MI DIVORCIO

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Martes 28 de Enero

Anoche no vino el muy cobarde. Tampoco le iba a dejar entrar.

Marina me llamó por teléfono, que en cuanto recibiera la notificación, me

avisaría.

Que me preparara para cualquier eventualidad.

Yo ya había sacado todo el dinero de las cuentas en esos dos días. No quedaba

nada. Tenía que pagar a Marina con lo que sacara de allí. Avisé a la UNI que

tenía que pedirme unos días, confesé que estaba organizando mi divorcio. No

hubo problemas.

Mis hijos siguieron con sus estudios. Les avisé, sobre todo a Rodrigo que era

menor, que su padre podría intentar hacer algo con él. Que estuviera alerta.

Y a la hora me llegó el whats de Marina. (Entregada notificación).

La llamada de Jaime no se hizo esperar. Tanto tiempo sin hacer uso de mi

número y BINGO!! Ahí estaba en mi pantalla.

Bajé el volumen y no cogí la llamada.

Avisé a mis hijos que hicieran lo mismo y que fueran a casa de Isabel.

Se presentó en casa a eso de las cuatro. Intentó abrir pero vio que no pudo.

Aporreó la puerta llamándome. Silencio. Eso es lo que se encontró y rechazo.

Eché la cadena y cerré con la llave puesta y puse la alarma. Sonó el teléfono fijo,

no lo cogí, era él. No le gustaba llamar la atención así que viendo que no podía

hacer nada, se marchó.

Uno de sus hermanos se presentó por la tarde en casa, por supuesto ni le abrí.

Ese si chillaba y me llamó Puta y Zorra y se lió a dar patadas tan fuertes que

creí que tiraba la maldita puerta. Mis hijos estaban acojonados pero yo no.

Llamé a la policía en cuanto me llamó lo primero, vino en un pis pas y allí que

le pillaron. Salí y les dije que se lo llevaran y que ya le pasaría la factura por lo

de la puerta.

Que estaba destrozando a sus padres con mi comportamiento. Que tenía que

arreglarlo con Jaime. Que mi deber como esposa era estar junto a él en estos

momentos. Que un divorcio no llevaba a nada. Que los votos son para siempre,

que un casquete lo hemos echado todos alguna vez y que por eso no se hundía

el mundo.

Estaba empezando a darme cuenta de cómo era aquella familia.

_Qué asco! Aquellas palabras me dejaron de piedra.

No le puse ninguna denuncia. Pero si volvía otro por allí, lo haría.

Me llamó Marina, la vista sería para el mes de marzo. Yo lo quise rápido, así

que se decidió por un divorcio Express.

Hicimos unas cuantas bolsas grandes y le metimos todas sus pertenencias en

ellas. No le quería por aquí hasta que le viera en el juicio, así se había dispuesto.

La vida se nos hacía muy dura, al menos a mí. Todavía no me acostumbraba a

dormir sola, a compartir mis inquietudes e intimidades con nadie.

Por supuesto, Isabel y Chus estaban ahí, siempre lo habían estado y Carlo en la

lejanía, pero no era lo mismo. Estaba sola. No quería desesperanzar a mis hijos

pero ellos lo acabaron viendo. Era una mujer joven todavía, llena de vida y esa

desgracia me estaba consumiendo.

Y llegó Marzo y con él mas sorpresas de las esperadas.

El juicio era el catorce a las doce de la mañana.

Allí estaba yo con mis dos hijos, Chus, Isabel y Carlo.

Y mis dos abogadas que eran magníficas.

Vi a Jaime al llegar al hall, iba con Olimpia (la fulana), me fijé bien y vi que se

echaba mano a la tripa. Hay dios! Pensé. La ha dejado preñada. Y sus ojos se

posaron en los míos y sonrió.

_Que te aproveche guapa! Todo tuyo. (Me dije)

Y su abogado, un hombre barrigón y con cara de pederasta. Me hizo gracia.

Jaime miró a mis hijos y una cara velada por la tristeza le recorrió el rostro.

Hizo el intento de acercarse a ellos. Mis hijos le miraron también sin saber que

pensar, el odio que les recorrió la sangre que era producto de aquella situación

y le dieron la espalda.

Mi mirada hacia ellos lo dijo todo, le desee lo peor.

Se abrió la vista, mi abogada tenía orden cumplimentada de mis exigencias,

para mi sorpresa Jaime no dijo nada, aceptó todo tal y como se lo propusimos.

Nos extrañó a todos los presentes que no refutara nada. Su abogado quiso decir

algo y Jaime lo mandó callar.

Si pensaba que ese simple hecho me iba a conmover…

Firmamos el divorcio y se terminó. Salí la primera detrás de mi abogada. Di un

salto de alegría y me dirigí a mis hijos.

Habíamos firmado uno convenio por el cual, me pasaba una pensión de mil

euros mensuales y pagaba las facturas de la casa mientras mis hijos vivieran

allí. Y que se encargaría de sus gastos académicos hasta que ellos terminaran y

fueran económicamente independientes.

Era increíble, casi que no podía entenderlo. Estaba totalmente apagado.

Cabizbajo y mirándonos en la lejanía.

No esperaba esta reacción mía y esta celeridad en mi decisión. Creo que le había

pillado por sorpresa, pero a fin de cuentas, es lo que él había buscado, quedarse

con la Barbie.

Y había perdido a sus hijos, creo que eso es lo que ahora le estaba carcomiendo

por dentro, que ya no sería igual que antes, que ese vacío lo atormentaría

siempre.

Había decidido renunciar a mí y a mis hijos, a esa vida tranquila en familia. A

todos esos años juntos. Qué tonta he debido ser que no había visto que mi

marido no me había querido.

Me abracé a todos y decidimos ir a celebrarlo. Mis hijos ni siquiera dijeron

nada. Sus caras lo decían todo. Estábamos tristes por la situación, pero

conseguimos lo que queríamos.

No miré hacia atrás.

Aquello era mi pasado y mi futuro estaba por escribirse aún.

 

Mi destino eres tu  #01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora