II

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En Mannir, uno de los tres grandes reinos pertenecientes a la península de Corea, ubicado hacia el suroeste de esta misma; el nacimiento de quien sería el futuro príncipe provocó que una guerra se desatara unos meses luego de su llegada al mundo.

Mannir fue atacado por un grupo de desterrados del reino mismo y de los reinos vecinos, Hudryt y Kao, ubicados hacia el norte y el este de la península; aliados a un grupo de hechiceros renegados.

El ataque tomó a todos por sorpresa, la seguridad del castillo no era la mejor entonces ya que nunca hubo conflictos con los otros reinos, sin duda nadie se esperaba que de pronto se formara una organización enemiga compuesta por aquellos que traicionaron o rompieron las reglas en algún punto de sus vidas que implicasen su destierro y exilio.

Ante la desesperación de Mannir al ser atacados tan repentinamente y con más fuerza de la que esperarían, un llamado de emergencia se hizo al reino Kao, pues este contaba con el mejor cuerpo de hechiceros de la península, y al reino Hudryt para apoyar con armas y caballeros para enfrentar al enemigo que casi podía superarlos en fuerza.

Cuando el enfrentamiento terminó, con la victoria de los buenos, los reyes de los tres reinos se reunieron en Mannir mientras hechiceros y caballeros se encargaban de hacer algo con los difuntos y heridos cuerpos de sus compañeros y deshaciéndose de los que correspondían a los enemigos.

—Majestades –habló el jefe de hechicería de Kao, inclinándose ante las autoridades –, he convocado a esta reunión porque hay algo que deben saber.

Los reyes le dieron toda su atención con expresiones de confusión, duda e interés. Entonces el hombre, de ya una avanzada edad y cabellos blancos, se acercó a los demás y suspiró antes de comenzar con su explicación.

—Ese grupo de traidores atacó Mannir porque quieren algo que ustedes tienen –al ver la creciente confusión en el rostro del rey, siguió de inmediato con lo que tenía para informar –. Deben saber que hace un par de años murió la última persona registrada en el país con el poder de dar más años de vida e incluso revivir a otros, los denominados Sauveurs ¿verdad? –todos los presentes asintieron, sin entender por completo aún lo que quería decir con todo eso—, gracias a esta condición eran considerados tanto un tesoro que proteger como codiciados al mismo tiempo.

—¿Cuál es su punto, Thiwen? –le interrumpió el rey de Kao, Han Yejun, algo impaciente e intrigado y el mago asintió, entendiendo que ya debería soltarlo nada más.

—Fui con la reina Rosé y vi a su hijo porque tenía curiosidad por saber unas cosas, solo para asegurarme de que todo estuviera bien –informó el anciano y respiró hondo antes de seguir—, su pequeño es una de esas personas.

Lee Taemin, el rey de Mannir, se levantó de su asiento rápidamente, tirando incluso la silla que ocupaba por la brusquedad de su movimiento.

—¡Eso es imposible! –exclamó con el impacto de aquella información que había recibido pesándole en el cuerpo —. Eso no es cierto, ¡no hay manera!, ni Rosé ni yo llevamos eso en nuestra sangre...

El hechicero le interrumpió de forma respetuosa y manteniéndose calmado para tratar de explicarle bien a Taemin las cosas.

—Verá, majestad, esta condición no es hereditaria, solo se da en algunas personas y aleatoriamente –Taemin se pasaba una mano por el rostro mientras caminaba de aquí para allá en el salón de reuniones —, incluso después de todos estos años, aún no hay una explicación firme y concreta sobre por qué ocurre, solo pasa...

—Debe...debe sacar eso de mi hijo –balbuceó Taemin acercándose al anciano, que estaba negando despacio —, use algún hechizo o algo por el estilo, ¡lo que sea necesario!

hasta que la muerte nos separe || hyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora