VIII) Mesa para cuatro

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Si bien todo había sido un plan de Amanda no era mala idea, era una gran amiga y estaba dispuesta a mucho por conseguirme más libertades a mí. Comencé a invitarla a casa con la excucsa de que me ayudaba con la coreografía para el baile de los de último año, ella venía a casa y fingía ser el modelo de dama que a mis padres tanto les gustaba. El plan era simple, convencer a mis padres de que ella no era lo que los rumores decían para que luego ellos me dejasen salir con ella a tomar algo, bailar o quedarme en su apartamento. Un día mi madre, sin previo aviso, empezó a preguntarme sobre ella.

- ¿Así que lo de abre fácil fue solo un rumor? -

- Sí, las mimadas de la hermana Carla tuvieron una discusión con ella y, como venganza, inventaron el rumor sin pensar en las consecuencias de sus actos. ¿No te parece horrible que haya gente así, que use sus medios como venganza de problemas personales? - No soy boba, mi madre, como buena abogada que es, odia este tipo de casos en los que los jueces se dejan manipular por relaciones personales.

- Es terrible, pobre chica y ¿fue por eso que la expulsaron? -

- Sí, casi pierde el año de no ser por los contactos de su padre y sus buenas calificaciones, aunque él también se creyó las mentiras y la echó de su casa, le compró un departamento. Luego la hermana Carla se sintió culpable y le dio el trabajo que estaba buscando para poder mantenerse. -

- ¿El de profesora de danza del instituto? -

- Sí. -

- Pobre chica, me gustaría conocerla mejor. -

- La podría invitar a cenar un día de estos para que la conozcan y vean que es incapaz de hacer las cosas que se dice que hizo. -

- Sería fabuloso, podría hacer pollo asado o cordero... -

- Mamá, es vegetariana. -

- ¿En serio? Es algo muy maduro de su parte, aunque algo insalubre. -

- Lo sería si no tomara los cuidados necesarios, es decir, visitas regulares a la nutricionista y análisis de sangre cada 6 meses para chequear que no le falten proteínas. -

- Pues en ese caso podría hacer un souffle de queso con lentejas al escabeche, para que no le falte hierro. Y de postre una torta de naranja. -

- ¿El fin de semana que viene está bien? -

- Perfecto, hoy le comentaré a tu padre pero ya invitala. -

El plan iba acorde a lo planeado, Amanda vendría este viernes a casa a cenar actuando como una dama hecha y derecha, de buenos modales y ropa refinada. ¿Qué mejor manera de convencer a los padres de su amiga que era una buena influencia para su hija que ser exactamente cómo ellos querían que esta fuese?

Los cuatro días faltantes para la cena pasaron tan rápido que ni me percaté de que era esta noche; no hasta llegar a casa y ver a mamá enloquecida en la cocina.

- Llegue. -

- Bien, ¿a qué hora viene tu amiga? -

- ¿Amanda? -

- Sí. -

- A las 21 horas mamá. -

- ¡Son las 19 ya y yo no estoy lista! Arreglate y pon la mesa para cuatro, usa la vajilla fina. -

- Sí mamá. - fue lo último que le dije mientras subía a vestirme.

Un vestido rosa pálido de encaje en el busto y suelto abajo, acompañado de una trenza elaborada, un maquillaje natural y unos tacos beige sería suficiente. Mientras colocaba los platos apareció mi madre explicandome cómo colocar los tres tendores distintos que, según ella, necesitaríamos. Mi madre parecía mayor con su atuendo, un pantalón de vestir negro acompañado de una blusa color agua, con un moño tirante y un maquillaje que, para mi gusto, era demasiado. Mi padre entró en el comedor con su habitual cara de poker, llevaba un traje negro, una camisa blanca y una corbata a juego con la blusa de mamá, seguramente elegida por ella.

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