TORTURADA

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Por fin llegamos a esa casa. Era una edificación de dos plantas con una pequeña

parcela y plaza de garaje. Estaba mas o menos aislada. Había otras como ella

desperdigadas por la zona.

La tenía vallada y tenía dos perros que andaban sueltos.

Entramos y me enseñó el que sería nuestro hogar hasta que me rescataran.

Estaba totalmente amueblada y enmoquetada. No vi espejos donde poder

mirarme. Me dijo que sus hermanas la habían ayudado, que estaba muy

orgulloso de su familia. Subimos a la habitación donde me quitó la capa y me

dijo que me desnudara que nos daríamos una ducha. Tenía que quitarme toda

la mugre que llevaba encima y la idea era buena. Vi como se metía en el baño y

preparaba todo. Había planeado no llevarle la contraria.

Salió totalmente desnudo y empalmado.

No quise volver a mirarlo. Ya no era el hombre del que me enamoré, no vi nada

en él que me atrajera. Estaba más musculado, era el único cambio que pude

apreciar.

Cuando eché mano de mi móvil vi que no lo tenía, el corazón se me aceleró y

me puse nerviosa y él lo notó, pero lo achacó a la situación. Se me debía haber

caído en el coche. No me dio mucho tiempo a pensar, me bajó el vestido de

manera brusca, me quitó el jersey y me dejó en ropa interior y medias.

Me tocó la barriga, la besó. Se puso detrás de mí y me quitó el sujetador.

Empezó a darme besos en el cuello y a olerme el pelo, se puso delante de mi y

me mordisqueó los pechos, sus manos no paraban de tocarme, se arrodilló y me

bajo cuidadosamente las medias y a continuación las bragas.

Me miró mi sexo, me abrió las piernas y me lo besó con mucha delicadeza. No

paraba de decirme cuanto me deseaba.

Creí morir. No me esperaba esto. Me cogió de la mano y entramos en el baño.

Me mojó con la ducha, me lavó el pelo y con una esponja empezó a lavarme el

cuerpo. Pasó esa esponja por mi cara con mucho cuidado, me pidió perdón y

empezó a besarme en la boca de nuevo. El agua caía sobre nosotros, Jaime me

hizo lavarle con la esponja todo su cuerpo, incluido su sexo. Me hizo darme la

vuelta y apoyarme en la pared cuando note como me metía su pene en mi

vagina. Me estaba violando.

No me esperaba menos de él. Estaba totalmente fuera de sí, yo no sentía

absolutamente nada, sus embestidas me hacían daño, mis brazos se separaban

de la pared para que no me diera contra ella y pudiera repercutir en mis bebes y

al ver que yo no jadeaba me dio cachetadas en el culo, las primeras fueron

suaves, pero las siguientes me lo dejaron bien marcado. Posiblemente se

había tomado algo, porque llevábamos mas de cuarenta minutos de coito y

seguía empalmado y sin eyacular.

Mi destino eres tu  #01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora