XXIX) ¿Sorprendida?

109 5 2
                                    

Me despierta un inoportuno rayo del sol, tendría que haber cerrado las cortinas. El dolor de cabeza me está matando, anoche bebí demasiado con Daniel (el morocho rapado). Recuerdo haber subido y que pasó lo obvio, luego me pidio mi número y dijo que me llamaría. Luego de eso baile con unos cuantos más y creo haber estado solo con dos, cuando sentí que no resistía más subí y me acosté a dormir. ¿En que cuarto estoy? El de Amanda supongo que es por las paredes en rosa pastel. Saco cuentas y Amanda se fue de aquí con tan solo 16 años, quizá haya dejado algo de ropa que pueda usar para no bajar con este vestido. Encuentro una calza azul marino y la combino con un buzo beige, busco unos zapatos y encuentro unos convers de mi talla por suerte. 

Al bajar veo que recién van a ser las 11 de la mañana, un equipo de limpieza esta acomodando todo a la perfección mientras yo me dirijo a la heladera. Media hora más tarde baja Román junto a dos rubias, una a cada lado, él solo lleva los boxers, una de ellas su camiseta y la otra su camisa. - ¿Estás comoda? - Dice algo irónico.

- Más que vos no. - Sonrio sarcástica.

- Hasta te preparaste el desayuno. - Ignoró mi comentario.

- Sí, jugo y tostadas, si gustas servite. - 

- ¿Para mis amigas preparaste? - Ambas chicas sueltan una risita que me taladra los oidos. 

- Si no se callan le preparo hora al sirujano. - Gruño.

- Bueno lindas, mejor se van antes de que ataque el grinch. - Rien aún más fuerte y yo les dedico una mirada de profundo odio. - Nacho. - Llama a uno de los que atendía la barra anoche. - Lleva a estas bellezas a donde gusten ir y acordate de la dirección así más tarde me llevas a mi. - Le hace un guiño. 

Cuando ambas rubias se fueron suelto. - Conseguiste tus putas. - 

- Como si vos no te hubieras divertido con el negro ese. - 

- Mejor no te cuento que tanto me divertí, te morirías de la envidia. -

- ¿Segura? - Pasa la lengua por su labio inferior y me tengo que obligar a desviar la mirada.

- Sí, no tenía una risa tan molesta. Y a diferencia de lo que vos vas a hacer con esas dos, él sí me va a llamar. -

- Tenes razón, no soy de los que llaman a las chicas. - Tras un largo suspiro agrega acercandose a mi, sentandose muy pegado. - Pero podría hacer una excepción. - 

- Entonces las vas a llamar. - Suelto una carcajada.

- No. - 

- Saldrás con alguna de ellas. - 

- Con ellas no, pero contigo sí. - 

- ¿Por qué pensas que quiero salir con vos? - 

- Pense que sería lindo para ti y me haría especial. No sería el idiota que te robo tu primera vez, ni tampoco el idiota con el que te acostas para vengarte, ni el idiota con el que te acostaste borracha... - 

- Ese ya lo sos. - Lo interrumpo.

- Y podría ser el idiota con el que te acostaste y después salieron a tomar un helado. - Se acerca dejando nuestras bocas a 15 centímetros, siento su aliento sobre mis labios.

- O podrías ser el idiota hermano de mi amiga. - 

- O podría ser el idiota del que te enamoras. - Seguía reduciendo el espacio entre nuestras bocas.

- ¿Enamorarme? -

- Si es que no lo estás ya. - Y ya sus labios rozaban los míos mientras me hablaba, yo seguía sin avanzar.

Dime como quieras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora