VI

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Dos semanas habían pasado desde que esa carta escrita por Felix había llegado a sus manos. Durante ese tiempo se estuvieron enviando cartas sin falta todos los días.

Cada vez que Hyunjin veía a la majestuosa ave mensajera del reino Mannir posarse sobre el barandal de su balcón, miles de indescriptibles emociones se apoderaban de todo su ser. Le era imposible no sonreír al ver la bonita letra de Felix en aquel pergamino, el cual era para él y nadie más que él.

Eran las 10 de la mañana entonces. As-sa llegaba con un nuevo pergamino atado a su cuello. No importa qué, siempre recibía una carta de Felix por las mañanas, y eso le hacía feliz, hacía que sus días empezaran de la mejor manera posible.

Quitó la carta del cuello del ave y esta se fue en seguida por donde había llegado.

¡Buenos días príncipe Hyunjin!
Primero, espero que haya dormido bien y que hoy tenga un lindo día, segundo, ¡soñé algo muy emocionante! usted y yo estábamos caminando por el bosque mientras me contaba sobre todas las maravillas del mundo...estaba muy feliz, pero luego desperté y me entristeció que solo fuera un sueño...
Pero bueno ¡solo quería contarle! ¡Cuídese mucho y tenga un lindo día!

Con cariño, Felix~

Ahora se encontraba sonriendo como un bobo, tal y como hacía cada vez que leía las lindas cartas de Felix. Y es que podía imaginarse al castaño hablando muy rápido mientras mantenía una hermosa sonrisa en sus labios y daba pequeños aplausos y saltitos.

—Tan lindo... –murmuró, dejando que sus pensamientos escaparan.

—Hyunjinnie está enamorado~ –entró cantando Chan a su alcoba, dándole un gran susto y haciendo que se pusiera de pie inmediatamente, ocultando la carta detrás suyo.

—¿Qué haces aquí? –le preguntó mirándolo con el ceño fruncido y tratando de calmar su sonrojo.

—Estaba buscándote y como no te encontré por ninguna parte supuse que seguías aquí –explicó el mayor lanzándose a la cama deshecha de Hyunjin —. ¿Sigues enamorado de Felix no es así? Diría que te enamoraste el doble –dijo soltando una risita burlona solo para molestar a Hyunjin. Este sintió sus mejillas arder aún más y se volteó rápido, dándole la espalda a su amigo.

—¿De qué hablas? Claro q-que no –se intentó defender Hyunjin.

—Oh vamos, tu cara cuando me contaste de la carta y cada vez que hablas sobre él no me dice lo mismo –contraatacó Chan.

—Agh, cállate –Hyunjin soltó un suspiro y dejó caer su cabeza sobre sus brazos, que reposaban en la superficie de su tocador —. Es tan lindo –dijo con una voz berrinchuda, sacándole una risa al duque.

—Te gusta~ –se burló nuevamente y Hyunjin le lanzó uno de sus cepillos para el cabello, el cual logró esquivar.

—Sí me gusta y odio que me guste... –el príncipe se levantó de donde estaba y caminó hacia el balcón, seguido por Chan. Se apoyó en el barandal y miró hacia el sur, donde pudo divisar las banderas del castillo de Mannir, que se veían diminutas gracias a la distancia.

—¿Y eso por qué? ¿Es por tu madre? –cuestionó el mayor y Hyunjin negó rápidamente.

—Ya hablamos sobre eso, ella se disculpó por reaccionar así cuando le conté y dijo que estaba bien y bla bla bla, cosas de madres –se quedó en silencio por unos segundos y Chan esperó pacientemente a que volviera a hablar —. No creo que él sienta lo mismo que yo –soltó finalmente.

hasta que la muerte nos separe || hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora