XXXIV) Durmiendo con el enemigo

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Estaciona frente a un edificio de dos plantas y entramos en la de abajo, este lugar me resulta tan lejano y fue hace nada que me desperté aquí, el día que lo conocí. No ha terminado de cerrar la puerta que ya se ha quitado la remera, todos y cada uno de esos abdominales causan un leve cosquilleo en mi. Se me acerca y me arranca la camisa, suerte que me dejé los primeros botones sin prender, así al menos podré volver a casa. Vuelve a hundir su boca en la mía al tiempo que desprende mi bracier y lo deja en el piso junto al resto de la ropa, se le nota la experiencia ya que no tarda ni un momento. Decido bajarme el cierre de la pollera para evitar que lo rompa pero me detiene. - Esa se queda. - Me gusta la idea así que le obedezco, me quito únicamente la tanga y el me mira lujurioso. Y me dirige a la mesa del comedor, me inclino sobre esta y me acaricia suavemente el clítoris. - ¿Por qué tan mojada, linda? - No respondo y el introduce un dedo en mi suavemente. - Si ya estás así ni me imagino cuando terminemos las tres veces. - Su risa es contagiosa pero sensual. Dicho esto retira los dedos y muy lentamente se abre paso en mi cuerpo con su miembro, cuando llega al fondo yo gimo y el suelta un suspiro. Sale aún más lento de como entró y repite el proceso, es agónico. Mis piernas comienzan a temblar y no puedo evitarlo, necesito que sea tan fuerte, sexy y posesivo como siempre. - ¿Qué pasa Nicky? - A la mierda el orgullo.
- Ramón, por favor.... - Es todo lo que logro articular.
- Está bien. - Dice aumentando el ritmo. - Pero la próxima no vas a tener tanta suerte. - Me toma de las caderas y me lleva con fuerza hacia él, tengo que sujetarme a la mesa para no perder el equilibrio y me encanta. Siento que su agarre es aún más fuerte y que sus uñas se entierran en mi piel y sé que está por alcanzar el orgasmo al igual que yo.
Con dos embestidas más acaba conmigo y con la poca cordura que me quedaba haciéndome llegar mientras gimo su nombre contra la fría madera.
No estoy segura de cuanto tiempo pasa cuando sale de mi interior, creo que sólo unos minutos. -Necesitaba eso.- Murmura para sí mismo al tiempo que se saca un condón, ¿cuándo se lo puso? - ¿ Cómo estás preciosa? - ¿En serio me pregunta? Buena pregunta, ¿cómo estoy? Por instinto me sale decir bien pero mi boca me traiciona.
- Con ganas de vos. - ¿Yo dije eso?
- Tranquila, linda. Dame sólo 5 minutos. - Ronronea él contra mi cuello mientras me acorrala como de costumbre. Regularizo mi respiración y lo miro coqueta entre mis pestañas, no creo poder aguantar uno más de esos, mucho menos dos. - ¿Cama o ducha? -
- ¿Eh? - No entiendo a que se refiere, mejor dicho, espero que no se refiera a lo que creo que se refiere.
- Ducha entonces. - No me da oportunidad a hablar antes de empezar a andar, me toma de la mano y me guía por el departamento. Entramos en el baño y me mira de arriba a abajo. - Por más que me encanten las colegialas creo que tendrías que sacarte la pollera. - Eso dolió, ósea que no soy la primer pendeja que pasa por este departamento con restos de su uniforme; Tierra llamando a Nicole, ¡eso era obvio! Por más que quiera salir corriendo de aquí mi libido me lo prohíbe, suelto una tonta risita y me desnudo por completo. Se me revuelve el estómago cuando me mira con autosuficiencia aunque no entiendo por qué, siempre supe que para él yo no era más que otra de su lista. Se voltea para abrir la canilla y por mi mente pasa una fugaz pregunta, ¿quiero hacerlo con él? Obvio que quiero, es un maldito Adonis del sexo. No se habla más entonces. Me salpica un poco de agua en la cara. - ¿Estás, linda?-
- Sí, sí. - Vamos a jugar. - Sólo estaba pensando. -
- ¿Pensando en qué? - Dice mientras entra a la ducha.
- En que tengo ganas de hacer algo... - El agua está perfecta, sólo una cosa puede hacer más placentero este momento.
- ¿Ah sí? - Pregunta mientras se esconde en mi cuello - ¿Qué? - Aprovecho el momento en el que se separa de mi y me arrodillo a sus pies, me encanta la expresión de su rostro y como cambia cuando yo guío su pene erecto a mis labios. - ¿Hoy viniste traviesa linda? - No respondo, en lugar de eso pasó la lengua suavemente por la punta y comienzo a torturarlo lentamente succionando, mordiendo suave y haciéndolo gemir tal y como el me hizo a mi. Escucho su respiración cada vez más agitada y si bien me encantaría hacerlo llegar así, quiero disfrutar tanto como él.
Cuando me pongo de pie lo observó desde unos centímetros por debajo de él, noto un dejo de odio en su mirada. - Me cortaste. - Suelta él y yo no logro entender de qué está hablando. - Estaba a punto y vos... - Deja la frase en el aire y yo comienzo, tal vez por los nervios, a reírme de él. - ¿Te parece divertido? - Ahora se ríe conmigo. - Vas a ver...- Dicho esto se sienta en el suelo y me obliga a abrir las piernas, decide devolverme la tortura para que aprenda mi lección supongo. - Sí chiquita, yo sé mejor que nadie cómo te gusta. - Siento la tensión acumularse más rápido de lo normal y sé que en cualquier momento voy a explotar gritando su nombre. Él también lo sabe y, al contrario de lo que creí que haría, continua con su suave masajeo en mi interior. Finalmente ya no lo puedo contener y dejo que esa hermosa sensación de plenitud aborde mi cuerpo, estremeciéndolo y causando un leve cosquilleo a su paso. - Yo soy bueno. -

