas me dolería, ver a mis hijos sufrir por culpa de un padre que no supo valorar lo que tenía en su casa.

Pasaron las navidades sin pena ni gloria y llegó enero.

Marina me llamó una mañana y me dijo que teníamos que vernos.

Me dijo que en mis manos estaba la fecha de mandarle la notificación para la separación y posterior divorcio.

 

 

Mi destino eres tu  #01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora