No es que mi sexto sentido me avisara siempre que algo malo o nefasto pudiera
ocurrirme, de hecho no ocurrió así con Jaime, que me llegó sin yo darme cuenta,
pero sentía que los hilos volvían a hacer de las suyas, que mis antenas no
paraban de vibrar desde que conocí a Linda. Algo me decía que esa mujer no
guardaba nada bueno. Pronto lo averiguaría.
Esa misma tarde, las hijas de Trevor se presentaron en el rancho. Unas preciosas
mujercitas nos saludaron y no dejaron ni a sol ni a sombra de mi marido. Algo
que entendí perfectamente.
Mis hijos habían adquirido la manera de desaparecer durante largos ratos,
Trevor me dijo que se habían empeñado en aprender a montar, aunque solo
fuera un pony.
Me quedé sentada en el porche de la casa tomando un agua con hielo al fresco
que daba la sombra de unos grandes árboles y desde ahí observaba como
acontecía la vida en aquel rancho.
Al cabo de unas horas llegaron dos coches y se bajaron varias personas, varios
hombres y dos mujeres. Me miraron extrañados y entraron en la casa.
Quise echar mano de mi móvil para llamar a Trevor, pero no recordaba que lo
había dejado en Madrid. Me dirigí a la cerca para ver a mis hijos, se lo estaban
pasando en grande. Cuando me di la vuelta ara dirigirme al interior de la casa
un hombre muy parecido a Jason me estaba mirando desde el porche. Estaba de
pie, cruzado de brazos, era más joven que Jason, me saludó con su sombrero de
cowboy y yo le respondí al saludo.
Encontré a Linda hablando don esas otras dos mujeres en la cocina. Al entrar la
pregunté por Trevor, sin parar de escrutarme, se encogió de hombros y me
respondió que no sabía.
Le di las gracias y me marché en dirección al río. Pero antes cogí el agua que
aún quedaba en la jarra y me la eché por encima, el sol era abrasador. No me di
cuenta que me había traspasado la camiseta hasta que vi como aquel tipo no
dejaba de mirarme.
Trevor me dijo que allí era donde siempre iban a hablar.
El calor era sofocante y ya estaba harta de estar sola. Me dirigí a la cerca y les
dije a mis hijos que iba a buscar a Trevor al río, que si aparecía por aquí que se
lo dijeran.
Me encaminé hacía allí y cuando llevaba un rato andando noté que alguien me
seguía, paré y miré hacia atrás y allí estaba, el tipo que me saludó en el porche.
Él se paró también. No me gustó el rollito que se traía entre manos y busqué un
palo y una piedra.
Seguí caminando un trecho y de nuevo paré, me di la vuelta y le tenía a unos
diez pasos.
Le apunté con el palo y le pregunté qué quería que porqué me estaba siguiendo.
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Mi destino eres tu #01
RomanceAlicia es una mujer de nuestro tiempo. Madre, esposa y profesora de universidad. Tiene un marido con el que después de mas de veinte años mantiene una relación cordial lejos de aquellos años locos en los que se prometían amor eterno, dos hijos que l...