- Tal vez demasiado bueno a veces. - Lo peleo.

- Tenes razón, en la mesa y ahora esto. - Se queda pensativo y luego cierra la canilla de la ducha y sale. - ¿Venís? - Tomo la toalla que me ofrece y me envuelvo y me pregunto si esta habrá contado como una vez. Veo que se sienta en la única silla del baño y me indica que me siente en su regazo, no lo pienso dos veces claro está. Aparta mi pelo de mi espalda y comienza a dibujar círculos en ella, es algo relajante. - Sácate esa toalla. -

- ¿Eh? - Estaba tan concentrada en sus yemas recorriendo mi cuerpo que no preste demasiada atención a lo que dijo.

- Lo que oíste. - Me paro y dejo que la tela toque el suelo antes de volver a sentarme, esta vez me acomoda más contra sí y puedo sentir su excitación en la parte baja de mi espalda. - Sos hermosa. - Me suelta como si nada y yo agradezco que no pueda ver como me ruborizo, ¿qué mierda me pasa? Acordate que es solo sexo Nicole por Dios.

- Al igual que tú. - Quiero seguir jugando con él en lugar de conversar, lentamente comienzo a dibujar círculos con mis sobre él hasta que me detiene en seco. - ¿Qué pasa? - Pregunto inocentemente.

- Párate. - Gruñe él.

- Deci por favor. - Voy a molestarlo un poco.

- ¿Qué? - Vuelvo a hacer esos tentadores círculos y siento como resopla. - Párate, por favor. - Dice finalmente entre dientes y yo sonrío antes de obedecer. Tan pronto como me paro me toma de las caderas y me baja con gran fuerza sobre su miembro, suelto un grito ahogado que ignora completamente mientras sigue llevando mi cuerpo con fuerza arriba y abajo. Supongo que lo anterior no sólo no contó como una vez si no que además lo dejo con más ganas. Pierdo el equilibrio un momento por lo que me sujeto con fuerza de sus piernas, poco me importa estar enterrando mis uñas en su piel y él creo que no se ha dado por enterado. - Nunca vuelvas a jugar así conmigo. - Dice con la respiración entre cortada y yo creo que me muero, está así por mí y eso me encanta. Con una de sus manos toma una de mis tetas y me lleva aún más rápido y yo gimo. No sé si es el saber que soy yo quien lo enloquece de este modo o si es la forma casi brutal como me lo está haciendo pero en cuestión de segundos dejo caer mi cabeza sobre su hombro al tiempo que mi cuerpo comienza a temblar, definitivamente no aguantaría ni una más. Me recupero rápidamente al ver que se está cansando y decido seguir por mi cuenta con el ritmo que él eligió. Siento sus dedos clavados en mis caderas al tiempo que se tensa completamente su cuerpo y sé que logré mi cometido. Le doy unos segundos para que se recupere antes depararme y quitarle el condón, en su estado actual dudo que pueda hacerlo sólo y la mera idea me causa gracia. - ¿De qué te reís? -

- De que estás hecho mierda. -

- ¿Viste tus piernas? - Sólo en ese momento me percato de que se mueven un poco y que yo no lo controlo pero decido ignorar su comentario.

- ¿Vamos a la cama? -

- Para, me vas a deshidratar. -

- A acostarnos idiota. - No espero su respuesta y me encamino a donde creo que es el cuarto. Es la única habitación de la casa que no recuerdo de mi última visita. Es espaciosa, tiene un pequeño escritorio en un rincón, una cama de dos plazas perfectamente hecha con dos mesas de luz y un ropero en la pared, es sencilla, funcional y cálida. - Lindo cuarto. -

- Me alegra que te guste, lo decoré pensando en ti. - Lo miro un momento hasta que noto su típica sonrisa de lado, me derrite por dentro con esa mirada pero aún así no caeré en su juego. Solo sexo. Repito una y otra vez en mi mente. No metemos entre las sábanas y nos acurrucamos por algún motivo. No sé en que momento pero ambos nos quedamos dormidos.

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